Hace unos años estábamos lejos de imaginar a un Morelos inmerso en la inseguridad, la ausencia de proyectos y planes de desarrollo y sin un futuro certero para quienes vienen detrás de nosotros.
Podríamos tomar como referencia otras administraciones, como la de Lauro Ortega Martínez, un Gobierno casi totalitario, ejercido con energía y autoridad, que le imprimió dinamismo a todas las áreas de la economía local, sentó precedentes que todavía son vigentes y programas asistenciales que hoy son historia ante la frialdad con la que se manejan las nuevas autoridades.
Los incidentes delictivos más destacados se pueden contar con los dedos de las manos, porque eran esporádicos, los secuestros prácticamente no existían y menos el tráfico de estupefacientes. Cualquier acción relacionada con ello era objeto de rubor y escándalo social, se actuaba con rigidez y los morelenses vivíamos en paz.
Lo que ahora padecemos nos muestra la pobreza y profesionalismo de quienes nos vienen gobernando, aún en tiempos del general Jorge Carrillo Olea y a pesar de un conflicto con el poder central que le hecho a caminar una campaña de ataque y desprestigio para separarlo del cargo, tampoco llegamos a estos extremos.
Es momento de hacer reflexiones y valoraciones sobre lo que queremos en un futuro inmediato, no podemos seguir por el mismo camino, economía, cultura, respeto se nos están yendo de las manos, estamos casi al límite de la resistencia social, es incluso peligroso continuar estirando la liga, si se revienta nos llevaría a un enfrentamiento entre morelenses o mexicanos, algo que no conviene ni a ricos ni pobres.
Es propicio referir el tema, debido a que ya vemos por todos lados rostros de personajes que toda su vida han vivido del presupuesto público, cobijados por sus partidos políticos, contribuyendo al desorden y al empobrecimiento colectivo por sus antecedentes de rapiña.
Han mostrado nulo compromiso con el ciudadano, acumulan riqueza con base en el abuso y manejo discrecional de los recursos públicos, no tienen propuesta y proyecto claro para sacarnos de esta encrucijada, darles otra oportunidad sería hasta irresponsable, en esta ocasión tenemos que ser más responsables con el voto.
En especial debemos valorar seriamente a aquellos que buscan, desde distintas trincheras, gobernar el estado de Morelos, bueno, algunos ni siquiera son morelenses.
Ya hemos mencionado a varios de ellos en este espacio, hoy dejaremos a su imaginación la ubicación de esos sujetos, que con dinero del pueblo, han iniciado un derroche publicitario buscando desesperadamente posicionarse frente a los adversarios.
Son lobos con piel de oveja, esconden tras sus promesas y discursos intereses muy distintos y lejanos a los nuestros, disfrutan de niveles de vida casi inimaginables para quienes padecemos los estragos de la ausencia de oportunidades de ingreso siquiera para vivir en el mínimo decoro.
CUERNAVACA: TREGUA DE FUERZAS
Y por cierto, hablando de lucha de fuerzas políticas, se alcanzó por fin un acuerdo entre el Ayuntamiento capitalino y grupos afines al Gobierno estatal que se opusieron a la continuidad de las obras de mejora en la avenida Morelos.
Tras más de cinco horas de discusiones, representantes del transporte, del sector comercio, de Gobierno estatal y municipal, convinieron permitir esas inversiones y una comisión integrada con representantes de todas las partes dará seguimiento a los trabajos.
Es parte de lo que líneas arriba le venimos explicando, todos estos desajustes, movimientos y protestas de actores, con argumentos aparentemente relacionados con su actividad productiva, son en realidad acciones ancladas a fuertes intereses que los partidos políticos tienen fijados en el futuro inmediato.
Por lo menos se dan una tregua, a ver cuánto dura, cualquier pretexto los llevará nuevamente a las calles, a atropellar el derecho de terceros, mientras las instancias competentes en la materia lo permiten todo.