Tanto a nivel estatal como nacional, se viven momentos cruciales, ya los efectos del incidente en Iguala muestran que la izquierda perredista sufrirá bajas importantes en la cosecha electoral el año venidero.
Pero los alcances aún no se pueden vislumbrar, porque el encontronazo entre la dirigencia nacional a cargo de Carlos Navarrete Ruiz y el fundador de este instituto en 1991, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, seguramente menguará las esperanzas de los amarillos.
Las sospechas de que figuras hegemónicas de ese partido en la cúpula sabían los antecedentes delictivos del edil con licencia de Iguala, José Luis Abarca, implicado en la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, llevó a Cárdenas a solicitar la renuncia del actual CEN, desde luego que la corriente de los “Chuchos”, que mantienen el dominio no está para nada dispuesta a ceder terreno, sin embargo, la calidad moral del ingeniero Cárdenas es sin duda factor de inestabilidad para el grupo enquistado en el poder.
La proclividad de Jesús Ortega Martínez, Jesús Zambrano y Carlos Navarrete por la negociación y los pactos con las administraciones federales en turno, los ha llevado a un desgaste tremendo. La debilidad del PRD como partido en estos momentos, obedece en mucho a sus actitudes complacientes y en ocasiones hasta de complicidad con quienes ejercen el poder desde la presidencia de la república.
Cárdenas Solórzano se encuentra seguramente muy preocupado por el rumbo que están tomando las cosas, con un hundimiento progresivo del instituto que surgió luego de aquella inédita elección de 1988, cuando él fue el abanderado de un frente de fuerzas progresistas en busca de la primera magistratura de la nación y en la que estuvo a punto de sacar, desde entonces, al PRI de Los Pinos.
Nadie, desde esa trinchera podría negar que él fue la figura que concentró el liderazgo, que a la postre los llevó a pensar en la formación de un partido, el que hoy día se tambalea y cuyos pronósticos electorales al corto plazo no son para nada prometedores, por el contrario, advierten de un achicamiento histórico.
Pero en Morelos las cosas tampoco se ven diferentes, el efecto Iguala tiene nerviosa a la dirigencia que encabeza José Luis Correa Villanueva, tanto, que por el descrédito que traen, ningún partido de sus aliados históricos ha formalizado algún acuerdo electoral conjunto para el año que entra.
El Instituto Morelense de Participación Ciudadana, en una primera muestra de favoritismo, a juicio de opositores al perredismo, concedió incluso mayor plazo para que se formalizan las alianzas, porque el PRD no ha logrado acuerdos con nadie, y de ir solo, acrecentaría sus posibilidades de derrota.
Bueno, salvo aquellos personajes que ya están muy comprometidos con el partido del sol azteca, no se aprecian ahora cuadros externos interesados en contender por sus filas, la absoluta mayoría anda intentando meterse por la vía del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y eso que tampoco nada muy bien que digamos, pero es que las condiciones que presenta esa izquierda, además dividida con la aparición del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), no son nada buenas.
Hay quienes consideran que si la petición de Cárdenas es ignorada por la dirigencia nacional perredista, éste podría llevarse sus activos a otra trinchera y eso sería francamente el acabose, aunque habría que analizar hacia dónde, porque con Andrés Manuel López Obrador tampoco la lleva muy bien, no comparte su radicalismo.
Ya en medio de tantas inconsistencias, ayer corrió la versión de que la mayoría de los legisladores locales del PRD se irían a Morena. El rumor fue tan fuerte, que algunos de ellos tuvieron que hacerse presentes en conocido restaurante del centro de Cuernavaca para desmentir esa teoría, pero aún así se insiste en que hay dos que tres que pudieran abandonar esa trinchera.
Hace mucho que se perdió la pasión por los colores de partido, ahora la absoluta mayoría de quienes han logrado posiciones de relevancia en dichas instituciones, se conducen por un interés personal o de grupo, si la plataforma que dicen representar no les garantiza continuidad en el ejercicio del poder a través de una representación pública, buscan montarse en el barco con mayores posibilidades, eso es lo que se comienza a ver, por eso no se debe descartar que a medida que las estadísticas sigan hundiendo a los amarillos, se presenten desbandadas importantes.
Sin embargo, es extraño que dadas las circunstancias poco favorables, la dirigencia nacional del Partido Acción Nacional (PAN) no descarte una alianza con el PRD, claro, seguramente calculará en que estados, municipios o distritos electorales podría entrarle, tampoco arriesgará nada.
Incluso aquí en la entidad, seguramente por línea del CEN se menciona lo mismo, sólo que en esta parte de la república sería algo muy aventurado, precisamente porque en estos momentos no existen indicadores que les muestren alguna ventaja real para ir juntos.
El panismo, en lo que corresponde a Morelos, sufrió un duro descalabro en las elecciones intermedias del 2009, las repercusiones de aquella magna protesta magisterial de mediados del 2008, que se prolongó hasta noviembre del mismo año, se reflejó en las urnas. Fue cuando los priistas recuperaron casi todo, sólo les faltó la gubernatura, porque no estaba en juego, aunque no lo supieron aprovechar.
Este fenómeno parece repetirse seis años después, también en la justa intermedia, pero ahora por los hechos ocurridos en el vecino estado de Guerrero. Y es que estamos tan cerca, que la relación de políticos entre las dos entidades es común, hoy se menciona por ejemplo que algunos de quienes forman parte de la dirigencia estatal del PRD, tenían buena amistad con José Luis Abarca, ex edil de Iguala. Igual y la oposición pudiera aprovechar esa información para causarles más daño electoral, la gente rechazará sin mayor razonamiento cualquier indicio de relaciones en ese sentido.