O mantener la actual polarización (sobre todo entre las fuerzas políticas), cuyos platos rotos los está pagando la ciudadanía, lacerada a diario por la crisis económica, la desesperanza, la inseguridad pública y el recurrente clima de violencia. Con urgencia requerimos un nuevo liderazgo basado en principios, sin afanes personalistas ni protagónicos y anteponiendo los intereses de la comunidad a los propios. Ya basta de luchas fratricidas entre hermanos.
2.- Necesitamos serenarnos. El proceso electoral de 2012, que cimbró las estructuras sociales de Morelos, ya es historia. Sin embargo, en la arena política todavía pululan quienes, obcecados, no comprenden que la reforma institucional de Morelos no puede hacerse por mero voluntarismo político o cambios planificados, ni por decreto. Lo que está en juego son las reglas estructurales de la acción colectiva, nuevos modelos mentales, valores, actitudes, capacidades y equilibrios de poder. Hasta hoy, lejos de imperar una mejor convivencia democrática, se respiran por doquier aires revanchistas bajo la promoción de quienes resultaron perdedores en las elecciones del año pasado, aunque se les han sumado grupos de la sociedad civil preocupados o agraviados por la problemática que no tiene para cuándo acabar.
3.- Políticos, politicastros, politiqueros, politiquillos y politicones todavía no reaccionan. Se mantienen adormecidos por la debacle electoral de 2012, convirtiendo el sistema de relaciones políticas y sociales en un proceso de cambio institucional sumamente complejo. A tantos meses de distancia los actores no comprenden que las sociedades más exitosas en términos de desarrollo consiguieron crear las condiciones del cambio institucional permanente a través de acuerdos y compromisos. Me parece que los actores políticos panistas y priístas, fundamentalmente, se niegan a reconocer lo anterior. Y los de enfrente no están dispuestos a ceder un ápice mediante la negociación y la inclusión. Así las cosas, enfrentamos un proceso extraordinariamente difícil, que supone cambios en los actores, en las relaciones de poder y en los modelos mentales; es decir, un proceso de aprendizaje social tensionado porque, aunque se traduzca en beneficios para la sociedad, está lleno de incertidumbres y esfuerzos costosos para los ganadores y de sacrificios inevitables para los perdedores.
4.- El 16 de mayo de 2008 se estrenó la película “Gomorra”, del director Mateo Garrone, basada en la novela homónima de Roberto Saviano, inspirada a su vez en hechos reales. El largometraje plasma cinco historias que abordan la violencia en Nápoles y Caserta, a causa de la Camorra, una organización criminal mafiosa de la zona limítrofe de Campania y Nápoles. La etimología del término “Camorra” es bastante incierta, pero la más aceptada indica que proviene del antiguo concepto español “gamurri” con el cual se individualizaba a las bandas de malhechores que abundaban en las montañas españolas y llegaron a Italia alrededor del año 1300. Por extensión, el término “camorrista” pasó a ser sinónimo de matón o pendenciero. ¿Qué relación tiene todo esto con nuestro tema de hoy? Mucha.
5.- Desde siempre he puesto énfasis en la necesidad de que todos los actores políticos morelenses, sin excepción, hagamos un alto en el camino y busquemos la serenidad, tan indispensable para enfrentar los agravios sociales, entre los cuales destaca el implacable reacomodo del crimen organizado. El triunfo de una coalición izquierdista en la gubernatura de Morelos, teniendo como candidato a Graco Ramírez Garrido Abreu, pero también el advenimiento de otros institutos políticos sobre la arena pública local (en diferentes cargos de elección popular), generó una etapa postelectoral sumamente tensionada. Las precampañas, las campañas, la jornada electoral del 1 de julio de 2012 y los meses posteriores se caracterizaron por los ataques entre personajes de distinto calibre, adscritos a todos los partidos políticos. Lo paradójico, estimados lectores, es que dicho entorno de conflictividad no ha cesado. No ha fructificado ningún llamado a la unidad por parte del Poder Ejecutivo, del Congreso local, del Poder Judicial, de los ayuntamientos morelenses, etcétera. La Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) tampoco ha servido como mediadora en el conflicto. Al contrario: también se ha sumado. El resultado es un mayor deterioro de la frágil cohesión social de nuestra entidad federativa.
6.- El escalamiento de los problemas avanza ante la impericia política de cualquier bando. Bastó que el procurador general de Justicia de Morelos, Rodrigo Dorantes Salgado, compareciera este martes ante 22 diputados locales (teniendo como escenario las oficinas legislativas de Cataluña, en el fraccionamiento Maravillas de Cuernavaca), para que los detractores del gobernador volvieran a “mostrar el músculo”. El manoseo político de los problemas técnicos, administrativos, financieros y operativos que enfrenta la PGJ, lamentablemente para el pueblo de Morelos se ejecuta frente a una delincuencia cada vez más implacable. Se acerca la fecha límite (el 15 de diciembre) para aprobar o rechazar el proyecto de Presupuesto de Egresos del gobierno estatal 2014, y la confrontación política no se detiene. El forcejeo en torno a la Procuraduría debe terminar cuanto antes, amables lectores. Es demasiado peligroso para la sociedad el hecho de que los depositarios del poder público y quienes disfrutan de sus múltiples canonjías se sigan dando hasta con la cubeta, aunque dejando al garete la vulnerabilidad de la multicitada institución. Todo ello ocurre mientras el crimen organizado y la delincuencia común aprovechan los vacíos de autoridad y la impunidad en perjuicio de la ciudadanía.
7.- Y podríamos seguir reseñando las características del forcejeo en un escenario donde los protagonistas quieren “mostrar el músculo”. Me parece que la salida de este berenjenal radica en lo que comenté al principio: hacer un alto en el camino, serenarse, buscar la inmediata reconciliación, propugnar agendas comunes hacia el año 2014 (período en el cual deberán consolidarse las políticas públicas aplicadas por los tres órdenes de gobierno, pues en 2015 habrá de nuevo elecciones), sentar las bases de la coexistencia pacífica entre partidos y promover, hasta el límite de las circunstancias financieras, el desarrollo de la infraestructura que ubique a todo Morelos –no solo a Cuernavaca- en un sitio digno dentro de la competitividad nacional. Esta debe ser la aspiración de todos. Una mayor polarización política no resuelve nada y siempre nos estará proyectando ante la opinión pública nacional como auténticos camorristas. A ver.