Falta sólo por conocer el nombre de quien representará a Acción Nacional en las elecciones concurrentes del primero de julio, cuando los morelenses habremos de elegir a los sucesores de Felipe Calderón Hinojosa y Marco Antonio Adame Castillo. Sin embargo, respecto al PRI todavía no se ha desarrollado la Convención de Delegados que convalidará la postulación de Orihuela, mientras que el PRD tampoco ha efectuado el Consejo Estatal Electivo programado para el 26 de febrero, donde hará lo mismo con Graco.
Según vemos, Amado Orihuela Trejo ya no tiene problemas tras su cuestionada y accidentada postulación anunciada el 21 de enero del presente año por el Comité Ejecutivo Nacional del PRI. Empero, en el PRD hay barruntos de tormenta luego de que varios grupos antagónicos a Graco preparan “algo” dentro del Consejo Electivo, cuya realización está prevista por la convocatoria que emitió la Comisión Nacional de Elecciones perredista el 22 de diciembre del año pasado. El documento, en letras pequeñitas, indica que la elección del candidato gubernamental estará a cargo de quienes integran ese Consejo, “tomando en cuenta para su definición los resultados de las encuestas a la ciudadanía en las que se permita conocer las preferencias del electorado acerca de los aspirantes a la candidatura para la gubernatura del Partido de la Revolución Democrática, así como los acuerdos a que lleguen los precandidatos”.
Uno de los tres precandidatos que fueron encuestados por Covarrubias y Mendoza Blanco, Raúl Iragorri Montoya (el otro fue Rabindranath Salazar Solorio), ya salió a la palestra pública para declarar que no reconoce el triunfo obtenido en las encuestas por el senador perredista, pues “ambos estuvimos en un empate técnico”. ¿Y? Para Iragorri no tienen validez las encuestas, aunque hayan sido ganadas por Graco con un punto porcentual (lo hizo con mayor puntaje). El empresario automotriz rechaza aquello de que “las elecciones se ganan con un voto de diferencia”. Entonces, ¿qué sigue? Me parece que la reacción de quienes se resisten a la posibilidad de que la candidatura del senador sea avalada por el Consejo Estatal Electivo podría dañar la cacareada unidad perredista cuando ese cuerpo colegiado sesione, pues han de saber ustedes que las famosas encuestas, según versa una jurisprudencia lograda hace escasas semanas por el Tribunal Electoral del Distrito Federal, no tienen calidad vinculatoria. A ver.
Sobre el proceso electoral que experimenta el Partido Acción Nacional es importante hacer algunas reflexiones. Mucho le está costando a la clase política blanquiazul de Morelos jugar a la democracia, pues no habrá candidato antes del 18 de marzo. Ya se tardaron demasiado en la respectiva definición, amén de que las semanas previas han sido de desgaste entre los precandidatos registrados (Alejandro Villarreal Gasca, Adrián Rivera Pérez y Demetrio Román Isidoro). Tras la elección de Josefina Vázquez Mota como candidata presidencial en nuestra entidad se cuestionó la eficacia y actualización del padrón de militantes activos y adherentes que habrá de utilizarse para la votación el 18 de marzo. Hasta hoy se mantiene firme la idea de que el padrón contiene vicios y no es confiable. Por otro lado, entre los tres aspirantes hay acusaciones sobre la aplicación de antiguas prácticas priístas, predominando la compra del voto, el reparto de prebendas a los potenciales electores y la estructuración de programas de acarreo de militantes a las urnas. Más allá de mantener la cohesión interna, mucho trabajo y recursos deberá aplicar el PAN para meterse realmente a la contienda por la gubernatura, con quien sea su abanderado, pues todas las encuestas lo están relegando a una tercera posición con porcentajes ínfimos de preferencia electoral. A ver.
Conforme nos adentremos en el siguiente proceso electoral más seremos “bombardeados” con mensajes relativos a los atributos de tal o cual personaje, cuyo objetivo será, primero, obtener la candidatura a determinado cargo de elección popular y, después, ganar la elección el primero de julio. Recuerden ustedes que allá y entonces los mexicanos habremos de elegir al nuevo presidente de la República, a 64 senadores y nuevamente a 500 diputados federales; y los morelenses al relevo del gobernador Marco Adame Castillo, a 33 presidentes municipales y 30 nuevos miembros del Congreso local. La “feria del hueso” en su máximo esplendor si incluimos, en el caso de la vida municipal, a síndicos y regidores. Desde luego, en su momento sumaremos los centenares de plazas que quedarían vacantes para el pago de facturas políticas.
Sin embargo, lo deseable es que no volvamos a equivocarnos, si es que así ocurrió con respecto a aquellos políticos, politicastros, politiquillos, politiqueros y politicones por quienes sufragamos en 2006 y 2009. Ojalá y tampoco seamos víctimas de las artimañas aplicadas por sujetos que a la postre se convirtieron en defraudadores sociales emulando a “El Príncipe” de Nicolás Maquiavelo. En reiteradas ocasiones he transcrito una parte de aquella magistral obra donde el autor indica, entre muchos argumentos, lo que debe hacer quien tenga el poder o aspire a tenerlo: “Es indispensable disfrazar bien las cosas y ser maestro en fingimiento, pues los hombres son cándidos y tan sumisos a las necesidades del momento que, quien engañe, encontrará siempre quien se deje engañar”. Qué gacho.
Para algunos funcionarios públicos y políticos “profesionales” el tema de las elecciones presidenciales y gubernamentales debe manejarse según las circunstancias coyunturales. Todo depende del color ideológico con el cual se observen las cosas. Hoy se aprecia a varios “jugadores” dentro de los partidos políticos con el anticipado objetivo de posicionarse entre el electorado. En este contexto, donde predomina la iconografía o montajes sobre los proyectos e ideas de gobierno, he expuesto la necesidad de analizar el discurso y calidad de los prospectos, o habremos de llevarnos el chasco de siempre.