Como que ya se les dio a las instancias “competentes” el tiempo suficiente para que probaran eficiencia y capacidad en la lucha contra el crimen, pero no hay resultados. Por el contrario, hace buen rato que los grupos que se disputan el territorio parecieran actuar sin mayores dificultades, no hay obstáculos en el camino y eso indica o que las corporaciones policiacas y sus mandos, incluyendo a los jefes superiores, son incapaces o se encuentran en complicidad con ellos.
Nosotros estimamos que es esto último, porque de que saben quiénes son los cabecillas y dónde operan, nadie lo duda. Así que desafortunadamente, siguen las sospechas de que volvemos a los peores tiempos del amasiato entre policías y ladrones.
Pero a propósito de eso, ¿dónde anda Jesús Alberto Capella, comisionado de seguridad?, el “súper jefe policiaco” ha entrado a una etapa de pleno desgaste, sus promesas en el sentido de que su Mando Único era la panacea para terminar con lamentaciones y la larga espera ciudadana en la búsqueda de soluciones al añejo problema de la inseguridad, no se concretaron.
Es más, en este momento, desde el gobierno federal deben estar preocupados, porque su experimento en Morelos ha sido un fracaso y entonces sería un error pretender extenderlo a todo el país. Aquí las cosas no funcionaron, porque desde la cabeza hasta los pies se aprecia corrupción y desorden.
Los agentes del MU han sido sorprendidos en actos impropios, incluso exhibiéndose con sexo servidoras en las patrullas, alimentando la desconfianza y el rechazo social, porque todo se les permite, independientemente de la larga lista de agresiones físicas y torturas para fabricar delincuentes o para extorsionar.
Alguien debe hacer algo, no podemos continuar bajo este ambiente, en el que priva la ingobernabilidad y la desobediencia a las leyes y a las instituciones, no ha cambiado nada desde que se nos impuso –porque así fue- ese modelo policiaco y lo peor es ya como que nos estamos acostumbrando a convivir con los delincuentes y es lo peor que nos puede ocurrir.
Al pueblo no lo pueden engañar. El ambiente es demasiado pervertido, particularmente en la zona surponiente de Morelos, esa parte de la entidad está dominada por los grupos delincuenciales, quienes no se someten a sus intereses, muchas veces no viven para contarlo y es aquí donde se encuentra ubicado el cuartel regional del MU y por lo tanto su sola presencia tendría que generar algunos efectos, así fuera inhibir un poco la incidencia delictiva, sin embargo no es así, es y por mucho la región más preocupante en materia de inseguridad y delincuencia.
Pero el operador de la estrategia de combate es el comisionado Capella, que independientemente del desgate que padece por evidente fracaso en la materia, tampoco ha cumplido en una serie de rubros más. Usted recordará que a su llegada, se insistió hasta el cansancio sobre el tema de la instalación de mil 200 videocámaras que apoyarían los trabajos del famoso C-5.
A más de dos años de distancia, no hay datos precisos en relación a esos famosos equipos, simplemente porque siguen siendo una fantasía, difícilmente podremos encontrar delitos resueltos a partir de las video grabaciones, eso muestra que no hay tales cámaras.
Pero también hará cuestión de dos años, se arrendaron unas 200 patrullas para el Mando Único, la mayoría de esas unidades ya están casi en ruinas, chocadas, maltratadas, algunas destruidas, porque tampoco hay el trato y cuidado en su uso. Simplemente no se muestra compromiso alguno por preservar los bienes públicos, que son adquiridos con el erario del contribuyente.
Y reiteramos, los recursos financieros federales, estatales y municipales invertidos en las tareas de justicia y seguridad son cuantiosos, estamos hablando ya a estas alturas de miles de millones de pesos. ¿Cuál es su rentabilidad?, no les vemos ninguna, porque los hechos lo demuestran, en un solo fin de semana 12 víctimas, son demasiadas, ¿no le parece?
Es decir, la Comisión Estatal de Seguridad no previene en lo absoluto, pero ya cuando los delitos se han cometido el asunto pasa a la Fiscalía General de Justicia, a cargo de Javier Pérez Durón, y aquí es otro calvario para quienes buscan la aplicación de la ley.
El desempeño en el trabajo de investigación es bajísimo, por eso vemos cómo crece cada día el número de imágenes colocadas en el altar, instalado en las entradas de Palacio de Gobierno en Cuernavaca, pero a los reclamos insistentes de los familiares, se pone oídos sordos.
No hay compromiso institucional con los gobernados, éstos se saben indefensos y prefieren guardar silencio, ante las claras complicidades, cuando se ve agredido en sus intereses, no existe alguien confiable a quien recurrir y tiene que soportar el dolor calladamente.
Capella Ibarra ya dio lo que tenía que dar, no logró vencer al monstruo y tendría que comenzar a pensar en dejar el cargo, de otra manera seguirá prolongando la agonía de los morelenses y como que no es justo, sobre todo con lo mucho que nos ha costado su aventura por la entidad.
Es falsa la batalla contra los grupos de delincuencia organizada, las pandillas pululan por todos lados sin ser molestadas, las amenazas el cobro de piso en la mayor parte de los municipios está desmantelando la planta productiva. Los negocios y las empresas prefieren cerrar sus cortinas por dejar de ser rentables, las ganancias se las lleva la maña. Y es mejor no quejarse, porque entonces la propia vida está en riesgo.
El señor comisionado no pudo con el paquete, pero seguramente tampoco es por falta de capacidad, se optó por el negocio y el cobro de la renta del territorio, pero bajo esas circunstancias, el proyecto del MU se fue anulando, hoy es letra muerta.