Hace algunas décadas, cuando todavía se contaba con grandes extensiones de tierras de cultivo –que fueron siendo ocupadas por la mancha urbana- este producto, conjuntamente con la caña de azúcar, el sorgo y el maíz, resolvían el problema existencial de miles de familias.
Pero la “gallina de los huevos de oro” se fue extinguiendo y no sólo porque se empezó a sembrar cemento, sino porque el control de las organizaciones por parte de figuras caciquiles ha sido otro elemento que ha afectado a quienes se dedican a esta actividad.
Ya sabe usted, aún subsisten tres molinos del grano, Flores Zamora y Buena Vista de Cuautla, así como el San José de Jojutla, y a pesar de que los volúmenes que se cosechan ya no tienen nada que ver con el pasado, aún así, la calidad del mismo lo hace rentable.
La mayoría de los campesinos del rubro se encuentran agrupados en lo que se conoce como Sociedad de Productores de Arroz Plan de Ayala y han tenido que enfrentarse a grupos de corte caciquil, que respaldados por la autoridad en turno, son los que se llevan las mejores ganancias y dividendos.
En su oportunidad y por buen tiempo, presidieron los comités Gontrán Rodríguez Reza, Pablo Torres Chávez, Ángel Morales Orañegui, en tiempos de Antonio Rivapalacio López, y luego de ellos, Francisco Alanís, que lleva ya 22 años en la posición y se niega a ser relevado.
Las cosas andan bastante calientes, porque la mayoría de productores han comenzado a reaccionar y por la vía del amparo lograron que la justicia les diera la razón en cuanto a la renovación de representantes se refiere, pero el personaje en cuestión no se ajusta al estado de derecho y se aferra al cargo.
José Vargas Valero, uno de los que encabeza el movimiento de emancipación, recordó que cuando le ganaron todos los amparos a Alanís, simplemente se atrincheró y se negó a dar la cara. Ante ello y dado que la justicia les había dado la razón, decidieron tomar las instalaciones de las oficinas, pero aquél los demandó.
Dice que de manera inédita, en una semana las instancias competentes resolvieron liberar órdenes de aprehensión contra los inconformes y fueron tras ellos. Y es que conforme a los tiempos normales en la aplicación de la ley hoy día, cualquier proceso puede llevarse hasta dos años antes de llegar a ese punto, aquí bastaron seis días para que se hiciera, violando incluso derechos de los demandados, porque no fueron notificados para defenderse.
Está claro, Francisco Alanís debió usar más que influencias para ello, pero de todos modos las cosas no le vienen bien, porque los arroceros han citado ya a asamblea general de productores para el próximo 30 de abril, y ahí el principal punto a tratar es la elección de nuevos representantes de la asociación.
Parece que no hay manera de que escape a la voluntad de las mayorías en esta ocasión, pero se aventó más de 22 años en la posición, sin dar corte de caja y mire que por lo que se menciona, entra bastante dinero por diversos conceptos, uno de ellos la venta del mismo producto, porque se quedan con un porcentaje.
Para medir el alcance de las presumibles desviaciones económicas, Vargas Valero recuerda que cuando se condujo con transparencia ese organismo, en un solo año se entregó maquinaria y una camioneta del año a cada uno de los ejidos, pero fue única vez, Alanís no ha dado ayuda alguna a los campesinos.
Por eso decíamos que independientemente de la ausencia de programas de apoyo y estímulo a la producción en el campo, por parte de las autoridades competentes, la existencia de caciques es un fenómeno que sigue presente en el estado y explotando el esfuerzo de los propios compañeros.
Y si bien es cierto que en cuanto a calidad se refiere el arroz morelense no tiene comparación, los productores apenas si sacan para sobrevivir, porque son víctimas de toda clase de tranzas, ya sea por parte de las autoridades o de sus propios dirigentes, que aprovechan la confianza que se les da para beneficiarse y en grande.
Este fenómeno tampoco es privativo del arroz, lo mismo pasa en relación a la producción cañera, la vara del dulce es de las más altas en sacarosa en la república, pero el negocio es para los empresarios, ahora que el ingenio Emiliano Zapata de Zacatepec está en manos privadas.
Pero en lo referente al arroz, existe la agravante de una competencia desleal en los mercados de consumo, por la introducción de granos de pésima calidad del extranjero. Todo mundo sabe que de forma ilegal, llegan miles de toneladas de granos procedentes de China que se venden a un precio de menos del 50 por ciento que el nuestro.
Claro, el rendimiento no tiene nada que ver, sin embargo, las mismas condiciones económicas del consumidor lo llevan a su adquisición, pensando que se ahorró una lana, cuando en realidad sale perdiendo, porque ese producto no rinde.
Pero el comité encabezado por Francisco Alanís se dedicó a cualquier cosa, menos a defender a sus agremiados, combatiendo esa competencia desleal. Él estaba en lo suyo, pero viene el ajuste de cuentas y no la va a pasar muy bien, porque existen aspectos suficientemente delicados como para fincarle responsabilidades de toda naturaleza. A decir verdad, el señor se pasó de listo, porque los comités directivos deben renovarse cada tres años, él lleva más de siete reelecciones y aún quiere más.
Y eso de que en menos de ocho días le hicieron el favor de liberar órdenes de aprehensión contra quienes se habían apoderado de lo que les pertenecía, los bienes del ingenio, habla de que seguramente compró voluntades en la Fiscalía General de Justicia o cuenta con algunos “padrinos” en el gobierno de la “ambición Morelos”. Desafortunadamente en todos lados hay vivales que abusan de sus cargos y con base en complicidades logran violentar las normas existentes, a fin de obtener beneficios que no les corresponden y este es un caso muy claro.