Con un discurso todavía de campaña, no obstante que hemos superado ya la mitad del mandato, Graco Ramírez sigue haciendo promesas y evidenciando que aún no se ha dado cuenta que es el jefe de las instituciones locales y que su obligación es dar resultados.
Un solo tema ha merecido la atención durante los más de tres años al frente del Poder Ejecutivo: el de la seguridad, pero ni con todo el apoyo federal tanto económico, de estructura, como de operación, ha logrado ofrecer a los morelenses mayor seguridad. La delincuencia sigue dando muestras de que controla el territorio y que tiene comprada la impunidad, por las claras complicidades.
Algunos proyectos, anunciados en su oportunidad con bombo y platillo se han quedado esperando indefinidamente, ya que no tenían la seguridad presupuestal para su desarrollo y sólo fueron usados como promociones publicitarias para dar la idea de trabajo.
Bajo esas circunstancias se encuentran promesas hechas hace cerca de dos años, como en el caso de la Ciudad de la Salud, cuyos cimientos comenzaron a instalarse en las cercanías del Centro de Convenciones, en el municipio de Xochitepec, pero que desde hace meses, se dejó en abandono por razones que nadie conoce.
La obra tenía acompañamiento de fondos federales, son quizás los que posibilitaron su arranque, pero no pasó de algunos muros y castillos que hoy han entrado en grave deterioro, causando evidentes daños a los recursos invertidos por incapacidad gubernamental para continuar.
Pero también hará cosa de año y medio, incluso con el concurso de alumnos de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), el gobernador asistió a un evento en el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) en donde se mostraron una serie de maquetas, de las que saldría el diseño para lo que se dijo será la Ciudad Judicial, prevista en la zona sur del estado.
Y ya sabe usted en algunos medios informativos, sobre todo aquellos afines a la administración, le dieron vuelo al tema, destacando los alcances de esa inversión, empleos y todo tipo de beneficios y hasta la fecha no se ha puesto ni la primera piedra. Mostrando claramente la falta de seriedad y el nivel de irresponsabilidad con el que se conduce el sector oficial.
Y en lo que se refiere a la edificación del nuevo edificio para el Poder Legislativo, para cuyo fin se agregaron casi 500 millones de pesos al crédito de dos mil 806 millones autorizados al Ejecutivo y cuyo destino no es nada claro, tampoco se tiene fecha para su comienzo. La sospecha es que ya le echaron mano a ese dinero y a lo mejor los legisladores se quedan chiflando en la loma: les siguen viendo la cara.
Preocupados más por engordar sus bolsillos que por atender las necesidades de los gobernados, fueron distanciándose cada vez más del ciudadano, hasta llegar a un punto en el que se ha optado por el atrincheramiento y los actos preparados, a fin de evitar la rechifla y el abucheo de quienes se sienten defraudados por un gobierno que prometió ser distinto, pero traicionó la voluntad popular.
Hoy la pregunta insistente es ¿y dónde despacha Graco Ramírez? Sobre ello no hay certeza, acaso rumores en el sentido de que la mayor parte de los días de la semana se la pasa en la Ciudad de México, no atendiendo problemas del estado, sino buscando protección federal ante la amenaza del enjuiciamiento o revisando con sus socios la contabilidad y dividendos de sus negocios al amparo del poder. Palacio de Gobierno luce abandonado, sobre todo el despacho del gobernador, a pesar de que se le hizo una mejora integral que costó millones de pesos del erario y que incluyó un blindaje de esas oficinas para resguardar su persona.
Y actos públicos que tengan que ver con su responsabilidad frente a las instituciones, hace buen rato que no los hay, porque no existen motivos para ello, el trabajo es insignificante y también porque su impopularidad lo llevaría a reclamos y quejas de la gente.
Si encabeza un acto en palacio cada mes es mucho, sólo aparece como invitado a algunos eventos, como ayer para asistir a la inauguración de un centro de investigación de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el que desde luego no tuvo ninguna participación financiera, pero que aprovecha para sacar ventaja política y lucimiento.
La demagogia y el doble discurso es la carta de presentación de quienes dicen que nos gobiernan, baste recordar dos de sus compromisos de campaña: “Resolveré el problema de la inseguridad en 18 meses”, ya llevamos 40 y esto anda peor. O “me someteré a la consulta popular cada dos años”, ya vamos para cuatro y ahora dicen que no se acuerdan de lo que dijeron.
Jamás nos tocó padecer algún “gobernante” con tanta falsedad y ausencia de institucionalidad como el actual y de ello la mayor parte de la sociedad se ha venido dando cuenta, por eso comenzó a crecer el descontento. En este momento, ocho de cada diez morelenses consideran que lo mejor que pudiera hacer por Morelos sería regresar por donde llegó, pero llevándose a toda la pandilla, porque son demasiados los aventureros que desde hace más de tres años estamos manteniendo con nuestros impuestos.
Lo peor es que ni gobiernan ni dejan gobernar, el hostigamiento y la persecución en contra de todo aquél que no comulga con sus ambiciones es abierta y descarada. A Jorge Morales Barud en Cuernavaca lo trajeron a pan y agua, lo mismo vienen haciendo con el edil Cuauhtémoc Blanco Bravo.
Y qué decir del alcalde Enrique Alonso Plasencia de Tlaquiltenango, quien finalmente les demostró -por la vía jurídica- en los tribunales federales que tenía razón en eso de rechazar el Mando Único, aunque lo siguen manteniendo en ese Ayuntamiento mediante la imposición, ¡faltaba más! Nadie puede oponerse a la voluntad del emperador, la ley es para violarla.