Lo menos que se ha dicho en torno a la fuga de los cuatro reos, uno de ellos recapturado y asesinado en el interior del penal de Atlacholoaya, es que se trató de un escape planeado hace más de seis meses, que incluso algunos niveles de “autoridad” ya estaban enterados de eso y no hicieron nada, por algo será.
Pero además, acorde con la versión de un familiar de esos fugados, decidieron buscar la salida porque ya no tenían alternativas, ya que los cárteles internos les venían poniendo tarifas en lo que se refiere a la venta de enervantes y con la advertencia de que si no cumplían con las metas y cantidades de dinero, serían hombres muertos. Decidieron jugársela, de cualquier forma casi estaban sentenciados.
Aquí parece muy fácil decirlo, pero si ello es así, entonces las cosas están verdaderamente mal, porque ya para que ni en una población encerrada el Gobierno tenga control, es porque se encuentra totalmente rebasado y no sería por otra cosa sino por el poder del dinero.
El secretario de Gobierno Jorge Messeguer Guillén, ayer en una improvisada rueda de prensa, acabó aceptando que al interno recapturado lo mataron dentro, porque los certificados médicos indican que tras ser reaprehendido, estaba en buenas condiciones de salud.
Y en esta parte de lo que ya pareciera una telenovela, también un familiar de los cuatro involucrados sostiene que en efecto, el difunto fue sometido a una auténtica paliza que seguramente al final le causó la muerte. Relata que a su reingreso, el turno de custodios en funciones le dio su “calentada”, pero cuando entró el siguiente turno hizo lo propio, y también el tercero. Es decir, al cabo de dos días, el hombre ya no tenía cuerpo para recibir más golpes.
Sin embargo, la pregunta obligada es ¿y dónde estaban las autoridades responsables del reclusorio?, ¿acaso los vigilantes pueden hacer lo que les venga en gana sin que sus superiores puedan evitarlo, tomando en cuenta que esto llevaría a un conflicto y problema mayúsculo?
Uno diría que ante todo lo que viene aconteciendo, el propio secretario Messeguer Guillén tendría que estar “en la cuerda floja” porque finalmente en la escala de responsabilidades, a él le toca ser cabeza de sector y tiene que dar la cara en caso de que esto se ponga más calientito.
Porque además y contrariamente a la posición histórica que mostró cuando era simple ciudadano o diputado local con carácter de oposición, ahora busca justificar todas esas incongruencias con argumentos casi irrisorios, porque mientras el sistema penitenciario estatal hace crisis, él continúa diciendo: “se viene trabajando en su mejoramiento de manera progresiva desde el inicio de la presente administración”.
Si con todo ese esfuerzo, que dice se ha hecho, el ambiente está que arde, ¿imagínese si no fuera así? Francamente el funcionario muestra que le queda grande el cargo y en todo caso el gobernador Graco Ramírez debiera hacer algunos ajustes en esa dependencia, claro, comenzando por el referido.
Y no es muy difícil concluir que ha sido el sistema carcelario el aspecto complicado en su manejo en este Gobierno, ya de manera obligada, por circunstancias anteriores igualmente complicadas, se han debido hacer reacomodos, en especial en la dirección del penal de Atlacholoaya.
Finalmente y para satisfacción de propios y extraños, le dieron las gracias a Alicia Vázquez Luna en la Secretaría de Seguridad Pública porque en la realidad no hizo nada importante, las estadísticas bondadosas que reiteradamente se presentaban en materia de justicia y seguridad estaban bastante alejadas de la realidad.
Ella intentó disfrutar al máximo la posición, utilizándola para lucimiento personal, adoración a la personalidad, protagonismo, pero en la calle la prevención no se encontraba por ninguna parte, no había más salida que su cese, pero de todos modos, en adelante las cosas tampoco se antojan con mejoría siquiera al mediano plazo.
El famoso “Rambo de Tijuana”, Alberto Capella Ibarra, va a tener que mostrar que en efecto tiene los conocimientos y los pantalones bien puestos para sobreponerse a la herencia que le dejó Vázquez Luna y en estos primeros días no le ha ido nada bien, por el contrario, como que hay una oleada de delitos bastantes preocupantes.
Pero eso no es sólo en las cárceles, en buena parte del Estado el escenario es más o menos el mismo, las ejecuciones parecieran ir a la alza, el cuádruple crimen perpetrado en la comunidad indígena de Xoxocotla es un parámetro de lo que sigue ocurriendo en buena parte de los municipios.
Pero mucho tiene que ver la impunidad, porque seguimos preguntándonos que pasó con la investigación en torno al asesinato de aquel jefe policiaco en Amacuzac hace ya meses, el alcalde Noé Reynoso Nava acepta que “mi municipio está hecho un verdadero desastre”.
Y no sólo se refiere al delito producto de las mafias, también a que familiares del diputado local, paisano suyo y ex edil en esa cabecera municipal, Alfonso Miranda, lo trae a salto de mata, ahora le exige ocho posiciones en la comuna con salarios mínimos de 15 mil pesos mensuales para poder dejarlo en paz, a través de Jorge, hermano del legislador. ¿Cómo queremos que las cosas se compongan con ese tipo de rufianes incrustados en el ejercicio del poder público y la representación popular?
Pero seguimos escuchando discursos y declaraciones en el sentido de que en Morelos “hay cero impunidad” y se aplica la Ley a raja tabla, cosa por demás apartada de la realidad, a menos que cambiemos en eso, de otra manera ni “Rambo” nos podrá salvar.
Radiografia del Poder
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Justicia, muy enredados
Penales, el foco rojo
Algo muy delicado está pasando en el sistema penitenciario estatal, los recientes acontecimientos parecen indicar que en efecto, los grupos de delincuencia organizada se han apoderado del control carcelario y están haciendo de las suyas, con la complicidad de las autoridades civiles y castrenses que son, se supone, las responsables en la materia.
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