Sin embargo, es importante recordarle al señor Hendricks que para todos los colaboradores de Maricela Sánchez Cortés y Manuel Martínez Garrigós quedó claro el asunto de la “postulación”. La decisión en torno a Amado Orihuela, cuestionada al principio porque varios miembros del Comité Ejecutivo Nacional no respetaron determinados acuerdos pactados entre ellos y los tres aspirantes gubernamentales finalistas, empieza a ser asimilada por los grupos antagónicos. Pero a los máximos jerarcas tricolores y al mismísimo candidato presidencial Enrique Peña Nieto les hace falta reflexionar sobre algo importante.
Las inconformidades surgidas en otras entidades federativas sobre el registro de personajes indeseables como candidatos al Senado también están presentes en Morelos. De gira por Cuautla, Martínez Garrigós expresó ayer que el lunes próximo arribará a la sede nacional del partido tricolor una “magna demostración de fortaleza” vinculada a su proyecto y al del PRI-Morelos, al tiempo de refrendar su decisión para participar en la inminente contienda electoral (¿cómo precandidato al gobierno o hacia otra posición?). Y después analizó el fondo de la problemática, que antenoche provocó violencia afuera de las oficinas del PRI estatal: “Esta situación política tiene colapsado a nuestro partido como resultado de dos imposiciones. La primera, de Amado Orihuela Trejo como candidato a la gubernatura, y la segunda, de Francisco Moreno Merino como candidato senatorial, quien ocupó la última posición en las encuestas”. He aquí el quid del delicado asunto, amables lectores: la imposición de alguien que, según confirman todas las encuestas aplicadas y difundidas hasta ayer en Morelos, apareció en los últimos lugares de las preferencias electorales.
Sin embargo, Moreno Merino puede presumir una habilidad que lo remonta a las antiguas prácticas priístas y del poder público mexicano: sabe moverse en las intrincadas e inalcanzables élites políticas y empresariales para ganar prestigio y recursos. Para confirmar lo anterior me remontaré al 19 de julio de 2011 cuando, respondiendo el correo electrónico de varios lectores que me pidieron un análisis sobre el escenario en que el ex delegado del IMSS rindió su informe anual de actividades legislativas, escribí entre otras cosas acerca de sus movimientos entre los más encumbrados jerarcas del PRI nacional destacando, desde luego, Emilio Gamboa Patrón, dirigente de la CNOP. “…Si algo debo reconocerle es su intenso cabildeo entre las cúpulas. Y como los miembros de las élites no se pelean, sino que se ponen de acuerdo, no es remota la posibilidad de que Peña Nieto adopte a Elba Esther; que acepte las presiones y chantajes de Manlio Fabio y Gamboa Patrón; los designios de Moreira y otros hampones más de las entidades federativas ‘globalizadas’, a fin de colocar a un candidato especial en Morelos. Todo puede ocurrir con decisiones cupulares y amañadas, de esas que generalmente comprometen a cualquier gobernante a pagar facturas políticas en su respectivo sexenio. Que Dios nos agarre confesados”. Con estos antecedentes es fácil comprender parte de la crisis padecida hoy por el PRI-Morelos.
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