El señor debió –como la sirvienta- entrar y salir por la puerta trasera, para evitar enfrentar a grupos de manifestantes que se dieron cita por esa zona de la ciudad, coincidiendo con la presencia del tabasqueño, que ésta vez venía acompañado por la presidenta del sistema estatal DIF-Morelos, Elena Cepeda de León.
En el inicio del acto, fueron los antorchistas los que le echaron a perder la fiesta, pero al término del evento, una marcha de maestros que reclaman el pago de bonos y prestaciones salariales le obligó a salir casi a salto de mata.
Bueno, algunos de los funcionarios mencionaron que incluso debió transitar un tramo de la calle Rayón, hacia su conexión con Álvaro Obregón, en sentido contrario, a fin de incorporarse a la avenida Morelos a la altura del teatro Morelos, para salir rumbo al norte de la ciudad.
No podía ser de otra manera, los profesores, que posteriormente se concentraron en el Centro Histórico en un número cercano a los dos mil 500, le venían lanzando serios reclamos y entre sus expresiones se podía escuchar aquello de “fuera Graco”, o la expresión que cobra cada vez más resonancia: “Graco das asco, regrésate a Tabasco”, incluyendo la consigna de: “Graco ratero, te robas nuestro dinero”.
Y como eran en número suficientes, pues rápidamente se les pidió que integraran una comisión a fin de establecer el diálogo en Palacio de Gobierno, pero mientras eso pasaba, bloquearon el tránsito vehicular en las calles aledañas al edificio gubernamental.
Eso en lo que toca al escenario externo, que como siempre, contrasta con la visión de un personaje que sigue hablando de una administración ejemplo a seguir, de avanzada y sin precedentes. En ese sentido volvió a sustentar su mensaje, en el que incluyó golpes bajos –tan bajos como su conciencia- en contra de aquellos que piensan diferente.
Y mientras presumía de ser un luchador de la democracia y las libertades, una de ellas, la de expresión, vociferaba contra los medios de información diciendo que “en aquellos tiempos no había libertad de prensa, algunos medios eran comprados o de paga, nosotros luchamos por su emancipación”. Y luego agregaría que “hoy en Morelos no se persigue a nadie por lo que dice o escribe y en lo personal eso a mí no me quita el sueño, por lo que pueda venir”.
Ponderó otra vez sus programas de beca salario y mujeres emprendedoras, anticipando que han sentado precedentes, pero criticando a sus antecesores en el sentido de que “antes, con el fin de heredar algún legado, sólo le cambiaban el nombre a esos programas, pero seguían siendo lo mismo”.
El sector eclesiástico no escapó de sus dardos, porque aprovechó el foro para desquitarse de la crítica y reclamo de la reciente marcha encabezada por el obispo de Cuernavaca, Ramón Castro Castro. Y para tal efecto, abordó el tema de los matrimonios entre personas del mismo sexo.
Específicamente dijo que: “hay al interior de la iglesia una corriente retrógrada cupular, ambiciosa y manipuladora que se opone a la reciente reforma en la materia”. Abundó en el sentido de que: “todos tienen el derecho de amar, en buena hora el matrimonio igualitario”.
No obstante, se pudo observar a un gobernador cargado de rencores e impotencias, muy limitado en sus acciones y sobre todo denostando a quienes le siguen reclamando el incumplimiento en tareas como la justicia y la seguridad, pero con un discurso que poco o nada ha cambiado desde hace más de tres años y que refleja claramente que como entidad federativa nos seguimos rezagando.
Es decir, no ha logrado incorporar novedades en sus mensajes, porque no existe materia para ello, pareciera que terminará el sexenio con la misma cantaleta: “beca salario”, “empresas de la mujer” y nada más. Claro, ni por error aclara que en el caso de la beca estudiantil, el 95% del dinero viene del gobierno federal y que su única participación es haber logrado la gestión en el gobierno central.
Ahora bien, en lo que toca al Consejo Ciudadano de Desarrollo Social, luego de tres años al frente, José Antonio Sandoval Tajonar heredó el espacio a Álvaro Urreta Fernández. Y sobre el tema, un funcionario gubernamental decía a La Unión de Morelos que Graco nunca les apoyó a fin de que aterrizaran una serie de proyectos e ideas positivas que traían. Bueno, diría, ni algunos vales de gasolina para que se pudieran mover, lo poco que lograron fue con sus propios recursos.
Y mire que a pesar de ello, Sandoval y su equipo lograron sacar adelante la ley en la materia, pero el exsacerdote evidenció las carencias sosteniendo que “Morelos se encuentra atrapado en una dinámica que le impide avanzar y la mayoría de sus comunidades no tienen condiciones para incorporarse al desarrollo, priva el egoísmo, desconfianza y confrontación”.
Ahora bien, Álvaro Urreta es un hombre progresista, de ideas democráticas y sobre todo con una larga historia de trabajo social y de lucha contra las injusticias, además de ser un académico de primera línea. La pregunta aquí sería: ¿va a contar ahora sí con el respaldo institucional? lo dudamos, Graco y Elena Cepeda sólo buscan el lucimiento y las cámaras, no les interesa en lo más mínimo atender y resolver problemas ancestrales de los morelenses, por más que insistan en sus discursos.
Y de ser así, lamentablemente se perdería la oportunidad de aprovechar capacidades realmente sobresalientes, porque además los colaboradores del consejo son igualmente de lo mejor en cada materia, ahí hay investigadores de la UNAM, de la talla de Úrsula Oswald Spring, por mencionar a alguien.
Reiteramos, Graco sigue presumiendo de ser incluso promotor de los derechos humanos y de la justicia. Sin embargo, evita cualquier referencia a casos de escándalo y vergüenza como el referente a las fosas de Tetelcingo, donde se presume hay unos 150 cadáveres, cuyas muertes no se ha aclarado y que en buen número bien podrían ser crímenes de Estado.