De acuerdo a lo expresado la víspera por dicha funcionaria judicial, Edgar sí tiene su acta de nacimiento en la Unión Americana. Propios y extraños saben que “El Ponchis” formó parte de un grupo criminal y en 2010 se le juzgó por asesinar a cuando menos cuatro personas, amén de que cometió otros ilícitos graves. Fue sentenciado a un internamiento de tan solo un trienio en el Centro de Ejecución de Medidas Privativas de la Libertad para Adolescentes (CEMPLA), debido a que al momento de su aprehensión tenía 13 años de edad.
2.- El próximo martes 3 de diciembre Edgar “N” cumpliría los tres años de condena. Tiene ya 17 años. Pero “El Ponchis” fue extraído la madrugada de ayer con gran hermetismo (y en medio de un fuerte dispositivo de seguridad) de las instalaciones del CEMPLA, a fin de ser enviado a San Antonio, Texas, donde supuestamente se reuniría con algún pariente suyo. Ese procedimiento, según me informó Ana Virinia Pérez Güemes, se ejecutó a petición del mismo Edgar ante la embajada de Estados Unidos en México, aunque hace apenas unos días trascendió que el gobierno de Estados Unidos había rechazado la posibilidad de recibirlo en su territorio. El gobernador Graco Ramírez Garrido Abreu así lo confirmó al periodista nacional Oscar Mario Beteta a través de Radio Fórmula, indicando que por ello solicitó la intervención de la Secretaría de Gobernación (ante EUA) para conseguir la deportación del multicitado joven.
3.- Pues bien. No podemos hablar de deportación o extradición. Lo primero ocurre cuando una persona es expulsada de determinado país y lo segundo si alguien es exigido en otro ante la comisión de algún delito. Durante la mañana de ayer varios comunicadores sociales estuvimos manejando el concepto de repatriación, la cual se realiza si el ciudadano originario de cierta nación solicita ser trasladado hacia ella de manera voluntaria. Pero tampoco. No fue una repatriación, sino un retorno asistido, al cual me referiré a continuación. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) es el retorno voluntario y reintegración ordenados, humanos y eficaces en función de los costos de los migrantes que no pueden o no desean permanecer en los países anfitriones y que deseen regresar a sus países de origen. Le pregunté a Ana Virinia Pérez Güemes y Ocampo si “El Ponchis” había radicado en México -durante gran parte de su vida- en calidad de migrante, y me contestó que sí. Por eso se acogió al retorno asistido que, además, está contemplado en los artículos 116, 117 y 118 de la Ley de Migración de México. Así las cosas, Edgar pudo solicitar el retorno asistido hacia Estados Unidos, en virtud de que se encontraba de manera irregular en territorio mexicano y ya no existía ninguna restricción legal emitida por autoridad competente para abandonar el país.
4.- Sin embargo, por donde volteo a ver, amables lectores, percibo que a tres años de distancia el gobierno de Morelos no hallaba la forma de deshacerse de la “papa caliente” que significaba la permanencia de “El Ponchis” sobre nuestra entidad o en el territorio nacional. Su caso, a la edad de 13 años, llamó en 2010 la atención hasta de los medios internacionales. Propios y extraños se interesaron en el “niño sicario” y la forma en que degolló a sus víctimas. Y a partir de la semana próxima, con 17 años cumplidos, hubiera sido igual o empeorado si, como aconteció ya con algunos jovencitos otrora al servicio del crimen organizado, alguien asesina a Edgar tras ser liberado y sin tener la garantía de protección a su integridad física por parte del gobierno morelense. En este último aspecto es importante recordar que el Poder Ejecutivo, por ley, estaba obligado a cumplir esa garantía y además el desarrollo de un futuro mejor para “El Ponchis”. La aniquilación de Edgar pudo representar una omisión grave por parte del gobierno estatal. Era preferible, pues, conseguir su traslado hacia los Estados Unidos. Y me parece que se encontró el mecanismo, aunque he de decirle a usted que algunos medios nacionales difundieron la tarde de ayer que “El Ponchis” se encontraba en Tijuana, donde permanecería una etapa previa a su internación en territorio norteamericano. Es decir: continuaba la información a medias.
5.- Respecto al multicitado personaje hay mucha tela de dónde cortar, pero me salta un tema en particular bajo el siguiente cuestionamiento: ¿Existe en Morelos un sistema de seguimiento y monitoreo de los resultados de tratamiento en el CEMPLA? ¿Tiene el personal de esa institución la forma o los programas para medir la reinserción social o la reincidencia? Es un secreto a voces, dentro del sistema penitenciario de Morelos, que la reinserción social se encuentra estancada o prácticamente no funciona. Es una de las principales debilidades de nuestro sistema de seguridad pública. Respecto al CEMPLA la reinserción social del adolescente debería ser el objetivo central y final de la intervención psicosocial con el infractor y su familia mediante un proceso de fortalecimiento de capacidades personales, familiares y sociales tendientes al logro de la integración social (afectiva, familiar, comunitaria, laboral, etc..) y el desistimiento de comportamientos alejados de las normas (reincidencia).
6.- Por ello es necesaria una intervención de calidad, así como el seguimiento de los logros readaptativos evaluando la reinserción y reincidencia. Tocante a “El Ponchis” nadie puede predecir su futuro. Imaginen ustedes, pues, lo que sucede en torno a la totalidad de los internos del CEMPLA. No existen programas longitudinales de seguimiento de cada caso a largo plazo, ni formas para detectar oportunamente los factores de riesgo entre los adolescentes cuando son liberados. Me refiero a los riesgos que implican el consumo de drogas, el abandono escolar, las actitudes violentas y la comisión de otros actos ilegales. Es un asunto interminable. Si Edgar “N” es tratado eficazmente por alguna institución norteamericana será algo encomiable. Todos deseamos que cuando cumpla allá la mayoría de edad (a los 21 años) se haya reinsertado de manera plena a la sociedad.
Punto y Aparte
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Revuelo por “El Ponchis”
Seguimiento a largo plazo
1.- Ayer platiqué con la magistrada Ana Virinia Pérez Güemes y Ocampo, presidenta del Tribunal Unitario para Justicia de Adolescentes en Morelos (TUJA), quien declaró que Edgar “N”, mejor identificado con el sobrenombre de “El Ponchis”, siempre estuvo en México en calidad de indocumentado. Es decir: como inmigrado sin el reconocimiento oficial del Estado Mexicano, pues ni acta de nacimiento tenía. Sin embargo, llevamos tres años escuchando que el “niño sicario” posee la doble nacionalidad, mexicana y norteamericana, pues nació en los Estados Unidos de Norteamérica siendo hijo de padres mexicanos.
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