Algunos concesionarios efectuaron un paro de labores de sus unidades de transporte para protestar por las acciones de la comuna, particularmente el grupo de Dagoberto Rivera Jaimes que pareciera obedece a intereses de algunas oficinas de Gobierno estatal.
Del otro lado, transportistas de unidades de carga de materiales de construcción reclaman continuidad, porque para ellos representa ingresos y empleos. Es una batalla que poco o nada tiene que ver con los intereses reales de la colectividad citadina, más bien responde a cuestiones de índole electoral.
La preocupación es que lejos de observarse una mesura de los que intervienen en todo esto, se antoja que están dispuestos a elevar los niveles de confrontación.
A lo que lleva todo esto, es a una creciente polarización de fuerzas, aquellas que simpatizan con el Revolucionario institucional (PRI) contra las del lado azul, porque hoy queda bastante claro que por lo menos en lo que corresponde a Morelos, la definición en el 2012 saldrá por alguna de estas dos opciones, no hay más, al PRD lo vemos bastante desangelado y lleno de conflictos interiormente.
Pero ayer, buena parte del servicio del transporte colectivo no circuló, dejando a los usuarios "colgados de la brocha", en una acción de los permisionarios que merece ser sancionada fuertemente por la autoridad competente, es decir la Dirección General del Transporte (DGT).
Pero aquí vienen las inconveniencias, hay clara sospecha de que es precisamente la DGT la que, tomando partido, viene azuzando a los transportistas a protestar contra el alcalde Manuel Martínez Garrigós.
La verdad es que por negarse a realizar su tarea, los concesionarios deberían perder sus permisos, cosa que nunca sucederá y menos si están respondiendo a una indicación oficial.
¿Alguien recuerda un escándalo similar en el pasado por la simple realización de una obra pública? Quien esto escribe, no, ciertamente que algunas acciones han sido objeto de molestia colectiva por los conflictos viales que esas inversiones provocan, pero de ninguna forma se llegó a pretender detenerlas a costa de lo que sea con argumentos poco sólidos.
A nosotros no nos engañan, este enredo sólo es un pretexto disfrazado. De un lado se trata de incrementar la actividad en obra pública para ganar espacios y reconocimientos sociales, por el otro la idea es detener a costa de lo que sea trabajos que puedan vestir al edil y llevarlo a la candidatura del Gobierno estatal el año entrante.
Pero ambas partes sufren enormes desgastes, priistas y panistas arriesgan la credibilidad y provocan la irritación popular, algo que a los dos les podría ser contra producente.
Y por lo pronto, son ruteros, algunos taxistas y uniones de camiones de carga los que están enfrentados, al rato pueden jalar a más grupos, como comerciantes, que suelen ser muy usados en este tipo de confrontaciones político-electorales.
Ya deberían sentarse a la mesa, pero con la firme intención de llegar a acuerdos definitivos, que la alcaldía se comprometa a realizar las obras en tiempo récord, evitando en la medida de lo posible trastornos viales, pero que sus antagónicos de enfrente le bajen a las provocaciones y manipulación de ruteros con Dagoberto a la cabeza.
El escenario hoy es desafortunado, aunque de última hora se decía que ya el servicio se comenzaba a regularizar y Rivera Jaimes hacía presencia física con otros de sus compañeros precisamente en el lugar de la realización de las obras.
Bueno, choferes de camiones cargueros acusaron a ruteros de intentar perforarles las llantas a sus unidades, e incluso levantarían una denuncia ante la Procuraduría General de Justicia por estos hechos.
Ello es ya provocación directa e intento desesperado de evitar las inversiones públicas con violencia, algo inadmisible. La ciudad necesita infraestructura de mayor calidad, lo que la comuna viene realizando no está del todo mal, la imagen urbana mejora, de eso no hay duda. Quizás ésta sea la preocupación de quienes lo ven desde otro ángulo, pero tuvieron su oportunidad de hacerlo y la desaprovecharon.