La estrategia de algunos partidos políticos de buscar alianzas y frentes electorales conjuntos para ir en busca de la presidencia de la república mantiene inquietos a algunos políticos locales, que desde sus respectivas cúpulas, estarían siendo obligados a hacer lo propio en nuestro territorio, caso específico, en lo referente a los partidos de la Revolución Democrática (PRD) y Acción Nacional (PAN).
Desde las dirigencias nacionales, esos dos institutos parecen estar muy cerca de consumar el acuerdo, que llevaría a ambos a apoyar un candidato presidencial mutuo, que podría recaer en la figura del líder nacional de los azules Ricardo Anaya. No obstante, respecto a la lucha por el gobierno de Morelos en los comicios del 2018, un sector mayoritario del blanquiazul, viene impulsando la figura del diputado federal Javier Bolaños Aguilar, para que contienda por dicha posición.
El problema en relación a ese proyecto es que nada está definido, ya que una alianza o Frente Amplio Opositor, como algunos lo llaman, tendría repercusiones directas en el ámbito estatal, porque del mismo modo se insiste en que acá, el candidato común por la gubernatura lo estaría poniendo el PRD y eso lleva a cambios de fondo en el esfuerzo de los cuadros representativos de los panistas.
El argumento que se viene dando, a fin de validar esos acuerdos, es que sería la única manera de garantizar un triunfo por la primera magistratura de la nación, en contra del Partido Revolucionario Institucional (PRI), para poder volver a sacarlo de la residencia oficial de Los Pinos. Pero analistas y observadores consideran que la verdadera intención que hay detrás, es descarrilar el proyecto del líder moral del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), quien por tercera ocasión va por la presidencia y con posibilidades similares a las que tuvo en el 2006, cuando, se insiste, ganó la justa, aunque se la arrebataron los panistas.
O sea los impulsores de esos acuerdos aseguran que la batalla es contra el tricolor, pero para estudiosos del tema, más bien es una estrategia que incluye al PRI, para evitar lo que hasta ahora parece posible, que por fin el tabasqueño logre el añejo sueño de llegar a palacio nacional y en esta visión se toma como ejemplo lo ocurrido recientemente en el Estado de México, donde curiosamente todos hicieron un bloque a fin de que el candidato priista Alfredo del Mazo Maza pudiera vencer a la candidata de Morena, Delfina Gómez.
Es decir, quieres vencer al priismo, pero lo ayudas a mantener el poder en el estado vecino, cuya derrota habría sido la antesala casi segura de que se iría de la presidencia en el 2018. Como que no cuadran las cosas y de ahí que existan muchas voces y pensamientos que advierten más bien de que todo lo anterior va con mensaje directo a López Obrador.
Claro, eso tampoco lleva a pensar que en efecto, le estén garantizando al PRI permanencia en el poder superior más allá del año que viene, seguramente que en esos pactos, que se aterrizan muy en privado, se dan las posibilidades para que, si el tricolor llega sin posibilidades de conservar el mandato, sea el frente el que entre al quite, pero de ninguna manera AMLO, más bien por ahí deben ir las cosas.
CASO TLÁHUAC, ¿TODOS ESTÁN METIDOS?
Es indiscutible que una de las aspiraciones más sentidas de los mexicanos es encontrar una solución a problemas tan graves como el de la delincuencia organizada y seguramente le apostarán en su mayoría, a aquella oferta electoral que más se acerque a sus deseos, en las elecciones del año que viene, sin embargo el caso de la Delegación Tláhuac en la Ciudad de México parece mostrarnos que entre quienes ya andan en busca de la candidatura presidencial, no hay mayores esperanzas, porque todos enseñan complicidad con la maña, en mayor o menor grado.
Lo que ahora es motivo hasta de escándalo, debió ser parte de una investigación largamente trabajada, a fin de hacer públicos los hechos en su momento electoralmente adecuado. Como se sabe, esa delegación viene siendo controlada por funcionarios identificados con el partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena); para acabar pronto, el de Andrés Manuel López Obrador.
Los elementos informativos que al respecto se conocen, muestran que el delegado sí tenía trato directo con el famoso “Ojos”, cabecilla de un poderoso grupo de mafiosos en la capital del país. Bueno, que familiares suyos estaban dados de alta en las nóminas de esa demarcación, con el aval de los mandos superiores, desde luego.
Ya conocemos el comportamiento y posición de gobiernos emanados del PRI y del PAN en esa materia, como que buena parte de la sociedad albergaba la esperanza de que un eventual ascenso de López Obrador obligaría a cambiar muchas cosas y sobre todo ofrecería una lucha real en contra de los delincuentes, que se han venido adueñando de las instituciones, no obstante lo que se exhibe en torno a Tláhuac nos ha dejado fríos, porque da fe de que el propio AMLO está metido, sacando ventajas económicas de ese tema tan escandaloso.
El caso es eminentemente electoral, se debió preparar muy sigilosamente, hasta reunir todas las pruebas que implicaban a figuras públicas identificadas con el tabasqueño y las metas se lograron; no hay manera de que se niegue responsabilidad en el tema, sobre todo en lo que se refiere a familiares de “El Ojos” en las nóminas. Sin duda, ha sido un duro golpe a la imagen del aspirante presidencial de Morena y casi estamos seguros de que aparecerán otros expedientes similares ahí mismo en la Ciudad de México; éste es quizás el comienzo de una campaña que buscará minar la creciente tendencia favorable de Andrés Manuel en su sueño de ser presidente de la república.
Como en el caso de la persecución del ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte, donde para nada se trata de sancionar la corrupción, acá tampoco la idea es acabar con la delincuencia, si así fuera, habría mucha tela de donde cortar. Desde hace añales que se habla de toda clase de delincuentes y malvivientes en zonas como la de Tepito, donde no sólo se contrabandea con droga, también con contrabando del extranjero y la cosa nunca ha pasado a mayores. Éste es un asunto político, pero de que hay delito que perseguir, ni qué decir.