Es por ello que comenzamos a observar movimientos constantes y agitación que se reflejan en todo tipo de manifestaciones y protestas en contra de las autoridades competentes en esa materia.
En la víspera de las elecciones del dos mil, cuando el Partido Revolucionario Institucional (PRI) iba en retirada, cualquier taxista o rutero le podía decir por donde iban las tendencias e inclinaciones de los electores. En este momento ya muestran muchas inquietudes, aunque todavía no definidas.
Pero uno de los problemas al interior de tan importante servicio es que muchos actores internos, éstos sí directamente relacionados con aspiraciones políticas y militancias partidistas, incursionan en el transporte con propósitos electorales, lo cual genera reacciones y conflictos de toda naturaleza.
Pero si a lo anterior le agrega usted el muy sui géneris y nada civilizado comportamiento del director general del Transporte, Francisco Alva Meraz, entonces el resultado es un entorno muy complicado y nada fácil de superar.
Bueno, el lunes pasado se presentaron en Casa Morelos cerca de 200 transportistas que venían de diversas comunidades de la zona oriente de Morelos, Amayuca, Jantetelco, por citar algunos.
La queja era la invasión de rutas por parte de grupos irregulares o unidades "piratas" que a decir de dos o tres concesionarios están siendo azuzados por la pareja poblana avecindada en Axochiapan, Guillermo del Valle Reyes y Maricela Sánchez Cortés.
No es descabellada esa afirmación. Es algo que han practicado desde hace muchos años. Sin ninguna documentación oficial, ponen a trabajar autos como taxis o incluso autobuses y eso desde luego afecta a intereses de terceros.
Otra figura de la grilla ligada al Partido de la Revolución Democrática (PRD) y con estrategias políticas similares es la actual regidora Manuela Sánchez López; en su oportunidad promovió una organización femenina de taxistas.
No obstante, el asunto del transporte ya está yendo mucho más lejos. Considerando que los tiempos electorales siempre son propicios, vienen presionando ante las instancias oficiales por una nueva tarifa en el pasaje.
Hablan de dos pesos con la clara finalidad de que por lo menos les autoricen uno, o sea, que la parada mínima quede en seis pesos con cincuenta centavos. Argumentos les sobran y el mismo gobierno se los ha dado: los permanentes incrementos de gasolina, que en el caso de la más barata, la verde, cuesta casi nueve pesos el litro.
Qué decir del gas doméstico y otros insumos automotrices que los permisionarios requieren constantemente y que han duplicado su costo de un año a otro. Ciertamente que la autoridad pareciera acorralada.
Pero en estos momentos es políticamente un riesgo para las instancias gubernamentales autorizar ese incremento. La reacción social sería muy fuerte y el costo político también. No será nada fácil tomar una determinación en ese aspecto.
Pero los permisionarios van por lo suyo y en ello no repararán ante nada. Incluso comenzarán a presionar por la salida del director Alva Meraz que tampoco ha mostrado mucha sensibilidad para manejar las cosas. Tiene serios conflictos con algunos líderes de diferentes regiones y le van a ir calentando el ambiente.
Por más explicaciones que da, las cosas no mejoran en ese sector. Los "piratas" se siguen riendo de sus operativos ¿será que están negociados sus inspectores? Y hasta la ley en la materia resultó insuficiente para enfrentar tantas diferencias en el rubro.
Lo bueno es que se observa que hasta hoy no se han puesto de acuerdo las organizaciones gremiales a fin de jalar parejo, porque el día que lo hagan, paralizan todo. Estamos hablando de 20 ó 30 mil unidades en la entidad entre taxistas y ruteros. Es una fuerza indiscutible que puede doblar a cualquiera, y si no les responden adecuadamente, también buscarán usarse como instrumento político. Como ya lo dijimos al principio, lo han hecho en el pasado y saben a qué se atienen.
Así que en lo sucesivo, observaremos constantes movimientos en el transporte. Vienen resueltos a luchar por incrementar los costos y no creemos que encuentren mucha resistencia del lado oficial, que le tiene miedo al desgate político.