La abogada defensora de nuestro paisano, Sandra Babcock, quien forma parte de la estructura jurídica del Center for International Human Rights, se reunirá a las 10:00 horas con un juez adscrito a la Corte Federal de Houston, quien analizará el expediente respectivo. Esta sería, quizás, la última oportunidad para conseguir el aplazamiento de la ejecución y reponer la investigación, pues para nadie es un secreto que al comenzar su calvario fueron quebrantados los derechos humanos de Edgar y el principio jurídico del debido proceso, amén de que las autoridades texanas omitieron informar oportunamente del hecho al Consulado mexicano en Houston. Esto se ha sabido desde hace 20 años a la fecha.
2.- Cualquier número de personalidades e instituciones han solicitado al gobernador de Texas, Rick Perry, el aplazamiento de la ejecución, pero ha puesto oídos sordos. Su despacho está repleto de miles de cartas, donde bajo todos los tonos se le pide evitar la ejecución de Edgar Tamayo. Entre los firmantes de esas cartas se encuentran el secretario de Relaciones Exteriores de México, José Antonio Meade; el embajador mexicano ante EUA, Eduardo Medina Mora; el presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Raúl Plascencia; y el gobernador de Morelos, Graco Ramírez Garrido Abreu. También han enviado misivas la Corte Internacional de Justicia, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos e incontables embajadores de distintas naciones. Pero Perry, hasta el momento de redactar la presente columna, seguía en su misma posición. El gobernador Graco Ramírez, en su conferencia de prensa de ayer, volvió a llamarlo racista.
3.- En días pasados señalamos que el Congreso y sus insignes diputados dejaron solos a los familiares de Edgar Tamayo Arias y a los morelenses que han estado pendientes del caso del mexicano oriundo de Miacatlán, Morelos. A ninguno de los 30 diputados les interesó sumarse a las numerosas voces estatales, nacionales e internacionales que piden clemencia para Edgar y que se conmute su pena por cadena perpetua en lugar de aplicarle inyección letal tras 20 años de permanecer encarcelado. Ya se pronunciaron el Senado, el gobierno federal y estatal, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos e instancias de Estados Unidos, y los diputados no pudieron proponer un pronunciamiento como Congreso, un punto de acuerdo, ni siquiera cuando les atacó la diarrea legislativa en diciembre pasado. Acaso dirán los diputados que para qué se pronuncian si los gringos no les harán caso, pues su voz es ignorada reiteradamente por las autoridades de Morelos. Apenas ayer, a destiempo y como respuesta a la prensa, se conocieron comentarios de un par de legisladores sobre el tema. Sin embargo, hay mucha gente interesada por el miacatlanense, pues el domingo hubo una multitudinaria marcha en aquel municipio para pedir por Edgar y hoy habrá dos en Cuernavaca. Prevalece la esperanza en que la ejecución no se concrete.
4.- Don Lauro Ortega Martínez, gobernador de Morelos durante el sexenio 1982-1988, solía decir en forma por demás pragmática: “Si un funcionario o político quiere ayudar al pueblo, lo hace de inmediato, pero si le gana la indiferencia, mejor ni acercársele, aunque pudiera caer en la simulación, que es equiparable a la corrupción”. Sacamos a colación la reflexión del inolvidable galeno de Xochitepec para comentar lo siguiente. El pasado 7 de enero Edgar Tamayo envió una carta a Ramón Castro Zavala (recibió la misiva hasta el 16 del mismo mes), donde entre muchas otras cosas le dijo: “Quiero pedirte un favor, claro si puedes hacérmelo. La verdad nunca me ha gustado pedirle nada a mi familia y menos dejarlos endrogados. Y pues yo siempre estuve preparándome en todo, y ya tenía listo para mi funeral. Pero mi amiga que me iba a ayudar con ello lamentablemente es víctima del maldito cáncer y ahora está en quimioterapia. Ni siquiera va a poder estar aquí conmigo, ya no le quiero decir nada. Mi tía Mago me dijo que ella arreglaba esto, pero la verdad es que me siento hasta mal dejarla solita. Te quiero pedir de favor que si me puedes ayudar con algo para yo dárselo a ella, tú sabes que estas cosas (los gastos funerarios) son un poquillo caras.”
5.- Aquí viene lo que me interesa ahora, sin subestimar en nada el resto de la carta, para demostrar que infinidad de funcionarios públicos son simuladores o corruptos según la filosofía de Don Lauro Ortega: “Y NO QUIERO QUE META MANO EN ESTO EL MENTADO CONSULADO (respeto las mayúsculas originales), la verdad que esta gente me decepciona, son puras pinches mentiras con esta gente y la Secretaría de Relaciones Exteriores no hacen nada y tampoco los Derechos Humanos, claro que mandé quejas y nunca hicieron nada. Y fíjate en esto, el consulado viene una vez por mes a visitarnos y ellos lógico que mandan su reporte a México sobre sus visitas. Yo tengo años pidiéndoles una copia de dicho reporte y nunca me lo han mandado. Quiero saber las mentiras que han escrito sobre nosotros, principalmente del año 2008 al 2013 donde estuvo un tal licenciado llamado Luis Benjamín Lara, la verdad que este fue el más mentiroso que hemos tenido. ¿Y qué hicieron para resolver el problema? Solamente lo cambiaron para Calexico, California. Claro que allá seguirá haciendo lo mismo.” Etcétera, etcétera. Varios párrafos con el mismo sentido: la simulación por parte de pésimos servidores públicos mexicanos.
6.- Según informes difundidos por algunos diarios texanos, en febrero de 2010 el mentado cónsul Luis Benjamín Lara Escobedo, así como sus ex compañeros en aquella demarcación diplomática, a saber Norberto Saúl Terrazas, Juan Cerda y Adrián Estrada, fueron señalados públicamente por ser omisos ante infinidad de asuntos consulares. Imaginen ustedes: decenas de casos radicados en sus oficinas dormían el sueño de los justos, lo cual confirma lo escrito por Edgar Tamayo en la carta dirigida a Ramón Castro Zavala. Lo peor es que el cónsul de marras sigue adscrito a la representación de la Secretaría de Relaciones Exteriores en la ciudad de Calexico, California. Esto significa que lo encubrieron y hasta recompensaron por sus magníficos “servicios” ofrecidos a los migrantes mexicanos en Texas. Remata Edgar en su carta: “LA CÁRCEL NO COME, PERO SÍ MATA A NUESTROS SERES QUERIDOS. Y SIEMPRE VAMOS A SER LAS VÍCTIMAS DE NUESTRA POBREZA Y DE NUESTRO PROPIO COLOR”.