Ahora ya hasta un plantón de una organización ciudadana que exige vivienda se apostó a un lado de la entrada principal del Palacio de Gobierno y si a ello hay que agregar la siempre molesta presencia de integrantes del movimiento antorchista que insisten en prebendas y apoyos diversos de parte de la autoridad, el cuadro está por demás complicado.
Pero el principal problema es que en el edificio gubernamental hay fechas en las que no aparece casi nadie que pueda atender esos reclamos, son sólo dos o tres funcionarios, como el titular de Educación, José Luis Rodríguez Martínez; el de Finanzas y Planeación, Alejandro Villarreal Gasca, o el de Gestión e Innovación, Rey David Olguín Rosas, los únicos que acuden a sus oficinas, fuera de ellos, aquello parece un monstruo solitario.
La cuestionante, incluso entre los mismos compañeros de los medios informativos, es ¿dónde despachan o se encuentran los integrantes del gabinete que nunca están en sus despachos? Si se llega a preguntar a sus secretarios la respuesta será siempre la misma: o está con el señor gobernador o anda de gira de trabajo al interior del estado, argumentos ya muy gastados, sobre todo porque son recurrentes.
El caso es que para muchos, estamos inmersos en un ambiente de elevados índices de ingobernabilidad que muestran la pérdida de controles por parte de las instancias competentes, que parecieran no estar cumpliendo con sus responsabilidades.
Reiteramos, en lo que se refiere exclusivamente a los taxistas irregulares que siguen plantados en las principales calles del centro, está muy claro que no tienen ningún argumento válido para demandar permisos, pero de todos modos continúan provocando caos, incomodidades y daño a terceros sin que nadie sea capaz de someterlos al orden.
Ayer incluso realizaron un acto de protesta en Casa Morelos a fin de presionar por una respuesta favorable, lo cual no debe suceder, porque si así fuera, seguramente cientos de concesionarios regulares saldrían a rechazar esos acuerdos y las cosas estarían peor.
Tocante a Antorcha, efectuaron una pequeña manifestación en la que se hicieron apoyar de estudiantes de una escuela ajena al estado, para insistir en quedarse en los terrenos de Alpuyeca, cuando hay un acuerdo para que sean reubicados, pero tampoco vemos a nadie con los pantalones bien puestos como para someterlos.
Son grupos acostumbrados a que todo les den en la mano con el garlito de que son pobres y tienen derecho a vivienda. Conocemos a algunos de los cabecillas, andan en carros último modelo y tienen propiedades por todos lados, a la mayoría de sus células las utilizan como gancho para justificar sus peticiones, por eso nadie los quiere ni acepta.
Muchos cabos andan sueltos, la operación política puede estar funcionando en lo que se refiere a un trato de civilidad y respeto entre Gobierno, partidos políticos o poderes, pero a nivel social, como que se da un proceso de descomposición y entonces, políticamente los amarres superiores no sirven de nada.
Sería muy bueno saber la opinión de la colectividad, seguramente que se han realizado algunas encuestas de opinión al respecto, sin embargo, difícilmente se darán a conocer si son adversas y todo ello, porque queda la impresión de que en momentos cruciales, los responsables de las instituciones no han sabido como enfrentar los problemas y sólo reflejan inseguridad e indecisión.
El ejemplo más claro de ello fue cuando se sembró el rumor del toque de queda, nadie, desde Gobierno dijo "esta boca es mía". Ni se desmintió ni se confirmó el hecho, se dejó a la libre interpretación y decisión social pero la población se sintió indefensa y abandonada todo aquel fin de semana.