Lo más reciente es eso de que habría amenazado, en conversación telefónica con el presidente Enrique Peña Nieto, penetrar nuestras fronteras para realizar el trabajo que acá no se ha querido desarrollar, “atrapar a los hombres malos”, que dicho sea de paso, parecen ser demasiados y tienen a los ciudadanos de rodillas, con la complacencia del régimen de gobierno.
Claro, ya tanto la Casa Blanca como el gobierno mexicano han hecho los desmentidos correspondientes, sin embargo de todo lo anterior sólo quedan dudas y se abunda en las especulaciones, porque la grabación filtrada parece ser real.
No podemos ignorar que en nuestro país vivimos con verdades a medias, en buena medida, la información que surge de las instituciones públicas suele alejarse mucho de la realidad, sobre todo cuando se trata de temas tan delicados como la delincuencia.
Mucho se ha insistido en que durante la mayor parte de la campaña electoral por la presidencia de la Unión Americana entre Trump y Hillary Clinton, nunca hubo duda de que el primero llevaba el triunfo en la bolsa. ¿Cómo fue entonces que a nosotros nos vendieron la idea de que era lo contrario?
En efecto, el hoy mandatario del país vecino orientó su estrategia electoral a partir de un discurso poco amigable hacia los mexicanos, seguramente sabedor de que ello atraería el mayor número de simpatizantes, los gringos en su mayoría se consideran superiores y nos ven con desprecio, pero no era justificación para negar que siempre llevó delantera, acorde con analistas y politólogos que le dieron seguimiento a ese proceso de elección.
Por esas y otras razones es que no está por demás preguntarnos si en efecto, el escenario que se nos viene presentando hoy día, respecto a las relaciones México-Estados Unidos es realidad o mentira, porque finalmente es derivado de ese supuesto desacuerdo, que se viene haciendo un llamado a la unidad nacional, que ya lo mencionábamos en otra reflexión, no está mal, de hecho no deberíamos esperar algo así para estar unidos, sin embargo los ciudadanos somos los menos culpables de que eso no ocurra.
Ya incluso algunos analistas de medios nacionales han empezado a hablar del tema, desde un punto de vista crítico, poniendo en duda la legitimidad de las razones que han llevado a grupos, partidos políticos y corrientes de opinión encontradas a sentarse en el mismo escritorio e insistir en unir esfuerzos a favor del territorio nacional.
Lo primero que se cuestiona es el papel histórico que -salvo algunas excepciones- han jugado esos personajes de la política que piden a los mexicanos el respaldo, a fin de enfrentar decisiones de Trump en nuestra contra, porque la mayoría de ellos son corresponsables de que el 80% del pueblo viva en condiciones de pobreza y marginación.
Sin importar el sufrimiento de muchos millones de connacionales, se siguen enriqueciendo hasta la saciedad y lo que menos han mostrado es amor a la patria y solidaridad con el necesitado, por eso tampoco la respuesta ha sido la que ellos esperaban.
Ahora bien, en lo que tiene que ver con esa supuesta amenaza de invasión al país para detener a “los hombres malos”, pues si lo dijo o no es lo de menos, sabemos que la presencia acá de elementos de investigación en materia de inteligencia o criminalidad ha sido histórica.
Claro, se ha desatado la polémica cuando la secrecía en el desarrollo de las operaciones llega a quebrantarse y trasciende a los medios de información, pero de que es algo cotidiano, nadie lo podría negar, por eso insistimos en que no es nada novedoso.
Bajo la óptica del pueblo, agraviado por la delincuencia, que sin duda está protegida por el mismo régimen, que sería lo más conveniente que los gringos vinieran a desmantelar las bandas del crimen organizado y nos liberaran de su yugo o apelar a la soberanía nacional y seguir en manos de ellos. Como que vale la pena reflexionarlo.
Algo sí es realidad, que las presiones y advertencias de Trump fueron aprovechadas por quienes ejercen el poder público para ampararse en el pueblo, solicitando su solidaridad con México y a pesar de que la respuesta no ha sido significativa, sí funcionó para amortiguar las protestas y movimientos en contra del incremento del precio de la gasolina.
Podríamos entonces estar ante una “cortina de humo” a la que se le seguirá dando vida algunas semanas más, hasta que se nos pase el coraje, porque en efecto nos pusimos de uñas contra el gasolinazo, pero a partir de ahí se está dando una carestía de toda clase de productos en cascada y ya como que comenzamos a asimilarlo y aceptarlo.
Estados Unidos nos tiene vigilados a través de diversos canales, uno de ellos el aéreo. Sus radares no respetan límites fronterizos, cuando requieren de alguna incursión pueden hacerla sin que los mundanos nos demos cuenta, lo que en los discursos gubernamentales se dice sobre la soberanía es maquillaje.
Bueno, cualquier político con nivel le puede dar fe de la injerencia que tiene la Casa Blanca en temas como el de la política y da como cierto aquello de que los aspirantes a la presidencia de la República en México –y desde tiempos ancestrales- primero tienen que ir a pedir la venia y el “palomeo” de Washington si en verdad quieren tener posibilidades de ganar.
Cuando en el 2006 Andrés Manuel López Obrador se perfilaba como el “bueno” para ganar, tras su “derrota” se polemizó mucho en aquello de que su error fue manejar un discurso identificado con la ideología del entonces presidente de Cuba, Fidel Castro, y de no haber buscado al jefe de gobierno norteamericano porque de aquel lado de río Bravo se habría advertido que cualquier otro, menos él, y como fue. Por eso es de considerar que vivimos en una falsa realidad y mucho de lo que se nos dice pareciera estar en tela de juicio.