Y podríamos decir que el poeta Javier Sicilia tiene razón cuando insiste en que cada vez más, venimos observando actitudes cínicas, de desvergüenza y falta de seriedad de quienes dicen tener vocación por el arte de la política. De unos años a la fecha se ve una pronunciada inclinación hacia el cinismo, ausencia de compromisos, honorabilidad de aquellos que han tenido la oportunidad de “representarnos” en los diversos espacios del ejercicio gubernamental.
Vivimos en un entorno casi artificial y de absoluta simulación, las decisiones y acuerdos entre poderes públicos, partidos, agrupaciones, se toman a espaldas de los gobernados, privan los intereses de unos cuantos, hay un abandono, incluso peligroso de las exigencias y reclamos de los gobernados que no encuentran ya razones para continuar soportando tanta agresión, desprecio y traición de aquellos que cada tres años salen a las calles prometiendo acabar con las calamidades, pero las suyas y de sus respectivas familias, porque a “Juan pueblo” no le llegan ni las migajas.
Lo único que ve incrementada es la carga de impuestos y pago de compromisos a las administraciones en sus tres niveles de autoridad, los recursos presupuestales producto del pago tributario son utilizados al gusto por la mayoría de las instancias oficiales, los ayuntamientos están prácticamente en quiebra, ningún dinero es suficiente para satisfacer las necesidades de una creciente burocracia que en número pareciera no tener límite.
Y con atino decía Sicilia: “de qué sirve nuestro sufragio hoy día, los votos con que se gana una elección son producto de todo tipo de manoseo, dando como resultado autoridades ilegítimas que no representan el sentir y voluntad del electorado”. Pero más aún, aquellas posiciones de mayor trascendencia suelen definirse, no en las urnas, como se estila en una democracia, sino en el escritorio, en donde los actores se dividen el pastel en un “toma y daca” que se ha vuelto rutina en este estado y país.
Hay excepciones, desde luego, pero ya vemos cuan flaca está la caballada que va a disputar alcaldías y diputaciones, en algunos casos no hay opciones a escoger, todos los aspirantes están para el arrastre, pero no hay más tela de dónde cortar, es lo que tienen los partidos, porque a los liderazgos auténticos no se les permite contender. Por lo tanto, lo único que se puede garantizar, es la continuidad de esa farsa de la que hablaba el poeta, pero que igualmente exhibe la inexistencia de valores éticos de los ciudadanos, que seguimos avalando todo tipo de conductas a pesar de que nos llegan a peores escenarios.
Basta ver los jaloneos que traen en la mayoría de dichas instituciones, no se respetan ni en casa, como dice el dicho “quien tiene más saliva come más pinole” y al que se duerme lo dejan “chiflando en la loma”, no importa que sea un valor político-electoral, ahí lo único que vale son los intereses y privilegios que pueden lograr una vez que alcanzan el sueño.
Y en primer término, para la gran mayoría, es dejar de ser pobres y sin tener que trabajar, porque es pura simulación, no se arregla nada, hay que ver cómo estamos, totalmente en medio del lodo para darnos cuenta de que no dejan nada productivo. Ahora el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) que venía prometiendo ser la diferencia, empezando desde un proceso abierto y democrático para elegir a sus cuadros, muestra los mismos vicios, no hay con quién arrimarse.
Y eso que apenas estamos viendo el arranque de un proceso que dará para mucho más en cuanto a cuestiones críticas se refiere, falta todavía lo más bueno, el agarrón de chongo que se darán ya en la batalla constitucional por la feria del hueso, saldrán los trapitos al sol de la mayoría de quienes tienen el sueño de vivir del presupuesto público y lo que se agregue los próximos tres años.
Pero como dice Sicilia, el cochinero ya es visible, de entrada, a pesar de que se prohíbe la publicidad y promoción abierta de aspirantes y sólo se permite un trabajo muy dirigido a la militancia de cada partido a fin de buscar las candidaturas, por todos lados vemos rostros de la ignominia, violando las normas, pisoteando el estado de derecho, y eso que todavía no son nada, ya imagina usted una vez que logran llegar al poder, no lo voltean a ver ni por error.
Pero en lo anterior, es el Instituto Morelense de Procesos Electorales y Participación Ciudadana (Impepac) la instancia que debería llamar a la cordura a los acelerados o por lo menos ir armando el expediente para las denuncias correspondientes, porque hay topes de gastos de precampaña, sin embargo, ¿dónde está?, en sus laureles o ya tempranamente en complicidad con los que se sienten en los cuernos de la luna.
Y mientras esos personajes hacen gala de derroche económico, de dinero seguramente logrado con base en nuestras sacrificadas aportaciones al erario vía impuestos, la sociedad en muy alto porcentaje, sufre los embates de la carestía, del desempleo, bajos salarios, es decir miseria y pobreza que parecieran ser interminables y cada vez más profundas. Pero es la historia sin fin, porque no parecemos aprender de los errores y descalabros cada tres años, ahí iremos a entregar nuestro sufragio a quien nos ofrezca más por él, en algunos casos y dada la marginación y necesidad, bastará una despensa que nos sirve para medio comer dos o tres días, en otros dádivas de 500 o mil pesos y si no, al tiempo.