Me parece, pues, que todos deberían participar de la reforma institucional exigida por la ciudadanía morelense, la cual no puede hacerse por mero voluntarismo político o cambios planificados, ni por decreto. Lo que está en juego son las reglas estructurales de la acción colectiva, nuevos modelos mentales, valores, actitudes, capacidades y equilibrios de poder.
2.- Las nuevas correlaciones de que depende dicho cambio institucional serán excesivamente complejas mientras los actores políticos no comprendan que las sociedades más exitosas en términos de desarrollo consiguieron crear las condiciones del cambio institucional permanente a través de acuerdos y compromisos. Quienes se nieguen a lo anterior estarán condenados a repetir la historia muchas veces constatada por la ciudadanía local: escenarios de confrontación, con procesos extraordinariamente difíciles para los actores involucrados. Se obstruirá de nuevo el desarrollo económico y habrá tensión social, prevaleciendo la incertidumbre. Por un lado se situarán quienes aún se proyectan como ganadores, pagando un alto costo de desasosiego, fundamentalmente porque carecerán de recursos para moverse. Y por el otro veremos a los perdedores, con sacrificios inevitables.
3.- El contexto antes descrito, gentiles lectores, enfrentará la resistencia al cambio, aludido recientemente por Daniel Eskibel, máster en consultoría política de la Universidad Camilo José Cela de Madrid, en su entrego semanal a este columnista. El artículo se titula precisamente así: “La resistencia al cambio”, que a continuación transcribiré para entender un poco más el escenario que viene. “Mira cualquier proceso político de este siglo 21.
Observa más allá de las apariencias. Escudriña detrás de la superficie. Verás un paisaje griego de hace 2500 años. Verás a Heráclito caminar descalzo por la fresca orilla de un río. Heráclito explicando que todo cambia y fluye eternamente. Tanto que ni siquiera logramos bañarnos dos veces en el mismo río porque la segunda vez ni el río ni nosotros somos ya los mismos. Pero verás también a Parménides, sentado allá en lo alto sobre una roca. Parménides enseñando que ‘lo que es...es, y lo que no es...no es’. Ese pequeño resplandor de la filosofía griega ilumina una verdad esencial que la política suele olvidar: dentro de cada ser humano hay deseos de cambio y al mismo tiempo resistencia al cambio. Y ese conflicto se escenifica en todos los procesos políticos. A veces no es explícito, pero siempre está. Y quienes impulsan cambios, cualquiera sea su naturaleza, deben tener muy en cuenta la resistencia al cambio”.
4.- ¿Qué o quién impide los cambios? ¿El gobierno? ¿La propia oposición? Responde Eskibel: “Tal vez ambos. Por lo menos en parte. Pero si aislamos el elemento fundamental que impide o retrasa cualquier tipo de cambios, entonces encontramos algo en el interior de los individuos. En su psiquismo. En su psicología política. Me refiero a la resistencia al cambio. Se trata de una compleja red de actitudes y emociones articuladas en torno a dos componentes esenciales: una cierta tristeza por tener que desprenderse de lo conocido, de aquello a lo que el individuo se ha habituado; y un cierto temor ante lo nuevo y desconocido que vendrá a sustituir a lo viejo y conocido. La interrelación entre estos dos factores produce resistencia al cambio. En algunas personas esa resistencia se manifiesta por la virtual imposibilidad de cambiar. En otras por un bloqueo más o menos importante. Y en otras, por lo menos en una demora frente al cambio, en una necesidad de mayores tiempos y argumentos para cambiar”.
5.- En el plano electoral la resistencia al cambio favorece al oficialismo y le hace las cosas más complicadas a la oposición. “Prefiero malo conocido antes que bueno por conocer”, dice mucha gente en la cresta de la ola de la resistencia al cambio. Añade el experto: “Recuerda la frase de Andreotti: ‘el poder desgasta… al que no lo tiene”. Sin embargo, quien lo tiene debe saber transformar sus ventajas en votos. La clave está en que ambos, gobierno y oposición, deben saber que detrás de muchos comportamientos políticos anida la vieja, conocida y confortable resistencia al cambio. Cada uno sabrá cómo trabajarla.
6.- Cambiemos de frecuencia. Dirigentes de sindicatos de burócratas del estado y los municipios, a los que se sumaron líderes de la UAEM, se reunieron ayer por la mañana con diputados de la Comisión del Trabajo del Congreso local, que preside Esaú Mondragón del Partido Encuentro Social. El tema: la reforma para “desaparecer” el sistema estatal de pensiones, propuesta por el Poder Ejecutivo morelense. El resultado fue una victoria pírrica para los trabajadores, quienes lograron que el tema no sea tocado en este periodo. Esto significa que su agonía se aplaza para el periodo de sesiones a iniciar el 1 de febrero y en el ínter serían impulsados a un diálogo que conviene al interés del Ejecutivo y es promovido por el propio Legislativo. Y en esa permanente desconfianza que caracteriza al mexicano, los burócratas temen que sus líderes sindicales se “vendan” y la reforma sea aprobada tal como la ha planteado el gobierno estatal. Mientras tanto, burócratas del Poder Ejecutivo perciben una “campaña de hostigamiento” por parte de la Secretaría de Administración que encabeza Alberto Barona Lavín, para desalentar su participación en las acciones de oposición y protesta ante el intento por modificar el sistema estatal de pensiones, sobre el cual predomina la confusión con respecto de sus alcances. En resumidas cuentas, la iniciativa de reforma parte de la lógica elemental en el sentido de que pronto no habrá dinero para pagar pensiones y jubilaciones, pues su monto total se ha incrementado exorbitantemente en los años recientes, superando ya los 450 millones de pesos anuales. A ver.
7.- La Comisión de Gobernación y Gran Jurado que preside el aliancista Julio Espín Navarrete, deberá abordar en breve el caso del alcalde de Jantetelco, Romualdo Fuentes Galicia, quien tras cometer una serie de tropelías vaga como cadáver político en aquella municipalidad en espera de que el Congreso tome cartas en su asunto, que involucra la falsificación de firmas de los miembros del cabildo para actas con las cuales se habría validado el manejo de recursos económicos. El munícipe ya fue convocado a principios de noviembre por la comisión que lidera Espín Navarrete, junto con la tesorera Dalia Ruiz Benítez y el secretario general Abel Anzures Chávez, pero nada se resolvió en cuanto a las acusaciones que en su contra han hecho el síndico Nicolás Flores López y los regidores Clementina Sánchez Mejía y Octavio Zamora Torres. Sobre este tema, hace unos días el panista José Manuel Tablas pidió “todo el peso de la ley” en contra de Romualdo, a quien desea ver encarcelado. ¿Odio personal o qué?