Consecuencia de un comportamiento humano agresivo y depredador en contra de la naturaleza, los fenómenos naturales vienen en incremento y cada vez con mayor fuerza de destrucción, pegándole sobre todo a quienes se encuentran ya en condiciones desafortunadas por sus altos niveles de marginación.
La presencia ahora de un terremoto de grados históricos sumó más víctimas a las que ya hay a consecuencia de las fuertes tormentas, que en lo que se refiere a Morelos, han generado daños menores, pero que en otras partes del país son causa de pérdidas humanas.
En lo relacionado al terremoto, tampoco se puede considerar un hecho alejado del quehacer humano, aunque se trate de un reacomodo de placas tectónicas.
Son temas seguramente bastante complejos, pero que habría que analizar detalladamente para ver su relación con el mal comportamiento del ser vivo sobre esta tierra. Sufrimos ya afectaciones bastante delicadas respecto a las consecuencias del cambio climático.
Hoy la recomendación es no exponerse mucho al sol en determinadas zonas, por la posibilidad de contraer cáncer de piel, por la filtración más directa de los rayos solares debido a la disminución de la capa de ozono, que es una especie de paraguas que nos salvaguardaba de las radiaciones.
Como se puede apreciar, la mayor parte de esos fenómenos, hoy fuera del control y del alcance de los humanos que poblamos el planeta, están directamente ligados al daño que seguimos causando a partir de la incontenible contaminación de tierras, aguas y atmósfera.
Acciones acompañadas de una destrucción inmisericorde de zonas boscosas, que a su vez se traducen en una disminución gradual, pero acelerada de recursos naturales adicionales como el agua, que cada vez es menos, para una población que se multiplica en unos cuantos años.
Lamentablemente y no obstante que se dispone de instrumentos científicos para pronosticar la presencia de algunos de esos fenómenos como los huracanes, adolecemos de capacidad para amortiguar sus efectos destructores y seguimos a merced de ellos.
Se antoja que estamos aún bastante lejos de disponer de mecanismos de protección frente a tales circunstancias y es aquí donde nos damos cuenta de que a pesar del avance de la humanidad en diversas vertientes, hay espacios en los que se encuentra expuesto a los peores efectos y generalmente se trata de fenómenos naturales en los que poca o nula incidencia se tiene, acaso la posibilidad de anticiparse a los hechos, a fin de buscar encontrar algún refugio.
Las tormentas en esta temporada de lluvias han sido vastas; Morelos no escapó de sus estragos, incluso se registró un deceso en la zona sur de la entidad y los daños materiales en algunos municipios como Puente de Ixtla han dejado a decenas de familia en la intemperie, pero ahí vienen otros monstruos que amenazan con elevar las pérdidas.
Sin embargo, no se esperaba que a lo anterior, se agregara el sismo de 8.4 grados, mayor que el registrado en 1985 y que cobró miles de vidas en la Ciudad de México. La afortunada diferencia fue que éste ocurrió lejos de la capital del país; o sea, mucho más peligroso, por eso hoy en la capital sólo se dieron daños materiales.
Como quiera que sea, en Morelos se puede decir que no pasó nada y acaso puso nerviosos a unos cuantos, porque se menciona que tres personas sufrieron crisis nerviosa, pero en Juchitán, en el estado de Oaxaca, la situación es bastante distinta; ayer se hablaba de unos 15 muertos, pero muchos más desaparecidos o no localizados al interior de edificios que se vinieron abajo.
Es triste, pero seguramente que las cifras se dispararán luego que se logre una revisión completa; mientras tanto la sugerencia es que nos solidaricemos con aquellos hermanos mexicanos que necesitan en este momento toda clase de víveres y apoyo para enfrentar sus desgracias.
Reiteramos, en la entidad el impacto fue menor, acaso vidrios rotos en edificios muy altos, así como cuarteaduras en inmuebles oficiales, entre ellos se mencionaba la presencia de grietas en el piso, muros y techos del edificio gubernamental en el Centro Histórico.
Los burócratas debieron permanecer en Plaza de Armas la mañana de ayer, porque por precaución, se les impidió el ingreso a palacio, hasta que brigadas de Protección Civil y del ejército mexicano revisaron la construcción; pasadas las nueve de la mañana entraron a desempeñar sus actividades.
Pero hubo otros espacios en los que prácticamente no se pudo laborar, como en el edificio donde se ubica el Teatro Ocampo, en el mismo primer cuadro de la ciudad. Como a las 11 de la mañana, quienes ocupan oficinas ahí seguían congregados en el jardín Benito Juárez, porque igualmente, PC realizaría una revisión antes de su ingreso, pero andaba en otros inmuebles.
El edificio de la Cámara local de Diputados sí fue definitivamente cerrado y se suspendieron actividades hasta el lunes, para evitar cualquier contratiempo a consecuencia del temblor. Al igual que en 21 estados de la república y por instrucción presidencial, se suspendieron las clases tanto a nivel del sector de educación básica pública, así como en el privado. Lo que al respecto se indicó es que la Secretaría de Educación Pública así lo ordenó.
Las fuerzas de la naturaleza continúan pues poniendo en predicamento a los seres humanos, la ciencia por éstos generada no ha logrado crear el antídoto requerido como para anular sus efectos y poderosos países como Estados Unidos pagan costosas facturas cada año, tanto en lo relacionado a pérdidas materiales como de vidas y lo vemos en estos momentos en algunas zonas de la unión americana.
Insistimos, somos culpables de la aparición de la mayoría de esos monstruos gigantescos, ante los cuales no tenemos capacidad de defensa y estamos a su merced. Todo eso nos tendría que hacer reflexionar a fin de modificar muchas de nuestras actitudes y cuidar los recursos naturales no renovables, que comienzan a mostrar agotamiento. Claro, las autoridades en sus tres niveles tienen mucho que hacer en ese sentido, ya que no han cumplido con su responsabilidad al respecto.