En la cúpula, los dos partidos más viejos -el Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN)- se perfilan como los que contarán con mayores posibilidades de quedarse con la presidencia de la república. El primero anda en los 22.5 puntos porcentuales, el otro en los 18.5. Es decir, la diferencia entre ambos es sólo de cuatro puntos.
Durante algunas elecciones eran tres las fuerzas partidistas que punteaban las estadísticas, PRI, PAN y el de la Revolución Democrática (PRD); sin embargo, ésta última fuerza ha venido a menos gradualmente y a nivel nacional ya hasta se advierte que podrían perder el registro, porque hace rato que vienen a la baja.
La izquierda concebida en el PRD tuvo sus mejores momentos bajo los liderazgos de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, que igual y ganó la justa presidencial de 1988, y con el ahora líder moral del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Andrés Manuel López Obrador, que igualmente, se afirma, ganó la presidencia en el 2006, aunque se la quedó el panista Felipe Calderón Hinojosa.
Es decir, han sido figuras políticas, no estructuras, las que le han dado al Sol Azteca mayor fortaleza electoral, pero hoy día ambos personajes están fuera del PRD y no se ve por donde aparezca alguien más que les pueda dar un poco de oxígeno. Los perredistas han tenido que buscar alianzas con la derecha en la lucha por las gubernaturas de algunos estados a fin de dar la pelea, conscientes de que solos no tienen nada que hacer.
En Morelos el panorama no pinta distinto. A pesar de que los amarillos gobiernan la entidad, -si es que se le puede llamar así a lo que hacen- son objeto de un gran desgaste y a pesar del derroche financiero que hicieron en la elección intermedia del 2015, no lograron grandes cosas, pero la que viene pudiera ser la catástrofe para ellos y motivos hay de sobra.
Sin temor a error, podemos afirmar que la dirigencia estatal actual no representa los intereses del perredismo morelense, ya que el hijastro del gobernador Graco Ramírez, Rodrigo Gayosso Cepeda, sólo atiende el interés y la estrategia de Palacio y de eso están conscientes las bases, por lo que han tomado distancia.
En contraparte, tanto acá como en el resto del territorio nacional, es Morena quien los viene desmantelando. El ascenso de éstos refleja el hundimiento de los otros y casi puntualmente. Hasta hace algunos meses, todavía el partido del Sol Azteca se situaba como la tercera fuerza, con unos once puntos, contra ocho de los de AMLO. En este momento es todo lo contrario: el partido del tabasqueño anda en 12 puntos, el PRD en ocho y con más tendencias a la baja.
¿Razones del desplome a nivel nacional? los acuerdos con el gobierno federal. Para nadie fue desconocido que durante las elecciones del 2012, el entonces partido de los “chuchos” (Jesús Ortega, Jesús Zambrano y otros socios) ayudaron a legitimar el triunfo de Enrique Peña Nieto como presidente de México.
Y en lo sucesivo han seguido caminando juntos, en particular, respecto a las grandes reformas estructurales propuestas por el mandatario. Cabe decir que entre el pago de esas facturas a estos favores políticos se encuentra Morelos. La gubernatura parece ser uno de esos cheques en blanco cedidos desde Los Pinos a través del PRI, por eso Ramírez Garrido se maneja con excesos sin que exista alguna llamada de atención del gobierno federal.
Sin embargo, el electorado ha empezado a dejarlos solos y a pesar de que Gayosso Cepeda busca afanosamente ganarse la confianza ciudadana a través de dádivas y supuestos apoyos a campesinos, amas de casa y empresarios, con recursos presuntamente oficiales, no logra siquiera estabilizar a la institución.
Pero siendo justos, en el caso del estado, la principal razón de la caída del PRD en las preferencias populares es el mal desempeño del gobernador. Y el hecho de que impusiera al hijo de su pareja como el presidente del CDE lo condena aún más al desgaste que como mandatario viene enfrentando.
De que el gobierno estatal desvía fondos del erario público para ayudar a su partido, no hay duda, porque a fin de aplaudirse y elogiarse, tanto a nivel de administración de estado como del PRD crearon un medio de comunicación, al que subsidian de forma importante a través de la coordinación de comunicación social. Gayosso comparte acciones del rotativo al 50 por ciento con un empresario poblano asociado al régimen en turno.
No obstante esas maniobras legaloides y de lavado de imagen, Graco y su clan familiar son objeto de un rechazo social mayoritario, que necesariamente se verá reflejado en las urnas durante las próximas elecciones. El ser gobierno no les está dando ventaja alguna y desde aquí van contribuyendo al resquebrajamiento de una institución electoral que parecía viable hasta hace unos años a nivel nacional.
No hay forma de que el perredismo levante, ni en Morelos ni en el país. Sus activos se los seguirá llevando Morena, que ya para algunos analistas políticos es un hecho que se ubicará en tercera fuerza a partir de la justa en puerta, pero el mayor riesgo es que llegue el PRD a perder su registro.
Por eso Ramírez Garrido sabe que aquello de aspirar a la candidatura presidencial no será posible, su mal desempeño como gobernador de Morelos sería la tumba de la institución y tampoco en la dirigencia nacional están dispuestos a llegar a tanto.
El fracasado tabasqueño a lo más que podría aspirar, a fin de tomar distancia de los morelenses frente a lo que se le viene, es pedirle a los Chuchos que le cedan la dirigencia nacional a fin de protegerse por el daño causado al estado, pero habría que ver si se la dan. Con ese descrédito que trae, donde se pare hará daño.
Claro, el binomio partido-candidato en la elección del 2018 es lo que dará el alcance a cada partido, y los amarillos sólo parecen tener al jefe de gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, aunque también ya muy disminuido. Sin embargo, es el único que los puede salvar.