Ello la ha llevado a repetir hasta tres veces con el mismo candidato a la Presidencia de la República y se dio con el michoacano Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, quien en la última intentona estuvo muy lejos en las expectativas que llegó a tener en aquella histórica contienda de 1988, cuando se piensa, le escamotearon la victoria a manos de Carlos Salinas de Gortari.
En la justa presidencial de 1994, ya con menos liderazgo, Cárdenas volvió a abanderar al perredismo y a pesar del asesinato de Luis Donaldo Colosio en Lomas Taurinas, en Baja California, en plena campaña, el mandatario saliente CSG pudo maniobrar la sustitución a cargo de Ernesto Zedillo y ganó con buen margen al hijo del general Lázaro Cárdenas, en esta ocasión recordamos que el aspirante panista fue el famoso "barbas", Diego Fernández de Cevallos, quien jugó estratégicamente en apoyo de los intereses del salinismo y en uno de los debates públicos ridiculizó al hijo del "tata" y lo puso fuera de la posibilidad de acercarse siquiera a los niveles del 88.
Para la contienda del 2000, no obstante las disminuidas fuerzas del priismo, Cárdenas enfrentó al fenómeno Vicente Fox Quesada por el lado de Acción Nacional (PAN) y fue derrotado sin mayores problemas.
El señor se convirtió en la figura moral de los partidos de izquierda o auto denominados de tendencia democrática, pero entendió que su capital social había venido a menos y se retiró de las grandes ligas de la política como actor central.
No obstante y a pesar de muchos cuestionamientos que se le pueden hacer, abrió paso a la democracia, encabezó un movimiento popular capaz de romper el hielo y los controles, sobre todo en los medios de comunicación, que el viejo régimen mantenía a costa de lo que fuera, el país le debe mucho a ese señor.
Más aún, todavía el PRD sigue gobernando el Distrito Federal, espacio conquistado por él y heredado a Andrés Manuel López Obrador, que pudo a su vez transmitirlo al actual jefe de Gobierno Marcelo Ebrard Casaubón.
Pero ahora quien pretende reproducir la hazaña de Cárdenas es el tabasqueño, en las elecciones del 2006 logró una popularidad casi similar a la de Cárdenas en 1988 e igualmente se considera que los resultados le favorecieron, pero esta vez fue el panismo el que le habría arrebatado la victoria.
El asunto es que la ausencia de figuras con peso suficiente para pelear la Presidencia de la República, obliga a que AMLO vuelva a ser el abanderado de lo que ellos llaman "fuerzas progresistas” y a pesar de que se buscó confundir al electorado con el garlito de que Ebrard podía ser esta vez el "bueno", era sólo una estrategia para intentar quitarle golpes a aquel e irle abriendo el camino, siempre lo dijimos, el Jefe de Gobierno capitalino es su hechura y no se le iba a poner enfrente.
Pero lo que observamos pues, es que desde el florecimiento del PRD, que se configuró primero como Frente Democrático Nacional (FDN) para la justa del 88, sólo han contendido con dos personajes: Cuauhtémoc Cárdenas y López Obrador.
Pero éste también viene ya bastante desgastado, es entendible, le han pegado con todo y por todos lados, sus enemigos de la derecha, sobre todo, intentaron borrarlo del mapa, no lo lograron, pero sí le redujeron su popularidad, ahora la figura sin lugar a dudas será el casi ungido aspirante tricolor Enrique Peña Nieto.
Bueno, el pasado 15 de los corrientes, mientras se "destapaba" a AMLO, una empresa en la materia realizó una encuesta telefónica a 600 personas y el resultado fue que si los candidatos a la Presidencia de la República fueran el mexiquense, el tabasqueño, que ya lo es, y por el PAN Josefina Vázquez Mota, Peña ganaba con el 49 por ciento, seguido de Andrés Manuel con el 33 y muy lejos estaría la panista con el 18 por ciento. Por esos afirmamos que el abanderado de izquierda está muy abajo de lo que representó en la elección anterior.
Pero todavía la guerra electoral no comienza, faltan los golpes más duros, porque las campañas seguramente volverán a centrarse en la crítica más que en la propuesta y habrá que esperar de a como les toca a cada uno de los contendientes. Sin embargo, es muy amplia la ventaja que le lleva el priista al perredista desde ahora.