Es apenas el comienzo. Si bien la gubernatura es la posición mayor en la entidad, las diputaciones locales y las alcaldías son platillos nada despreciables para una clase política cada vez más empobrecida y una serie de personajes que ven en esta coyuntura electoral la posibilidad de colarse al presupuesto público y más en las condiciones de marginalidad económica en que se encuentran.
Para ellos, lograr amarrar un espacio, así sea la más humilde regiduría, significa resolver su precaria situación económica durante los siguientes tres años y seguramente más, porque van con la firme intención de aprovechar cualquier oportunidad que se les presente de hacer negocios. En lo que menos piensan es en la necesidad de los ciudadanos, porque no es vocación de servicio lo que los empuja a buscar una candidatura.
Por todo ello es de considerar que los conflictos más fuertes en los tres partidos están por venir. En cada municipio o distrito hay decenas de "suspirantes" apuntados en listas interminables de quienes esperan ser favorecidos con una oportunidad.
Y nadie reconoce sus limitantes o insuficiencia de merecimientos para ser incluido en las fórmulas de elección; simplemente se aferran y sólo ven sus intereses personales. De tal forma que no les importa contribuir al rompimiento de la unidad que les garantice mayores oportunidades de triunfo.
Somos entonces los electores quienes deberemos estar muy atentos a los antecedentes de todos ésos que hacen un enorme esfuerzo por mostrar bondad, vocación de servicio, interés por nuestros problemas, ocultando los verdaderos propósitos: una desesperación por salir de pobres.
Para ver lo que nos puede pasar si no sabemos elegir, basta analizar lo que ocurre con la mayoría de quienes actualmente dicen representarnos ya sea en las alcaldías, la administración pública estatal, federal o en los recintos legislativos, desde la Cámara local hasta el Congreso de la Unión y el Senado de la República.
A muchos de ellos los estamos volviendo a ver luego de más de dos años de ausentismo, porque no pocos quieren que les ratifiquen su voto para brincarle a otra posición gubernamental.
Pero en la que se les dio no han entregado resultado alguno; por el contrario, han sido protagonistas de sendos escándalos y batallas entre grupos y corrientes por tratar de llevarse las mejores ganancias posibles derivadas de su representación.
Y mire que en todos lados andan los interesados vueltos locos: en pueblos y comunidades se observan cada día más espectaculares, lonas y todo tipo de anuncios donde los politiquillos están ya encarrilados sobre una candidatura.
Generalmente le tiran a la presidencia municipal de sus respectivos Ayuntamientos, con la esperanza de que por lo menos los contemplen para una regiduría.
Hay quienes nunca han hecho política, jamás han desempeñado una responsabilidad oficial y no cuentan con preparación elemental para poder ofrecer resultados, pero eso es lo de menos; le apuestan al engaño, la confusión y la falta de conocimiento político de la sociedad que ciertamente es un factor que influye en la elección de gente sin capacidad ni escrúpulos.
Ésos son los más peligrosos, porque adolecen de ética y lo que menos les preocupa es cuidar su imagen y prestigio; están empeñados en formar parte de esas estructuras gubernamentales que en medio de un escenario desafortunado en lo económico, político y social viven entre privilegios y beneficios que se antojan inmerecidos por la falta de compromisos con el pueblo.
Van a rasgarse las vestiduras entre ellos. De nosotros se acuerda. A pesar de que en algunos casos sí hay cuadros valiosos, difícilmente se les reconoce porque aquello es cuestión de intereses ocultos e inconfesables.
Por eso afirmamos que los conflictos que ya estamos viendo se van a multiplicar y en cada municipio, distrito local o federal, hasta que todos los candidatos queden formalmente electos y aun así habrá quienes por despecho busquen refugio en lados contrarios, es decir, viene un reacomodo de fuerzas y de corrientes que habrá que ver a qué partido político benefician más en la recta final.