En el primer capítulo, bajo el subtema “Las guerras no se declaran” (página 18), el experto señala que los Estados mayores (de ámbitos similares a la Secretaría de la Defensa Nacional de México) suelen pasar mucho tiempo trazando líneas invisibles y pensando qué harán si alguien las cruza. Sus objetivos, añade el autor, son definir respuestas anticipadas a desafíos previsibles. Es una forma de disminuir la improvisación y evitar, por ende, acciones irracionales en momentos de crisis. Yo aplicaría lo anterior al caso de ciertos gobernantes que, motivados por intensas circunstancias emocionales, deciden bajo ocurrencias o cometen dislates.
El 9 de abril de 2010, analizando los resultados conseguidos hasta ese momento por el presidente Felipe Calderón en su lucha contra el crimen organizado, recordé la declaratoria de guerra emitida por el propio mandatario federal a comienzos de 2007, cuando decidió sacar al Ejército a las calles (concretamente lo envió a Michoacán) para sustituir a las corporaciones federales otrora encargadas de combatir a los narcotraficantes (desde la PGR), pero además comenzando la eliminación de cualquier número de policías preventivas estatales y municipales de este país para darle paso a una policía nacional con mando único. Sobre esto último, la idea se mantiene viva; “gendarmería” ha denominado el presidente electo de México, Enrique Peña Nieto, a una corporación de tal envergadura. Y el mismo objetivo es propugnado por el gobernador de Morelos, Graco Ramírez Garrido Abreu.
Tocante a dicha declaratoria de guerra escribí aquel 9 de abril de 2010: “Expertos en cuestiones bélicas indican que una declaración formal de guerra suena como algo anacrónico, casi romántico. Avisarle al enemigo que se está en guerra tiene un tinte cómico y hace recordar una anécdota del almirante norteamericano Isaac Kidd (1884-1941). En una oportunidad un destructor soviético se entreveró en el medio de su flota y encañonó al buque del almirante. Éste, sin dudarlo, inicio un zafarrancho de combate y dirigió todo su poder de fuego hacia el intruso. Indignado, el capitán del buque soviético le preguntó: ‘¿Qué pretende, iniciar la tercera guerra mundial?’. ‘No se preocupe’, le respondió Kidd, ‘que si la comienzo le prometo que usted será el primero en enterarse’”. Y agregué: “El problema de las declaraciones de guerra es serio. Felipe Calderón declaró la guerra al crimen organizado a principios de 2007 en un contexto donde subsistían luchas políticas que suelen buscar el poder, las cuales siguen vigentes hasta hoy. Sin embargo, la lucha armada con objetivos políticos suele ser por todo el poder. Cuando en la historia de un pueblo surgen sectores sustantivos dispuestos a exponer sus vidas es porque existen causas para ello. Y ojo: nunca se olvide que el narco está arraigado en la cultura de muchas regiones mexicanas. Aguas”. Sobra decir que el resultado de la guerra declarada por Calderón a comienzos de 2007 fue de 65 mil personas muertas (en ambos bandos), sin que el gobierno federal haya cantado victoria.
Siendo apenas gobernador electo y tras haber vencido al PRI en las históricas elecciones del 2 de julio de 2000, el panista Sergio Estrada Cajigal Ramírez emitió el 23 del mismo mes una declaratoria de guerra contra los diputados integrantes de la 48 legislatura local bajo el siguiente tenor: “No seré títere del Poder Legislativo. Los diputados, con su madruguete de reformas constitucionales, quedaron en evidencia, puesto que algunos de ellos serán llamados a participar en el nuevo gobierno”. Y es que, efectivamente, aquellos legisladores (priístas y perredistas), bajo la guía de distinguidos políticos tricolores de la época, reformaron (por la vía rápida) 29 artículos de la Constitución Política de Morelos acotando las principales facultades del titular del Poder Ejecutivo. Aquello fue un albazo parlamentario como revancha del PRI tras su derrota el 2 de julio de 2000. Por cierto, gracias a una de aquellas reformas constitucionales, el Legislativo le arrebató al Ejecutivo el Sistema Morelense de Radio y TV, regresado hace unos días a su tutor original. Desde luego, ninguno de aquellos diputados fue incorporado a la administración blanquiazul. Asimismo, aquella declaratoria de guerra le sirvió para maldita la cosa a Estrada Cajigal Ramírez a quien, además, se le ocurrieron otras batallas buscando el exterminio de sus adversarios. Recordamos, por ejemplo, la que polarizó a su gobierno con todas las agrupaciones de abogados, a cuyos líderes acusó de tener vínculos con narcotraficantes y criminales organizados. Obviamente, el gremio de la abogacía jamás le perdonó la afrenta y llegado el momento coadyuvó para incoarle juicio político al belicoso mandatario el 24 de octubre de 2004. Todos sabemos que fue defenestrado, pero sostenido con alfileres al frente del gobierno gracias a Vicente Fox y una truculenta maniobra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Así llegamos al pasado jueves 25 de octubre. En la sede del IEBEM, el gobernador Graco Ramírez Garrido Abreu emitió una declaratoria de guerra en contra de la Sección 19 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y la lideresa nacional del gremio, Elba Esther Gordillo Morales. No tardó en ir por la respuesta: dicha demarcación sindical le exigió probar algunas acusaciones y disculparse, lo cual no había sucedido hasta el momento de redactar la presente columna cuando, por cierto, había trascendido otra declaratoria de guerra por parte del actual titular del Poder Ejecutivo, ahora dirigida a quienes rechazan, desde Huexca (Yecapixtla), la construcción de un proyecto de la CFE. Dijo Graco Ramírez (teniendo como escenario la firma de un convenio con Nacional Financiera): “Por ningún motivo cederé ante el chantaje de grupos antagónicos que sólo buscan beneficiarse. El proyecto de Huexca va a concretarse”. Horas antes, la Policía Federal custodió el ingreso de personal y maquinaria de la CFE al predio de la futura termoeléctrica. Pero casi a la misma hora, los dirigentes de lo que queda del Movimiento Magisterial de Bases (es decir de la CNTE), sí, el mismo que durante tres meses de 2008 paralizó el sistema estatal de educación básica, aseguraron que apoyarán “la guerra contra el SNTE”, con cuyos dirigentes locales se reunirá el gobernador el lunes 5 de noviembre. Me parece que para declarar la guerra al SNTE, Graco calculó muy bien los costos, incluyendo uno que, en cantidades multimillonarias, daría como resultado la creación de un sindicato alterno a la Sección 19. Esto ya fue promovido, sin conseguirlo, por gobernadores de varios estados. Lo que sí lograron fue desquiciar la calidad educativa y causar perjuicios sociales. La CNTE no existe en Morelos; por lo tanto la apuesta del gobernante está mal enfocada, a menos que Enrique Peña Nieto le haya dado luz verde para comenzar aquí un experimento tendiente a defenestrar a Gordillo Morales. Yo lo dudo. En resumen: las declaratorias de guerra no cuajan sin la economía de fuerzas y recursos.