Quienes también hicieron presencia en el primer cuadro de la ciudad de Cuernavaca fueron los integrantes de los sindicatos de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos UAEM), que decidieron transitar por una vía alterna, aunque igualmente se concentraron en el Centro Histórico de la capital.
En ésta ocasión, los principales reclamos de la clase trabajadora morelense se centraron, de acuerdo a las pancartas y consignas, en la urgencia de un mejor salario, porque a decir del dirigente gremial Vinicio Limón Rivera, el poder adquisitivo de la mayoría de los cetemistas ha perdido en los años recientes cerca del 70 por ciento y eso lleva a condiciones de empobrecimiento gradual.
Igualmente consideró fundamental que las autoridades cumplan con su responsabilidad en lo que se refiere a la seguridad y calificó como desafortunados los hechos delictivos recientes.
A decir del líder obrero, a nivel nacional, unos 20 millones de mexicanos padecen pobreza extrema, que es equivalente a vivir prácticamente en circunstancias de muerte por inanición, pero unos 40 millones más van en la misma vía, precisamente porque sus ingresos no son del tamaño de sus necesidades mínimas, de ahí el reclamo al gobierno a fin de que modifique las políticas públicas para evitar la concentración de la riqueza en pocas manos.
Como decíamos, desde hace unos años, las autoridades estatales dejaron de asistir al templete que se instala en la parte posterior del edificio del gobierno estatal en el centro, de tal forma que en su lugar sólo acuden figuras políticas y representantes populares de distintas expresiones, conforme a la invitación de los organizadores, en este caso, la FTM.
Llamó la atención que -no obstante tratarse de una organización afín al Partido Revolucionario Institucional (PRI)- acudiera a acompañar a Limón Rivera el diputado federal del Partido Acción Nacional (PAN) Javier Bolaños Aguilar, aunque claro, la mayoría de los personajes eran de militancia tricolor. Habría que destacar que ya como ciudadana, la ex Secretaria del Trabajo Gabriela Gómez Orihuela se dejó ver en el templete, más bien a quien no se le observó y tenía que estar es al actual titular de esa dependencia, Francisco Santillán Arredondo.
En lo referente al posicionamiento de la concurrencia, pudiera decirse que las consignas fueron poco incisivas, como decíamos, acaso reclamos de mayor salario, seguridad y más fuentes de empleo, porque se sigue requiriendo de nuevas oportunidades laborales, en particular, para atender a un mercado creciente de activos que buscan una fuente de ingresos.
Los contingentes universitarios sí mostraron mayor combatividad, ha sido ya una de sus características, desde hace meses, exhibir actitudes de crítica en contra del desempeño de las instituciones, sobre todo del estado y en esta ocasión no fue diferente.
En lo referente al número de participantes, conforme a datos ofrecidos por los voceros de la FTM, hablamos de poco más de 40 mil, que transitaron por las arterias principales de la capital del estado durante cerca de tres horas, agregando a éstos, unos tres mil procedentes de la máxima casa de estudios. Es decir, que en conjunto, marcharon poco menos de 50 mil.
La cantidad dista mucho de llegar a las cifras históricas, debido a que otras organizaciones, como el Nuevo Grupo Sindical, de Bulmaro Hernández Juárez, desarrollan sus eventos de manera separada, por la diferencia de intereses con los cetemistas.
Ellos prefieren organizar sus eventos en una concentración en la que se ofrece un desayuno a contingentes representativos de los sindicatos agremiados. Generalmente invitan a algunas figuras del sector oficial para darle realce al acto.
No son pues ya los tiempos aquellos de la hegemonía priista, en los que de hecho se obligaba a todo tipo de agrupaciones, públicas y de empresas privadas, fueran o no afines a sus gobiernos, a concurrir, para mostrar el poder de convocatoria y la fuerza del régimen, que todo lo controlaba. Por eso se hablaba de arriba de 100 mil personas en esas marchas, que duraban cuatro o cinco horas.
La pluralidad política y la alternancia ha modificado los escenarios y hoy día, con cierta independencia, los trabajadores y sus líderes, conjuntamente con las empresas, son los que determinan ir o no a la parada para recordar aquellas luchas obreras que dieron vida a movimientos de emancipación y posibilitaron el surgimiento de sindicatos que significaron para los trabajadores mejoras en salario y prestaciones.
Sin embargo, queda claro que no obstante la pérdida de miles de vidas a lo largo de la historia en nuestro país, aún las condiciones laborales para millones de asalariados sigue siendo desafortunada, de ahí que subsistan movimientos radicales contra acciones gubernamentales que permiten la explotación y favorecen políticas de concentración de la riqueza.
Aún con todo ello, la combatividad en muchos frentes ha venido a menos, acaso sobreviven pequeñas corrientes como el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), la propia UAEM, algunas expresiones magisteriales de oposición al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) que igual, parecieran estar perdiendo simpatizantes.
Son tiempos coyunturales muy difíciles, no es fácil mantener las luchas en un terreno en el que cada quien busca afanosamente la sobrevivencia, sobre todo laboral. Exponer la seguridad y permanencia en el trabajo no es aconsejable, porque el mercado del empleo se encuentra restringido.
Lo más sensato es que quien cuente con el privilegio de disponer de una plaza la conserve y por el contrario, se esfuerce por mostrar capacidad y buen desempeño, de otra manera pudiera ser reemplazado y de ahí que la confrontación no fuera lo más significativo en lo que toca a expresiones de los obreros durante el desfile del día de ayer, en el que sólo se quiso cumplir con una obligación histórica, mantener esa tradición en el Día Internacional del Trabajo.