La Secretaría de Desarrollo Sustentable (SDS) no puede con el paquete de la verificación. De los 12 centros para ello programados, sólo operan cuatro, para atender a un padrón estimado en 400 mil vehículos, aunque el subsecretario de gestión ambiental, José Iván Fernández Galván, dice que la Secretaría de Movilidad y Transporte (SCyT) habla de casi 600 mil.
Como quiera que sea, así se trate de los 400 mil, cualquier cálculo matemático nos lleva a concluir que es prácticamente imposible ofrecer el servicio a ese universo de automotores y, entonces, nos encontramos ante un total fracaso de un programa que, se supone, es fundamental para evitar que la atmósfera se siga contaminando por la emisión de ozono.
La verificación quedó suspendida hace más o menos un año, cuando el titular de la SDS, Topiltzin Contreras McBeath, clausuró los 43 verificentros con los que se contaba anteriormente, con el argumento de que no cumplían con las normas oficiales en esa materia, por carecer de los equipos y la tecnología requerida. Se desarrolló un proceso de licitación a fin de asignar la responsabilidad a nuevos empresarios.
Pero de los más de 40 establecimientos, se redujo el número a 12, porque éstos dispondrían de doble capacidad que aquellos, sólo que los problemas técnicos –así denominados por los funcionarios- hacen que sólo cuatro estén trabajando. El servidor público antes citado dijo que “hasta donde sabemos, se vienen atendiendo unas 100 unidades diarias por cada centro de verificación”.
O sea, en total, unos 400 autos logran realizar el trámite, algo así como ocho mil al mes y, si multiplicamos dicha cantidad por lo que resta del año, pues acaso estaríamos alcanzando la fabulosa suma de unos 48 mil autos. Pero hablamos de que el padrón anda entre los 400 mil o 600 mil, algo inalcanzable para la estructura creada con ese propósito.
Todavía recordamos que el titular de la SDS, por ahí a finales del mes de junio, lanzó una advertencia o amenaza, como usted lo quiera ver, señalando que, en cuanto iniciara la verificación, en la tercera semana de julio, se echarían a caminar de manera paralela una serie de operativos a fin de atrapar y sancionar severamente a todos aquellos que no realizaran la verificación de su unidad en tiempo y forma.
Enseñó el garrote, pensando que las cosas saldrían bien, pero vamos ya hacia el final del presente año y, por lo que se ve, no hay aún una fecha precisa a partir de la cual se ofrezca un servicio correcto sobre el tema, y eso debería ser materia de revisión, porque, reiteramos, a los dueños de automóviles ya se les había amenazado con aplicarles la ley si no cumplían, pero ellos pueden faltar a su responsabilidad reiteradamente sin que pase nada.
Hasta hace poco tiempo, el costo por verificar superaba apenas los 100 pesos, ahora, en números redondos, son 500 pesos, un 500 por ciento de incremento. Nos quitaron el pago de tenencia vehicular, un impuesto sacado de la manga hace muchos años, disque para financiar una actividad deportiva en aquel entonces; como que eso nos alegró, pero mediante la verificación se vienen desquitando. Y también en este aspecto, Fernández Galván dijo que de los 500 pesos a pagar por verificación, sólo 40 van a Hacienda pública, que los restantes 460 son para el empresario del establecimiento, una ganancia bastante considerable.
Ahora bien, el hecho de llevar la unidad a verificar no significa que ya pasó la prueba. En esto, muy similar a lo que ocurre en los famosos exámenes antidoping, nunca le explican por qué salió negativo, se debe confiar en quien le ofrece el servicio y sus máquinas; no existe posibilidad de reclamo. Así que si se les pega la gana, lo van a hacer que dé muchas vueltas, hasta que se conduelan y le den luz verde; finalmente para ellos es dinero y, para nosotros, gastos.
Así como andan las cosas en este asunto, la verificación podría estarse regularizando a finales de este año o principios del 2018, y no será responsabilidad de la sociedad, simplemente esa dependencia ha mostrado ineficacia en buena parte de sus responsabilidades y facultades y, en esta, en especial, se antoja que no puede con el paquete.
CANDIDATURAS; MUCHOS EN ESPERA
Y en el tema electoral, son demasiados los interesados en participar por algún cargo de elección popular en la justa del año entrante. Desde luego que quienes ya desempeñan alguna representación popular, sea a nivel de regidores, síndicos, alcaldes, o diputados locales o federales, están “trabajando” para brincarle a otra posición o intentar la reelección, ahora que ya es posible, pero cientos de cuadros que no han tenido ese privilegio buscan conseguirlo.
Hablamos de líderes sindicales, de agrupaciones de comerciantes o del sector campesino, que por distintos caminos tratan de ser tomados en cuenta por alguno de los partidos, con la oferta de sumar adeptos para la causa, usando instrumentos que, se supone, ya están rebasados, como el corporativismo, que fue la característica de algunos brazos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) como el sector obrero, juvenil o femenino.
Esto es así porque también los institutos políticos andan a la caza de simpatizantes y, en su afán de sacar ventajas ante los adversarios, vienen ofreciendo toda clase de espacios, que difícilmente se concretan, porque ahora nada es seguro, hay que ganar en las urnas. Entre aquellos que se mueven sigilosamente se encuentra Benhur Hernández Bringas, quien lidera un importante grupo de comerciantes del primer cuadro de la capital del estado. Aún se desconoce incluso por qué partido político y a qué posición, pero se menciona que podría ser una regiduría o una legislatura local.
Otro que tampoco descarta inclusión es Emilio Rosas Rico, dirigente de una agrupación de comerciantes del mercado Adolfo López Mateos, pero, al igual que Benhur, no da señales del partido que lo estaría promoviendo. Y en lo que se refiere a hombres del campo, uno de los que se andan apuntando es Fabio Manlio Jarillo, comisariado ejidal de Temixco. Trata de convencer a sus otros cuatro compañeros comisariados ejidales de ese municipio de que lo propongan como candidato a la presidencia.