Sin temor a mucho error, podemos decir que si se ha logrado esclarecer el 5% ya es mucho, la absoluta mayoría de los decesos han quedado impunes y la excusa es que se trata de ajuste de cuentas.
Pero ayer, desde la procuraduría se dio a conocer la detención de otros implicados en el múltiple crimen en el que perdió la vida el hijo del escritor Javier Sicilia, uno de ellos apodado “El Dany".
Puede ser, la verdad es que ante tantos palos de ciego ya no creemos en nada y menos en aquella teoría de que fueron los mismos que le dieron muerte al líder del sector obrero local Tito Barrera Ocampo.
Aquí más bien apreciamos la intención de querer relacionar al difunto con grupos de malosos y por lo menos lo que se pudo escuchar en relación a este asunto en particular, nada tiene que ver con los detenidos.
Si consideramos que los acontecimientos se dieron por el lado pasional, Tito era un personaje con muchos frentes y se consideró que algún ofendido no aguantó la ofensa y se las cobró.
Pero desde el sector oficial se llegó a sostener que la muerte se dio a partir de un penoso hecho de uno de sus hijos, donde estaría de por medio una violación, que el padre de la ofendida reclamó directamente al ex líder cetemista, quien lo mandó por un tubo, y aquel no tuvo más remedio que armarse de valor y ajustar cuentas, eso es creíble.
Ojalá no se trate de comenzar a generar sospechas respecto a que el señor andaba enredado con la delincuencia organizada, es muy aventurado considerarlo, porque realmente no lo necesitaba, todo indicaba que vivía cómodamente con lo que obtenía de su representación sindical.
En efecto, gustaba de vehículos lujosos sobre todo, pero sus ingresos eran suficientes para eso y más, no había motivos para que buscara mejorar con dinero de mala procedencia.
En todo caso las instancias competentes deberían ser más explícitas y aclarar eso de que a los ejecutores les ordenaron ir por él, para dejar en claro cuáles fueron los motivos, porque con lo señalado dejan a la libre interpretación muchas cosas, aprovechando el río revuelto en que nos encontramos.
Por lo demás, sigue siendo desafortunado el ambiente en que continuamos, el asesinato este fin de semana de la esposa y el hijo de un maestro en Tlaltizapán es el exceso de los atrevimientos.
Simplemente no parece haber autoridad capaz de frenar la ola delincuencial a pesar de la presencia excesiva de corporaciones policíacas y el Ejército en algunas zonas del estado, que viene acompañada de retenes que no parecen ser la solución.
Lo que tendría que hacerse es regresar a esquemas anteriores, basados en una previa investigación que concluía con la liberación de órdenes de aprehensión en contra de los delincuentes.
Todo eso parece haber quedado atrás. Hoy se pretende agarrar a los enemigos sociales en la vía pública e infraganti, porque no tienen los antecedentes de investigación.
Eso es muy difícil, por eso se les denomina "organizados", actúan en grupo con sofisticados sistemas de comunicación, de tal manera que están perfectamente enterados de los movimientos de las fuerzas públicas y saben por donde no hay que pasar.
Además, desde el interior de las corporaciones sigue habiendo "soplones" que los tienen al tanto de lo que se está haciendo. Para que le damos tantas vueltas, las complicidades no se han terminado con el encarcelamiento de jefes policíacos como el ex secretario de Seguridad Pública en la entidad Luis Ángel Cabeza de Vaca.
Simplemente no se quiere, se tienen compromisos o hay incapacidad de quienes tienen la responsabilidad de ofrecer seguridad y prevención a la ciudadanía, esa es la realidad que enfrentamos.
Eventualmente se ven obligados a presentar ante la opinión pública supuestos implicados en esos cientos de crímenes para ir acallando las críticas y el enojo colectivo, pero no andan haciendo lo correcto, porque observamos que por todos lados proliferan grupos de vándalos, cuya ubicación no es tan difícil indagar para proceder con certeza y sin mucho ruido, pero por lo visto no es eso lo que se quiere.