Sin embargo, Marina Aragón Celis parece haber olvidado el apoyo otrora otorgado por sus compañeros de demarcación sindical. Y, según observamos, podría conducir al primer mandatario estatal a un innecesario enfrentamiento, no sólo con la Sección 19 del SNTE, sino con los más importantes líderes de este gremio a nivel nacional, comenzando con la sempiterna lideresa Elba Esther Gordillo Morales quien, quiérase o no aceptar, salió avante del VI Congreso Nacional Extraordinario del SNTE desarrollado la semana pasada en Playa del Carmen, Quintana Roo. Durante su campaña preelectoral, Graco Ramírez aludió a la dirigencia del SNTE abriendo un prematuro frente de confrontación. Una vez electo como gobernador de Morelos, repitió la historia arguyendo que no se convertiría en el cobrador de las cuotas sindicales de “la maestra”. Asimismo, en alguna conferencia de prensa de las muchas que ofreció en su otrora casa de campaña, ratificó que el IEBEM ya no sería un feudo del SNTE. Etcétera. Ramírez Garrido ha denunciado lo que considera una “serie de corruptelas” cometidas por la autoridad educativa desde hace años, pero con lo que él supone es la venia del sindicato de maestros en Morelos.
Adversario político de la maestra Elba Esther Gordillo por mera posición ideológica, y aún no empapado sobre la realidad técnica y jurídica de un sistema tan complejo como el educativo, el gobernador participa en actos con panegiristas a modo (como el de ayer en la sede del IEBEM), expresando conceptos que en nada abonan a mantener la tranquilidad y la coexistencia pacífica entre un bando tan conflictivo (el SNTE) y la parte patronal (el gobierno estatal). El discurso es impugnativo y contrario a la tolerancia que la mayoría de antecesores de Graco Ramírez mantuvieron, aún en momentos críticos, ante la Sección 19. A escasas semanas de iniciada la actual administración, muchos maestros deben estar confundidos por la siguiente dicotomía: por una parte se les tiende la mano y por otra se les golpea, en contextos bastante emocionales. Además, el titular del Ejecutivo promete recuperar “mucho” dinero del ISR de los maestros, no para entregárselos a ellos (como hacía un despacho jurídico que por ello cobraba el normal 30 por ciento que exigen los gestores en todo el país), sino para invertirlo en educación y salud; y que sean los impuestos recuperados de los maestros de Morelos los que a final de cuentas acaben pagando lo que él llama “el proyecto de desarrollo del estado”. En resumen: la alianza que el gobernante está construyendo con normalistas de Amilcingo y funcionarios del sector educativo (que en sus tiempos fuera del presupuesto se caracterizaron por la radicalización), tendría que ser revisada a la luz de experiencias anteriores que han provocado conflictos graves a gobiernos como los de Guerrero, Oaxaca y Michoacán. La apuesta de Graco es mucho más peligrosa que benéfica en este momento.
Cambiemos de tema. A continuación haré una diferencia entre el significado de intimidación y represión. La intimidación pretende, mediante el miedo, que otros hagan lo que uno quiere. Algunos teóricos del comportamiento a menudo han visto la intimidación en los niños como una consecuencia de ser intimidado por otros, incluyendo los padres, compañeros y hermanos. La represión implica la pretensión de impedir un comportamiento, o castigarlo una vez producido. Sus conceptos opuestos son la libertad y la tolerancia. En ambos casos la represión se ejerce desde algún tipo de ámbito de poder, bien público o bien íntimo. Lo anterior me sirve para afirmar que lo sucedido en Huexca el pasado 23 de octubre fue un acto de intimidación y no de represión. Sin embargo, la presencia policíaca (dícese que participaron 150 elementos) fue ordenada desde Palacio de Gobierno para reiniciar el proyecto de una termoeléctrica de la Comisión Federal de Electricidad (CFE); y aunque hubo empellones, forcejeo y rasguños, el asunto no dejó de ser una evidente intimidación mediante el uso de la fuerza pública. Pero casi hubo represión. Y ahí están las consecuencias: Huexca sigue en conflicto, mientras en otros ámbitos de la sociedad morelense empiezan a gestarse nuevos conflictos. A ver.
Por cierto, el gas natural no podría competir aquí con el gas licuado de Pemex (LP), porque ninguna parte de Morelos dispone de redes de distribución semejantes a las que existen en unas 10 o 12 ciudades mexicanas. Definitivo: el gas natural sería mucho más barato que el LP para uso doméstico, siempre y cuando tuviéramos esas formas de distribución, desde el gasoducto que tendrá una terminal en dicha localidad de Yecapixtla, hasta los sitios de consumo. La diferencia entre uno y otro combustible es que el LP contiene odorantes para hacer posible su detección en caso de fugas. Así, no creo que los concesionarios del servicio de gas LP sean los responsables de la “agitación” en Huexca, sino los pésimos operadores políticos gubernamentales y las promesas incumplidas. Tocante al tema de Huexca, Graco Ramírez se defendió ayer tras las declaraciones de la lideresa del Partido Acción Nacional en Morelos, Norma Alicia Popoca Sotelo, quien sostuvo lo siguiente: “Actualmente existen mecanismos de participación que permiten conocer la opinión de la gente, como el plebiscito; que el mismo PRD hoy gobierno, ha pugnado por su aplicación en otras ocasiones. Resulta poco creíble que el partido que gobierna al estado, y que ha luchado y enarbolado la bandera del diálogo, deje de lado sus principios y reprima a quienes manifiestan su inconformidad a un proyecto”. Yo insisto: no fue represión, sino intimidación. La víspera, Graco señaló que Huexca no sufrió ninguna represión. Pero la intimidación, según el Ejército, es el “primer escalón” que antecede a la represión. Así ocurrió en 2008, durante el ya aludido conflicto magisterial, en Xoxocotla.