Empero, este sistema de comercialización le ganó la batalla no sólo a dicho mercado, sino a todos los demás operados por el Ayuntamiento de Cuernavaca. Y hacia allá se dirigen los mercados municipales en las principales localidades morelenses. Ni qué decir sobre los pequeños abarroteros. Paulatinamente han sido eliminados por las “tiendas de conveniencia”.
Sin embargo, este desplazamiento no es nuevo, pues fue pronosticado hace muchos años. Hace casi una década conocimos varios estudios elaborados por instituciones dedicadas a medir el comportamiento de los consumidores en las capitales estatales. Nosotros dimos a conocer en 2004 la parte fundamental de un estudio realizado por el Centro Internacional de Defensoría para el Ambiente y el Desarrollo (OMCED por sus siglas en inglés) sobre el caso de la construcción de COSTCO y Mega Comercial Mexicana en el predio otrora ocupado por el legendario Casino de la Selva. El OMCED señaló que los locatarios del ALM tenían miedo de que ese proyecto les creara más competencia.
En la investigación se detalló que los comerciantes sabían que las mega-tiendas competirían en precios, limpieza, vigilancia, comodidad, estética, crédito y promociones, y también por la cercanía en que se instalaron, aunque consideraban que ellos vendían productos más frescos y baratos. A juzgar por lo que aprecié el sábado en el mercado “Adolfo López Mateos”, el pronóstico se cumplió a cabalidad. Empero, la OMCED sugirió en su investigación que para contrarrestar el efecto de la competencia, tanto comerciantes como autoridades municipales “deben invertir más dinero en mejorar el ALM y hacerlo competitivo”. Ese organismo resaltaba la corrupción de los líderes en el mercado.
Este fin de semana el candidato del Partido Acción Nacional a la presidencia municipal de Cuernavaca, Marcos Manuel Suárez Gerard, se refirió al tema de la deplorable competitividad de los mercados municipales frente a los grandes consorcios. De visita en algún “mercado sobre ruedas”, Suárez Gerard mencionó la necesidad de que el Ayuntamiento ponga mayor atención al tema, sobre todo si consideramos que el 80 por ciento del presupuesto asignado a los ocho mercados municipales (incluido el ALM) se destina al pago de nóminas. El 20 por ciento restante sirve para los gastos de operación, por lo que no se consideran recursos reales para el mantenimiento. “De ahí el reclamo de los comerciantes para que las autoridades municipales establezcan a la brevedad posible un programa de rescate tendiente a mejorar su infraestructura e imagen”, añadió el aspirante panista. Aquí vale la pena recordar, amables lectores, el incendio ocurrido en el 2002 dentro del ALM, mismo que arrasó varios locales, y el de 2010, que casi destruyó la cúpula de la nave principal.
Cuando en 2004 trascendió el estudio llevado a cabo por el Centro Internacional de Defensoría para el Ambiente y el Desarrollo, simultáneamente se difundió una grave acusación de los líderes del ALM hacia la administración municipal debido a corruptelas, problema recurrente desde hace décadas. En contraparte, los funcionarios señalados dijeron que habían trastocado los intereses de los dirigentes que lucran con algunos servicios de esa central de abastos, y que de ahí partía el origen de las acusaciones. Por si no lo saben ustedes, estimados lectores, esa situación persiste hasta hoy.
El ALM tiene 3 mil 300 comerciantes empadronados. Cuenta con siete baños (fuente de disputa de ingresos perversos), de los cuales uno se ubica en la sección de flores. Asimismo, hay seis estacionamientos; en cuatro de ellos el Ayuntamiento recauda las cuotas, pero no en los restantes. Los horarios para operar esos espacios han sido aplicados al antojo de ciertos líderes. Este fin de semana quien esto escribe pagó seis pesos en el estacionamiento de las fondas sin recibir el boleto respectivo. Por otro lado la línea eléctrica, a la cual están conectados miles de “diablitos”, cuesta al Ayuntamiento alrededor de 600 mil pesos mensuales. Unos 100 trabajadores municipales, que no resuelven la totalidad de la problemática latente, propicia gastos anuales de 10 millones de pesos. La instalación hidráulica data de hace 45 años. El mercado genera casi 4 millones de pesos al año por ingresos propios, pero siempre presenta un déficit financiero en su operación. Y aunque suene paradójico, el caos beneficia a quienes rechazan los cambios estructurales.
Mientras tanto, en el otro lado de la moneda las tiendas de autoservicio poseen el sistema directo de venta al consumidor y ofrecen la mayor atención con la menor intervención del personal y un área para el pago de los clientes. Otorgan la ventaja de haber incorporado departamentos como panadería y tortillería, además de contar con locales dedicados a establecimientos de comida rápida, mini-bancos, estudios de fotografía, y algunos tienen complejos cinematográficos aledaños, lo que significa un plus para el público.
A finales de la década de los años 80 y principios de los 90, Cuernavaca y su zona conurbada comenzaron a percibir el boom de los supermercados. Tan sólo basta recordar que antes de esa fecha no se habían edificado Carrefour (hoy Chedraui), Superama (Ávila Camacho, Vicente Guerrero, Río Mayo), Wall Mart (Jiutepec), Costco, Mega Comercial Mexicana (Diana –antes K Mart- y La Selva), Sumesa (Domingo Diez, Plan de Ayala, Av. San Diego), Waldo´s Mart (Vicente Guerrero, Plan de Ayala), Super G (Emiliano Zapata) y Comercial Mexicana (Jacarandas y Plaza Cuernavaca) y Sam´s Club. Por cierto, el corporativo de Wall Mart en la República Mexicana ha considerado que su sucursal en Jiutepec se ubica entre las tres más redituables en todo el país. Sin embargo, pese a la expansión de las cadenas de autoservicio, buena parte del comercio al detalle sigue haciéndose en pequeños establecimientos. Se estima que una familia típica acude al supermercado por su compra "fuerte" sólo una vez a la semana, pero va a la tienda cercana a su hogar más de tres veces a la semana para las compras del momento.