Las dificultades financieras de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) son difíciles de superar, hablamos de unos mil 200 millones de pesos, una suma imposible de alcanzar cuando no se tienen los canales para tal efecto, así que por lo pronto, sólo se puede pensar en pequeños paliativos a fin de evitar el estallamiento de huelga de sus sindicatos, por falta de pagos.
Eso es lo que viene pasando; luego de una reiterada insistencia de las autoridades universitarias ante instancias federales, se logró prácticamente asegurar el adelanto de participaciones que consisten en la entrega de 73 millones de pesos, con los que se podrá cubrir un mes de salarios de los seis mil empleados de la máxima casa de estudios.
Tras un encuentro con funcionarios de la Federación, a través de la Secretaría de Gobernación y la intervención de legisladores federales del Partido Revolucionario Institucional (PRI), se alcanzó un acuerdo para que se le adelante ese dinero a los universitarios, pero reiteramos, es adelanto de dinero federal, que corresponde a los meses que restan del año, de tal forma que el problema de fondo no se resuelve.
El fondo se agotará otra vez en el mes de octubre, por lo tanto, la batalla por la gestión de recursos seguirá siendo el asunto prioritario de las autoridades de la UAEM y por lo que se sabe, no hay indicios de que las instituciones de la administración pública federal amplíen los márgenes de maniobra, y el sufrimiento continuará.
Ya lo decíamos recientemente, no sólo es el tema salarial, la universidad tiene múltiples asuntos que atender, entre éstos, ofrecer mantenimiento y servicios en su interior; requiere de toda clase de insumos para atender sus necesidades académicas y para todo ello se requiere de dinero.
Si bien es cierto que a partir de algunos servicios que presta obtiene ciertos ingresos, éstos son simbólicos ante el universo de necesidades; por eso, mientras no se logre una recuperación presupuestal lo suficientemente grande como para cubrir todo lo anterior, las calamidades seguirán, con el riesgo de llegar a la parálisis, que es el temor en puerta.
Igual y por lo que resta del 2017, se pudiera medio sortear el tema, pero se llegará en un agotamiento tremendo hacia el 2018 y ya con una administración federal en retiro que tendrá menos espacios de maniobra para abonar en beneficio de la UAEM, por eso el estrés de los actores principales.
En la última reunión con los funcionarios federales, literalmente, con lágrimas en los ojos, más de uno suplicó el apoyo; quizás eso fue lo que sensibilizó un poco a los interlocutores, que por lo menos accedieron a gestionar esos 73 millones, con lo que se da un respiro, pero continuará el calvario y no se sabe por cuánto tiempo más.
Como se puede ver, se ha tenido que recurrir a lo que sea a fin de superar sólo el momento coyuntural, pero aún así se camina al filo de la navaja, porque las catorcenas se han estado pagando a destiempo; con lo logrado se pondrán casi al corriente, pero luego de ello como que ya se agotan y cierran algunas puertas.
Incluso, el rector Alejandro Vera Jiménez puso en la mesa su renuncia, argumentando que si él era el problema, pues dejaría el cargo; a ese extremo se ha tenido que llegar para obtener pírricos beneficios que sólo parecieran alargar la agonía, porque, reiteramos, el tema continuará.
BUSCAN EN EL PRI CANDIDATO DE UNIDAD
En un tema distinto, los aspirantes al gobierno del estado por parte del Partido Revolucionario Institucional (PRI) intentarán por lo menos la búsqueda de un acuerdo para impulsar a un candidato de unidad en las elecciones del 2018, y en breve sostendrán una reunión con ese propósito.
Por lo menos ya están convocados a un encuentro, entre otros Jorge Meade Ocaranza, Guillermo del Valle Reyes, Maricela Sánchez Cortés y algunos otros que consideran tener algunas posibilidades de participación en la elección del abanderado, que se prevé, se llevará a cabo entrando enero del año que viene.
Como quiera que sea, le harán la lucha de convencerse a sí mismos de la necesidad de recuperar la unidad interna, si quieren pensar en algo importante para las elecciones del 2018. No ha sido una característica de ellos ponerse de acuerdo, pero buscarán el diálogo y acercamiento, que ya es decir mucho.
Tampoco hay mucho que ofertar, ya que de las dos senadurías que en fórmula deberá disputar el tricolor, una se antoja prácticamente amarrada para la diputada federal Rosalina Mazari Espín, que por lo que se sabe, más bien viene esperando quien la acompañará en esa travesía.
Ella lleva las de ganar; primero, porque políticamente es muy rentable, ganó sobradamente la posición federal que ostenta en el 2015 y además en su carácter de mujer tiene otro paso adelante, por aquello de la equidad de género, de tal forma que hace ya buen rato se da por hecho que la posición de mayoría al Senado, por parte del tricolor, es suya.
El partido no anda precisamente en su mejor momento, porque tampoco ha mostrado su papel de oposición en la entidad; sólo un acuerdo interno de unidad real los puede convertir en una opción real para los electores en la justa en puerta y lo han entendido, cosa que deberá valorarse, dado que no siempre es así.
Bueno, como que la formalización del Frente Amplio Opositor, impulsado por el PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, pudiera ser factor positivo para ellos, particularmente en Morelos, ya que algunos cuadros azules pretenden rebelarse al CEN y no acatar la línea de acompañamiento al proyecto conjunto hacia el 2018, y también pidieron dialogar con algunos actores del PRI en una posición que advierte de desprendimientos.
Pero lo que viene pasando en el tricolor se replica en otras trincheras, como en el propio frente e incluso en el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), porque con la llegada de diversas personalidades, la lucha por los espacios más interesantes se viene complicando. Eso sí, se aprecia que como ocurrirá a nivel federal, aquí se tendrán tres fórmulas a la gubernatura con nivel de competencia, el PRI y aliados, el frente amplio y Morena, todo lo demás será complemento.