Pero también la detención de Omar Treviño Morales, uno de los cabecillas de los zetas, es otro avance en el descabezamiento de esos personajes que han venido haciendo historia negra en nuestro país y que en buena medida son corresponsables directos de una dramática disminución en los índices de desarrollo, inversión y crecimiento de la nación en los recientes ocho años.
Igual y no es como para presumir, pero sí vemos un mayor efecto positivo en el combate a la delincuencia en estos dos años del presidente de la república Enrique Peña Nieto que en los seis años de Felipe Calderón Hinojosa, porque nunca logró disminuir las estadísticas de las víctimas relacionadas con ese tipo de actividades ilícitas.
Por el contrario, nos heredó un país en llamas, con muchos más grupos delincuenciales que los que había con anterioridad, ello porque tiraba a algún capo y aparecían tres o cuatro divisiones internas, o sea se multiplicaron y los ríos de sangre corrían por todos lados.
Incluso en este momento comenzamos a percibir un ambiente distinto en el estado de Morelos, donde tampoco tenemos el problema resuelto como suelen sostener algunas voces oficiales, pero existe un cambio visible: las ejecuciones que fueron múltiples cada día hoy son esporádicas, los secuestros se llegaron a disparar, porque cuando se les pusieron trabas para el tráfico de drogas, optaron por el tráfico humano, el fenómeno no está erradicado, pero los números son distintos.
Morelos comparado con Michoacán es un territorio cinco o seis veces más pequeño, pero hay algo similar en materia de delito entre ambos, la región más candente de aquel estado es la sur, donde se ubica la Tierra Caliente, es ahí donde se siguen dando los choques cotidianos entre fuerzas del orden y la maña. En nuestro Estado es algo igual, en este momento continúan siendo municipios de la parte sur, el área más caliente de Morelos, donde se mantienen en operación dos o tres gavillas de delincuentes de alta peligrosidad.
Claro, son los límites con el estado de Guerrero, históricamente conflictivo y muchas veces más problemático en cuestión de delitos, pero como quiera que sea, es claro que a poco más de dos años del gobierno de Peña Nieto, quedan tres o cuatro “focos rojos” por resolver en el país: Guerrero, parte de Michoacán, parte de Morelos y algunas entidades del norte. En lo que compete a nosotros, Graco ha logrado -con apoyo federal- reducir el alto riesgo en Amacuzac, Tlaquiltenango y tal vez Puente de Ixtla, ya no es todo el Estado, ¿no le parece?
Habría que saber cuánto le ha costado a la entidad -en lo que toca a Morelos- obtener algunos avances en la materia, podemos decir que se han tenido que sacrificar cuantiosas inversiones públicas en materia de infraestructura de desarrollo, de prestación de servicios, a fin de generar una plataforma para ir ganando terreno a los mañosos.
Y lo que todavía falta, porque seguimos esperando la instalación de las mil 200 video-cámaras que acompañarán la investigación y el rastreo de hechos delictivos en la mayor parte del territorio local, es algo largamente anunciado y que no se ha podido concretar.
Conservadoramente, en gasto orientado a seguridad y prevención, se tienen, entre otros conceptos, la construcción de tres cuarteles policiacos, el de Alpuyeca sería el más completo, pero está el de Huitzilac y la región oriente; se debieron contratar más elementos policiacos para poder reforzar el Mando Único, incluyendo incremento de salarios y desde luego la adquisición de armamento y equipo tecnológico que no cuestan una bicoca.
Pero más recientemente, se logró terminar la construcción del famoso C-5, una especie de fortaleza donde se esconden mecanismos, estrategias, secretos del Estado en lo que se refiere al combate al delito, es ciertamente impresionante y hacía falta, pero reiteramos, el costo de todo ello es significativo.
Es incluso obligado que se den resultados a la sociedad después de un gasto tan grande como el que se viene haciendo, pero de cualquier manera, por lo menos ya están las bases para enfrentar con mayor equidad a los grupos de la delincuencia organizada, porque inicialmente nos agarraron todavía con escopetas de pólvora o pistolitas casi de juguete.
Ahora se viene buscando generar una especie de policía de élite con la contratación de instructores colombianos, estadounidenses e israelíes. No negamos que Colombia debió generar mucha experiencia en materia de estrategia de defensa, tras años de problemas de guerrilla y narcotráfico.
En el caso del FBI, pues son un cuerpo de investigación e inteligencia de primer mundo, deben tener demasiado que enseñarnos y sobre todo a nuestros primitivos elementos. Qué decir de los israelitas, ellos llevan siglos en conflagraciones bélicas, deben saber todos los secretos de combate, defensa y destreza, si algo de ellos se nos puede pegar sería magnífico, pero ya en el pasado se habló mucho del uso de ese tipo de instructores, nunca vimos mayor evolución, esperamos que ahora sí suceda.
Pero decía un crítico de esos que no faltan: “reconocemos la inversión, el trabajo, la modernización de equipos, pero si no hay resultados, de nada sirve”. Y se nos antoja que es lo que sigue faltando, continúa el salvajismo policiaco, no dejamos de seguir escuchando quejas por todos lados en contra del Mando Único, por la fabricación de delincuentes y la manera como suelen arracar las confesiones. No obstante se nos aclara que la tarea no se ha terminado y que con esto de la Academia Estatal de Estudios Superiores en seguridad, se cierra el círculo, vamos a ver, sería digno de reconocimiento.