Desde mi particular punto de vista, ambos extremos tienen relación con el hecho de que la política no conoce escrúpulos, sus principales características son la mentira y la traición y quienes la ejercen deben forjarse un carácter de hierro o, simplemente, practicar la indiferencia (hacerse cínicos, pues) ante los sempiternos detractores aplicando lo expresado hace diez o doce años por el escritor mexicano Carlos Fuentes: “A diario me desayuno a mis críticos”.
Conforme nos acercamos a la campaña pre-electoral de 2012, los morelenses vemos cada día más exacerbadas las impugnaciones hacia personajes que anhelan conseguir un cargo de elección popular. Desde luego, lo importante, en aras de evitar el despilfarro de recursos y tiempo, es agredir a aquellos que acaparan -por ahora- las preferencias en los estudios de opinión pública, aún sin haber iniciado el proselitismo formal de los partidos políticos. Hay que señalarlos y bajarlos de sus actuales niveles de identificación social. Y una de las mejores herramientas para conseguirlo es aplicando la propaganda negra, a la cual hice referencia en días pasados.
Hoy quiero abordar de nuevo el tema basándome en el excelente libro “La propaganda negra en la Segunda Guerra Mundial”, del escritor polaco Stanley Newcourt-Nowodworski, editado originalmente por Algaba (España, 2005) y reimpreso por Edafmex (México, 2006) bajo una traducción de Fermín Navascués. Si yo, siendo político, estuviera interesado en mantener altos planos competitivos, invertiría suficiente tiempo y ganas para indagar al máximo sobre este tema. Y a nosotros, como ciudadanos “normales”, la misma información nos ayudará a comprender algunas de las recientes campañas enfocadas hacia conocidos personajes cuernavacenses, cuyo posicionamiento en todas las encuestas es envidiable.
Dice Newcourt-Nowodworski: “Los rumores tienen como centro el egoísmo de la gente, su interés propio, su instinto gregario o su instinto de conservación. Se difunden a través de emisoras de radio, televisión o prensa. Por ejemplo, se corre el rumor de que va ha haber escasez de alimentos pues ‘se aproximan tiempos difíciles’, entonces la gente sale a comprar en cantidades mayores a su consumo habitual, entorpeciendo cualquier planificación hecha por el gobierno”.
La propaganda negra para debilitar la capa institucional. “Este tipo de propaganda simulará tener documentos oficiales que prueban supuestas divisiones en el gobierno o pruebas que colocan en duda la capacidad de dirección. Este tipo de propaganda socava el estado de ánimo de los funcionarios y estimula las conversaciones desmoralizantes”. Cualquier semejanza con lo que ocurre hoy en Cuernavaca no es mera coincidencia, sino la aplicación de dichas estrategias desestabilizadoras.
Añade Newcourt-Nowodworski: “Para ello distribuyen impresos en los edificios ocupados por los ministerios o utilizan la prensa nacional. Allí publican denuncias anónimas y acusaciones falsas sobre amistades y animosidades, peleas por altos cargos, fraudes, robos y sobornos, con la finalidad de hacer el ambiente de las oficinas irrespirable. Tratan de mostrar sutilmente como pueden saltarse las normas ‘pues nadie las cumple’, sembrar la desconfianza en el gobierno y la desobediencia institucional”.
La propaganda negra para los militares. “Un público de especial interés para la propaganda negra es el personal militar. Enfila contra la moral del alto mando, de la tropa, o de ambos. En la tropa y en sus familias, la propaganda negra busca provocar angustia insistiendo en que son víctimas de malas condiciones de vida, mientras que los líderes están es sus casas ocupando trabajos cómodos. Atacan su estado de ánimo aupando en ellos la sensación de que sus dirigentes y superiores les están traicionando. En esta misma línea la propaganda negra les propone métodos para desertar o rendirse narrando detalladamente historias de desertores con éxito”.
Los medios y la propaganda negra. “La información que transmiten es de tres tipos: la que proviene de las agencias de noticias, el material ligeramente manipulado y las noticias absolutamente falsas pero plausibles. El lema de la propaganda negra, en este ámbito, es: ser exacto, nunca mentir por accidente, ni por dejadez, mentir solamente a propósito y con un fin específico (…) Para ello propician noticias inquietantes y perjudiciales que pueden llegar a movilizar masas. Entre las características de este tipo de propaganda está que sus argumentos no incluyen nobles motivos políticos, sino las debilidades humanas a las que se les puede atribuir una excusa política. Es decir, ofrecen motivos para desatar los egoísmos humanos en momentos de crisis. Uno de los objetivos que se persiguen es: aumentar el derrotismo en amplios sectores de la población. Luego refuerzan la falta de esperanza en el futuro y una imagen desmoralizante acerca de las condiciones de vida en el país”.
De nuevo digo: cualquier semejanza con lo que ocurre en Cuernavaca en torno a determinados personajes no es coincidencia, sino el acatamiento a intereses muy particulares, harto perversos. El mercantilismo, el chantaje y la extorsión han sido los factores predominantes en contra de esos mismos personajes cuyo “pecado” fue no haber cedido ante las presiones de sujetos que buscaban mantener vigentes las lucrativas canonjías que otras administraciones les otorgaron debido a un pavor infundado. Dícese que “se respeta lo que se teme”, pero tocante a esos grupúsculos puedo asegurarles que son auténticos tigres de papel. Sin embargo, a los afectados no les queda más que demostrar un talante de hierro y poner en práctica los consejos de Don Lauro y Poncho Sandoval. A ver.