Sin embargo, el estancamiento de dicha Feria tiene antecedentes y son el resultado de una prolongada e histórica red de corruptelas, mala planeación por parte del Ayuntamiento citadino, los caprichos de los presidentes municipales en turno, el origen viciado del Recinto Ferial y el impacto del intenso desarrollo comercial propiciado en nuestra capital y su zona conurbada por grandes cadenas de tiendas de autoservicio y departamentales. Los fracasos de la Feria se han percibido con mayor intensidad en determinados trienios, como ocurrió con el de Adrián Rivera Pérez, alcalde cuernavacense de 2003 a 2006.
2.- Es importante subrayar que la problemática enfrentada por los organizadores del evento no es privativa de Cuernavaca y otras localidades morelenses, pues se repite con otras ferias regionales a nivel nacional, aunque cabe subrayar que respecto a la que comenzó ayer, el mayor conflicto radica en la no disponibilidad de un predio propio para su realización.
Hay quienes opinan que la mejor época de la Feria Cuernavaca fue el bienio 2001-2002, con Carlos Pedroza, entonces secretario de Desarrollo Económico, y los regidores municipales Jesús Giles Sánchez y Víctor Sánchez Trujillo al frente del comité organizador, teniendo como escenario los terrenos de Acapantzingo, posteriormente inmersos en un conflicto de intereses y corruptelas sobre los pagos efectuados por el Ayuntamiento a cargo de José Raúl Hernández Avila (periodo 2000-2003) a ejidatarios que vendieron ilegalmente esos predios. Imaginen ustedes la situación que se vivió en 2005: la administración de Adrián Rivera Pérez, al no disponer de aquel escenario, rentó en Jiutepec una ex granja avícola perteneciente a Guillermo León Flores, donde hizo el ridículo y generó un serio problema de imagen a la Feria proyectándola como un evento mal organizado y sin importancia. De nada sirvió entregarla en concesión al “empresario” Carlos Quiroz Maldonado, quien resultó un auténtico fiasco.
3.- Según se observan las cosas, Cuernavaca difícilmente podrá disponer de un “Polyforum” como el de León, Guanajuato, el recinto ferial más grande de México. Las comparaciones son odiosas, pero es necesario hacerlas para ubicar a la capital morelense y las autoridades municipales en su mediocre dimensión. Ese complejo consta de 67 hectáreas, divididas en tres zonas: área de exposiciones y convenciones, de recreación y de fomento a la cultura. Puede haber ahí, simultáneamente, noches tema, charreadas, peleas de gallos, funciones de cine en una pantalla de “Imax” (la más grande de Latinoamérica) y toda clase de espectáculos y exhibiciones. No es un simple “tianguis” o una enorme cantina como la Feria Cuernavaca. Además, el “Polyforum León”, cada año es sede de 78 convenciones y exposiciones importantes, logrando mantener mensualmente una ocupación promedio de 78 por ciento. Es decir: se trata de un recinto ferial autofinanciable.
4.- ¿A quién debe responsabilizarse de la mediocridad todavía prevaleciente en nuestros días? Sería injusto endilgarle la culpa sólo a la administración municipal, pues la problemática del evento es multifactorial. Para explicar la decadencia de esta y otras ferias regionales es necesario buscar algunos antecedentes históricos. No me remontaré a la Colonia, cuando Hernán Cortés se sorprendió al observar lo que a todas luces fueron las raíces de nuestro sistema comercial y las ferias regionales, descritas magistralmente por la pluma de Bernal Díaz del Castillo. Ni tampoco me referiré al ocaso de esos eventos aparejado al aniquilamiento de las antiguas ciudades, cuyas rutas comerciales tradicionales que partían desde los más remotos confines fueron decayendo. Pero sí me trasladaré al sexenio rivapalacista (1988-1994), cuando Cuernavaca entró en una vertiginosa expansión comercial generada por el mercado interno de la que es considerada “ciudad dormitorio” del Distrito Federal y el desarrollo de grandes cadenas trasnacionales asociadas a consorcios mexicanos de tiendas de autoservicio y departamentales. La construcción de la “Plaza Cuernavaca” en 1989 inició el “boom”, implacable hasta hoy.
5.- En aquel tiempo aumentaron la especulación inmobiliaria, el tráfico de influencias sobre los procedimientos administrativos vinculados al uso del suelo y la red de complicidades promovida desde ámbitos municipales para permitir violaciones a la carta urbana y a las normas de construcción, gracias a lo cual se enriquecieron alcaldes, servidores públicos en turno y funcionarios estatales. Pero poco o nada significaron para las autoridades municipales subsecuentes tan negras experiencias, pues la expansión comercial siguió avanzando por encima de los modelos tradicionales de comercialización y la falsa creencia de que la capital morelense es turística. El resultado: desaparecieron miles de establecimientos del mercado tradicional y varias ferias regionales pronto lo harán. Una de ellas, por lo menos bajo su conceptualización actual, será la Feria Cuernavaca cuyo antecedente, la Feria de la Flor creada en 1965 por Emilio Riva Palacio, se extinguió hace muchos años.
6.- Para entender todavía más el debilitamiento de los mercados tradicionales y el aniquilamiento de ferias locales y regionales, debe recurrirse a la historia y recordarse la extinción de antiguas ciudades, como Tenochtitlan, cuyaruta comercial tradicional decayó ante el avance de la corona española. Los reinos y señoríos no sometidos para 1521, como Michoacán, la inmensa región Huasteca y el reino mixteco, entre otros, celebraban sus mercados tradicionales hasta que paulatinamente todas las regiones de la naciente Nueva España fueron sometidas por los conquistadores. El curso de las sociedades fue dividiendo sus sistemas internos de comercio en días de plaza y en pequeñas ferias regionales, lo cual subsiste exiguamente al día de hoy. En Morelos el día de plaza mayor sigue siendo los domingos, pero eventualmente puede efectuarse entre semana en una plaza o calle local. Algunas poblaciones todavía se significan porque concurren indígenas llevando textiles hechos en telar de cintura, legumbres, frijol y maíz, con lo que se abastecen residentes de ampliaciones ejidales semiurbanizadas. Además compran cecina, pan, miel y aguardiente, así como enseres domésticos de barro o peltre, que únicamente ahí pueden adquirir. Se crearon compañías comerciales dedicadas a la comercialización en las diferentes ferias y a vender los productos que importaban y exportaban. Hoy en Cuernavaca dichas compañías comerciales se ubican dentro de los factores de debilitamiento regional en cuanto a identidad y tradiciones, mientras la Feria Cuernavaca y otras no significan nada como motores del comercio, aunque hay sus honrosas excepciones en el país y el mundo.