El mismo día, la doctora Lucero Benítez Villaseñor, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Morelos (CDHM), aseguró que en la actualidad muchas de las víctimas no llegan a comprender la magnitud de los hechos, al considerar que no han sufrido de explotación sexual, principalmente niñas que son manejadas por supuestos “novios”. “Las llevan a vivir fuera de su entorno familiar, a otras partes de la República o fuera del país con la promesa de iniciar una nueva vida. Pero al engancharse con la persona, quien la trata bien, la llena de lujos y atenciones, llega el momento en que el supuesto ‘novio’ arguye tener graves problemas, que debe mucho dinero e inclusive que lo tienen amenazado de muerte. Ante la urgente necesidad de conseguir dinero rápido y fácil, convence a la menor para prostituirse, reunir dinero y seguir viviendo”, añadió Benítez Villaseñor. Hasta aquí las referencias a lo que se conmemoró el 22 de septiembre de 2010, que coincidía con la siguiente información, difundida el 19 de diciembre del mismo año.
El Universal llevó a cabo un interesante foro para abordar el panorama de la trata de personas en México, donde participó, entre otras personas, Rosi Orozco, diputada federal y presidenta de la Comisión Especial de la Lucha contra la Trata de Personas, quien alertó que la explotación sexual se ha disparado en los últimos años a consecuencia de la guerra contra narcotraficantes, quienes al verse perseguidos han optado por hacerse de recursos mediante la venta de mujeres y niñas. “El desinterés de algunas autoridades estatales en el tema, las laxas legislaciones y la falta de capacitación de policías, ministerios públicos y jueces para perseguir y castigar el delito, facilitan que el crimen organizado actúe con total impunidad”.
Hasta aquí aquella referencia periodística.
Como pueden ustedes apreciar, la sociedad mexicana se encuentra ante un grave problema, que la mayor parte de los padres de familia (sobre todo) no ven venir. Empero, el asunto no es nuevo, pues nosotros mismos lo hemos abordado en infinidad de ocasiones. El 8 de abril de 2005 tuvo lugar en Cuernavaca un congreso dirigido a crear conciencia entre la juventud sobre los riesgos de las relaciones sexuales indiscriminadas y promiscuas. Bajo el tema “Sexo, ¿a cambio de qué?” y la organización a cargo del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), se abordaron las consecuencias de la drogadicción, el vandalismo, el alcoholismo y la prostitución, entre otros problemas afrontados actualmente por los jóvenes.
Y el 11 de agosto de 2007 escribimos: “A más de dos años de distancia, el DIF y otras instituciones siguen enfrentando la realidad social de una juventud que supera cualquier intento gubernamental por orientarla a estructurar una mayor escala de valores éticos y morales. La problemática respectiva, inclusive, ha sido analizada a profundidad por la Secretaría de Salud a través del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) debido a que las enfermedades de transmisión sexual alcanzaron el nivel de epidemia”.
Efectivamente. Una investigación del INSP, titulada El sexo recompensado: una práctica en el centro de las vulnerabilidades (infecciones de transmisión sexual/del virus de la inmunodeficiencia humana/y del síndrome de la inmunodeficiencia humana) de las jóvenes mexicanas, desde principios de la presente década detectó los riesgos para las jóvenes mexicanas sobre las prácticas de sexo a cambio de beneficios sociales o económicos –sexo recompensado– y tuvo como campo un sector juvenil de entre 15 y 25 años de edad residente en Cuernavaca. Aunque el levantamiento se desarrolló de septiembre de 2001 a diciembre de 2002, sus resultados aplican completamente en la actualidad y revelan los riesgos de infinidad de jóvenes frente a las infecciones de transmisión sexual.
Los investigadores detectaron, por ejemplo, que para mantener oculto el uso de sexo como forma de conseguir bienes sociales o económicos, las jóvenes lo desarrollan dentro de un “noviazgo” y se someten a reglas que las limitan frente al uso del condón exponiéndolas a las infecciones de transmisión sexual. Empero, la realidad actual no sólo expone a esas jovencitas a padecimientos sexuales, sino a un reclutamiento por el crimen organizado en la vertiente que se conoce como trata de personas.
Es así como llegamos a anteayer, cuando se inició en Morelos la campaña Corazón Azul, promovida por la ONU y respaldada por Mayela Alemán de Adame, presidenta del Desarrollo Integral de la Familia (DIF). La premisa fundamental de esta acción, que debería constituir una política pública transexenal, es que la trata de personas existe, no es un juego, y constituye una forma moderna de esclavitud. La intención es que con ayuda de las Secretarías de Educación, Salud, Desarrollo Social, y el Instituto Morelense de la Juventud del Gobierno del Estado, se promueva una participación masiva de la sociedad en busca de medidas que contribuyan a poner fin a este delito.
Cabe subrayar que, al menos en nuestra entidad, son recientes las decisiones asumidas por las autoridades estatales en contra de la trata de personas. Ojala y no le hayamos entrado al tema demasiado tarde. Recuerden ustedes, por ejemplo, que en junio de 2008 y bajo los auspicios del gobernador Marco Adame Castillo se reformó el Código Penal del Estado para tipificar a la trata de personas como delito grave, faltando todavía una mayor participación social respecto a la denuncia. Lo deseable es que la campaña Corazón Azul aterrice de manera plena entre la sociedad, de lo cual estaremos pendientes y después diremos.