Ya se pueden ir a vacacionar, no tienen asuntos urgentes que resolver, pero además como que las presiones, los gritos y las protestas públicas que reclamaban más atención en la distribución del presupuesto a ejercer, no les preocupó en nada, prácticamente aprobaron lo enviado por el gobernador sin quitarle muchas comas ni puntos.
Pero no sólo fue en detrimento de esos movimientos organizados que por lo menos han logrado generar algunos frentes para defender sus derechos, a la sociedad morelense en general no le irá muy bien el año venidero, la escalada de incrementos en diversos impuestos y prestación de servicios se reflejará en su bolsillo, ni qué decir.
Los cálculos son que de manera general, estaremos pagando un poco más del 25% por distintos gravámenes, sobre todo en lo que tiene que ver con trámites vehiculares, en algunos conceptos se pagará hasta el 50% más.
¿Cuál es el papel que juega el recinto legislativo frente a los ciudadanos, en el entendido de que son nuestros representantes? No le vemos ningún beneficio, por el contrario, como que muy tempranamente entraron en componenda con el resto de los poderes públicos y han encontrado la manera fácil de llenar los bolsillos condicionando económicamente sus votos a favor de las iniciativas y propuestas del Ejecutivo.
Habrá que ver que tan ciertas son las acusaciones del diputado del Partido Humanista, Jesús Escamilla Casarrubias, en eso de que la aprobación del presupuesto mereció una entrega personal a cada diputado de más de cuatro millones de pesos.
Claro, a nosotros no nos suena nada extraño este tipo de arreglos, de eso se viene hablando en el Congreso local desde hace años, sin embargo no por eso lo consideraremos moral, por el contrario, la ilusión de que esta legislatura pudiera sentar precedentes, mostrando un comportamiento más vertical, se ha esfumado más rápido de lo esperado. Por lo menos en el pasado estos arreglos se veían a partir de un año de ejercicio legislativo, ahora lo observamos desde el día que tomaron protesta a su representación, de ese tamaño es la desilusión.
Pero si Escamilla sabe lo que dice, entonces arrancaron con una buena lana en la bolsa, debieron repetir la dosis dos o tres veces después, como en el caso de la unción en el cargo del fiscal general de justicia Javier Pérez Durón, el haber dejado pasar sin cuestionamientos la revisión y auditoría al crédito de dos mil 806 millones de pesos y ahora con el tema presupuestal habrían logrado una tajada más. Y si así fuera, entonces ¿cuánto dinero se ha llevado por fuera la mayoría de los 30 legisladores en estos tres meses de ejercicio?, lo único que le diríamos es que son millones, así de fácil.
Pero en contraparte, se olvidaron además de asuntos tan sustanciales como el de etiquetar recursos de apoyo para material a las escuelas del sistema educativo básico, concepto que anualmente representaba algo así como 65 millones de pesos y que era para evitar que se les pidiera cuota a los padres de familia. ¡Cómo la ve!
Bueno, a nivel del Poder Legislativo federal, es decir Senado de la República y Congreso de la Unión, se ha dicho que aplicarán programas de austeridad y ajuste de gasto corriente, por las circunstancias desfavorables que vivirá el país en materia financiera y de desarrollo el año entrante, pero aquí en nuestro recinto local no hemos escuchado nada parecido.
Aun en medio de la miseria colectiva, del desempleo que crece en el estado, del rezago histórico en que vive la mayoría de pueblos y comunidades de la entidad, nuestra “clase política” sigue haciendo de las suyas, muchos personajes se continúan enriqueciendo de forma brutal, por eso llegan a acuerdos inconfesables que ellos suelen llamar “pactos de civilidad política”.
Y ¿en qué consisten éstos?, pues son acuerdos no escritos –no deben dejar testimonios- entre grupos, poderes y niveles de gobierno en el sentido de que “tú me das, yo te doy y nadie sabe nada”, acciones que generalmente van en detrimento del interés de los gobernados, pero de lo cual no hay pruebas, aunque en los hechos queda la evidencia. Si usted analiza las cosas en este momento, encontrará que no hay equilibrios, ni oposición entre poderes, sólo algunas voces disidentes que tampoco pueden hacer nada ante la franca mayoría apabulladora.
Todo eso lo llamamos corrupción y de nada sirve la creación de más instituciones, como la supuesta Fiscalía Anticorrupción, para cuya instauración debieron cometerse actos de corrupción, como aquello de que el titular era parte del gabinete de gobierno estatal. ¿En dónde está la autonomía para actuar?, así que todo eso es una farsa que tiene el propósito de buscar confundir a la población, pero una cosa sí es verdad, a nosotros como pueblo nos cuesta cada vez más el enredado aparato burocrático porque esos organismos operan con dinero y ¿de dónde cree usted que sale?, de nuestros bolsillos, por eso más impuestos.
La verdad es sorprendente el aguante que tenemos como pueblo, hace años que buena parte de quienes han venido ejerciendo el poder público, en sus diferentes niveles, perdieron la cordura y la decencia, nos han orillado a niveles alarmantes de marginación y pobreza, sin embargo, los seguimos consintiendo, pero ya se percibe un ambiente bastante crispado hacia aquellos que continúan actuando sin compasión.
Todo eso nos indica la nobleza de un pueblo, la paciencia que tiene para soportar tanto engaño y traición, pero la paciencia se agota, ya es hora de que se haga algo, no se puede vivir de rodilla eternamente, tiene que haber un despertar, porque como dijeran algunos, estamos en medio del fuego cruzado, de un lado la delincuencia organizada, del otro los delincuentes de cuello blanco, pero éstos últimos son los que realmente atracan al pueblo.