Hoy quiero subrayar lo inherente a la ofensiva y la sorpresa. Lo primero consiste en tomar, retener y aprovechar la iniciativa; plantea que la acción, o el control de la iniciativa, es la forma más eficaz y decisiva para obtener el logro de la meta común. Y el factor sorpresa implica golpear al enemigo en un momento y lugar de manera tal que se le confunda o paralice. El principio del estupor implícito es recíproco de la seguridad: esconder las capacidades e intenciones propias crea las oportunidades para golpear a un enemigo distraído y mal preparado.
Lamentablemente, tales principios pueden ser utilizados por los “buenos” (refiriéndonos a las fuerzas de seguridad de una nación, cuyo objetivo sea el preservar la integridad física de sus ciudadanos), y los “malos”, muchas veces reclutados con las estrategias, tácticas y recursos del gobierno, tal como ocurrió a mediados de los años noventa con el tristemente célebre Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFES), creado por la Secretaría de la Defensa Nacional para combatir guerrilleros en Chiapas, pero que a la postre, en determinadas operaciones contra bandas de narcotraficantes asentadas en Tamaulipas, decidieron adherirse al Cartel del Golfo convirtiéndose, primero, en su brazo armado, y luego en su más acérrimo rival bajo el nombre de “Los Zetas”.
Ni duda cabe que las regiones de la República Mexicana más azotadas por células criminales adscritas a determinados cárteles son el escenario de brotes violentos parecidos al de una guerra de baja intensidad. Me queda claro que las bandas no buscan ganarse los corazones de las comunidades donde pudieran estar asentadas, a menos que una o varias partes de las mismas estén siendo beneficiadas con el producto de las acciones ilegales. Las guerrillas, casi siempre, tienen objetivos políticos y el principal es debilitar la resistencia de los gobiernos en el afán de destruirlos y sustituirlos. Sin embargo, las tácticas y estrategias de las células delincuenciales que operan en Morelos incluyen lo que los antiguos partisanos denominaban “el mordisco”. El “muerde y huye”, aprovechando al máximo el factor sorpresa.
Para infortunio de la inmensa mayoría de la población, la recurrencia del “muerde y huye” no se explica sin la confabulación de corporaciones policíacas federales, estatales o municipales. ¿Cómo entender, pues, lo sucedido el pasado 3 de marzo en un hotel o casa de huéspedes de nombre “Casa de las Flores”, sito en El Rodeo, municipio de Miacatlán? Un apretado resumen de los hechos, según describió ayer el subprocurador general de Justicia de la Zona Sur, José Sotelo Salgado (luego de que el tema fue difundido anteayer por el periodista nacional José Cárdenas), indica que en aquella fecha alrededor de 14 huéspedes regresaron al hotel tras haber visitado la zona arqueológica de Xochicalco. En la noche, cuando departían amigablemente, aparecieron seis o siete personas que portaban armas de alto poder (vestían como policías, de acuerdo a la versión de José Cárdenas), procediendo a despojarlos de sus pertenencias: carteras, maletas, bolsos de mano, relojes, llaveros, etcétera. Se llevaron además un automóvil Nissan Altima modelo 2006, al parecer propiedad de Antonio Gil Elorduy, quien hasta ayer no se había presentado a recoger el vehículo, recuperado por autoridades ministeriales 48 horas después del asalto. Este caballero es hermano de Ernesto Gil Elorduy, quien entre 1979 y 1981 fue delegado general del PRI en Morelos, años más tarde secretario general de Gobierno en Hidalgo; actualmente funge como miembro de la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel), y muchas veces ha sido diputado federal y senador. Empero, hay que subrayar que ninguno de los demás afectados ha denunciado nada ante el Ministerio Público.
Un boletín expedido la víspera por el subprocurador Sotelo Salgado agrega: “Estos lamentables hechos ocurrieron en El Rodeo y no en Xochicalco, como en una primera instancia se informó (en el programa vespertino de José Cárdenas). Las ruinas de Xochicalco, por su lugar histórico y lo que representa para los turistas, se encuentra resguardado por diferentes corporaciones policíacas”. “No hay inseguridad en el sitio y puede ser visitado con absoluta tranquilidad”, afirmó Sotelo Salgado. Lo deseable es que así sea y, además, se intensifiquen los operativos a lo largo y ancho de una franja (el poniente) cuyos residentes asentados sobre Tetecala, Miacatlán, Mazatepec y Coatlán del Río mantienen un secreto a voces desde hace lustros: “Es normal el desenvolvimiento de consumados delincuentes, algunos de ellos en abierta confraternidad con políticos y funcionarios municipales”. ¿Cómo no entender, pues, la confabulación de policías (adscritos a cualquiera de los tres niveles de gobierno) con quienes, quitados de la pena y sintiéndose protegidos, portan uniformes de fuerzas federales o estatales y, armados hasta los dientes, atacan y vulneran la ya de por sí desprestigiada actividad turística de Morelos? Urgen, pues, mayores esfuerzos oficiales al respecto.
Y el colmo: un novato agente del Ministerio Público, de nombre Luis Brian Figueroa Fuentes, contratado hace apenas un mes por la Procuraduría General de Justicia después de haber aprobado sus exámenes de evaluación y control de confianza (según la propia dependencia), fue atrapado por policías preventivos de Cuernavaca en posesión de un automóvil con reporte de robo y que a finales del año pasado se entregó como parte de un rescate para lograr la liberación de un joven secuestrado en la mismísima capital morelense. Un pariente de la víctima vio anteayer a Figueroa Fuentes manejando el vehículo (marca Jetta), lo siguió y cuando tuvo oportunidad pidió el apoyo policíaco. El sujeto fue detenido. En menudo problema, pues, se encuentra el novel agente del Ministerio Público. Sin embargo, el asunto apesta y amenaza con detonar un grave problema en ámbitos ministeriales, donde el procurador general de Justicia, Pedro Luis Benítez Vélez, se apresta a una nueva depuración, caiga quien caiga, y tope lo que tope. Está dispuesto a aplicar el siguiente dicho: “De que lloren en tu casa, a que lloren en la mía, que suceda lo primero”. A ver.