Mismo que tendrá su punto más álgido el día de los comicios, es decir el primero de julio próximo, cuando los morelenses habremos de elegir al nuevo presidente de la República, al sucesor de Marco Antonio Adame Castillo en la gubernatura morelense y a toda una pléyade de “representantes populares” adscritos al Congreso de la Unión, al Congreso local y a las 33 presidencias municipales de nuestra entidad federativa.
Las reflexiones de María Amparo Casar son aplicables al caso de Morelos, donde los partidos de la Revolución Democrática (PRD) y Revolucionario Institucional (PRI) confiaron precisamente en las encuestas como un instrumento para medir el posicionamiento de determinados personajes y, en consecuencia, ponerlos a competir en la inminente contienda. El Comité Ejecutivo Nacional del PRI aceptó que, simultáneamente a la difusión de las convocatorias que iniciaron el proceso interno para la elección de candidatos a presidentes municipales y diputados locales, los jerarcas priístas de Morelos contratasen al Grupo de Comunicación Estratégica -de Federico Berrueto- para aplicar 33 encuestas (en igual número de municipios) y 18 más en todos los distritos de mayoría relativa, a fin de tener parámetros “confiables” sobre quién es quién a lo largo y ancho de Morelos. Empero, como dice María Amparo Casar en su excelente trabajo, los encuestadores no mienten cuando aseguran que los sondeos “son meras fotografías del momento, que miden lo que pasa ‘hoy’, no lo que va a pasar ‘mañana’. Son, eso sí, escenarios de probabilidad, no pronósticos. Y no dicen toda la verdad. Las encuestas son mucho más que eso. Los que las hacen y las difunden son actores en la contienda. Respecto al caso del Grupo de Comunicación Estratégica, tala como sucede con otros grupos contratados por el resto de partidos políticos, es la empresa favorita de Amado Orihuela Trejo, candidato a la gubernatura por el PRI. Definitivamente, eso conlleva un sesgo.
Agrega Casar: “Las encuestas electorales son un instrumento de toma de decisiones para los candidatos y sus equipos de campaña. Les dicen si sus estrategias están funcionando o no y si deben persistir en ellas o cambiarlas. Los alertan sobre la trayectoria de sus adversarios y la necesidad de acelerar el paso o consolidar la posición ocupada. Como fuente de información interna para los candidatos y sus estrategas dichas encuestas no suelen ser publicadas y, si han de cumplir su objetivo, no favorecen a quien las paga”.
El 14 de diciembre, durante una rueda de prensa desarrollada en el hotel Argento de Cuernavaca, un personero de Orihuela Trejo dio a conocer una encuesta aplicada a finales de octubre en varias secciones electorales de Morelos por la empresa Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE), y la cual, según agregó el mismo personaje, fue contratada por el Comité Ejecutivo Nacional. Era “oficial”, pues. Desde luego, en primer sitio aparecía Amado Orihuela Trejo muy por encima de Manuel Martínez Garrigós, su más cercano rival. Un día después sabríamos que el levantamiento de marras jamás fue ordenado por el CEN, sino convenido por el propio Amado con Federico Berrueto días atrás en el restaurante “Las Quintas”. Pero en fin. Eso ya es historia.
Empero, una parte del artículo publicado anteayer por María Amparo Casar nos explica lo que entonces sucedió (y sigue sucediendo hasta ahora): “Como dice Roy Campos, si la difusión de las encuestas es un instrumento para influir en las preferencias del electorado, la no difusión es también una forma de influir en los resultados porque evita la modificación de las intenciones de voto. Puestos a escoger y partiendo de que parte importante de la democracia es informar al electorado habría que ponerse del lado de la mayor información posible. Esto nos lleva a lo siguiente. Las encuestas son también un instrumento de propaganda y como toda propaganda pueden informar pero también desinformar, como los medicamentos milagro o la atribución de ciertas propiedades a productos que no las tienen. La propaganda no es mala ni reprobable en sí. Lo es cuando está basada en falsedades y su intención es desinformar para vender”. Sopas: hay infinidad de encuestas con aviesas intenciones, al gusto del cliente.
Concluyo la transcripción de María Amparo con este texto: “A quererlo o no las casas encuestadoras y sus productos son actores en la contienda y como en el caso de otros actores -partidos, candidatos, gobernadores, Presidente, equipos de campaña, medios de comunicación- hay quienes se comportan de acuerdo con las mejores prácticas y quienes no lo hacen, quienes se conducen con ética y quienes no la conocen, quienes obtienen recursos por la vía legal y quienes no lo hacen, quienes usan los datos para informar y quienes los usan para desinformar”. Aguas, pues, con las encuestas. Lamentablemente, en base a las que actualmente aplica el Grupo de Comunicación Estratégica se decidirán un montón de candidaturas al interior del PRI. Que Dios agarre confesada a la estructura territorial.
Cambiando de tema diré que el lunes 12 de marzo, a las 10:00 horas, se llevará a cabo un debate entre los precandidatos del Partido Acción Nacional a la gubernatura, o sea Adrián Rivera Pérez, Alejandro Villarreal Gasca y Demetrio Román Isidoro. Tendrá lugar en el hotel Villa Béjar de Cuernavaca. El domingo 18 de los corrientes será la elección del candidato definitivo. En honor a la verdad, el partido blanquiazul es el único en Morelos que apostó a la democracia interna, lo cual quedará patente o se desechará el día de los comicios, porque han de saber ustedes que, respecto a Villarreal Gasca, le fue entregada la copia de un padrón de militantes activos y adherentes ¡muertos! Esperemos para ver y después diremos. Villarreal, por cierto, estuvo ayer en Xochitepec.
Finalmente diré que Nelson Torres pretende ser candidato del PRI a diputado local por el XI distrito, teniendo enfrente a José Luis Rayo, líder estatal del Movimiento Territorial, y al dirigente de los cañeros de la pequeña propiedad rural, Pedro Ocampo. Nelson ya fue alcalde de Jojutla y hace seis años encabezó un grupo de alcaldes priístas quienes, al no ser postulados para diputados locales, se entregaron a la causa del candidato gubernamental panista Marco Adame Castillo. Entre ellos estaba Nelson. Dícese que su escisión sirvió para determinar el triunfo de Adame en la región. En fin.