De principio a fin, los cuernavaquenses debieron soportar la presencia de cientos, algunos días miles de manifestantes que de esa manera se hacían escuchar a fin de intentar ser atendidos en sus reclamos. Destacaron en número y constancia los maestros jubilados, que le exigen  al sector educativo el pago de un bono de tres mil 800 pesos, que debieron dárselo el 15 de mayo.

Pero para que el nivel de protesta cobrara aún mayor relevancia, el viernes se presentaron los universitarios, que encabezados por su rector Alejandro Vera Jiménez, pidieron a la Legislatura local cumplir con los compromisos hechos ante ellos, de dar formalidad al Consejo de Participación Ciudadana, que inesperadamente anularon.

Pero del mismo modo, los mandos estructurales de la UAEM, apoyados por decenas de organizaciones, tanto populares como profesionales, sobre todo del ramo del derecho, advirtieron que la aplicación de la auditoría especial que ya se desarrolla al interior del campus, viola la soberanía de la máxima casa de estudios.

Ahí fue escenario propicio para recordar el imperdonable crimen de lesa humanidad, perpetrado por el mismo Estado y cuyas víctimas fueron tiradas cual animales en las fosas clandestinas de Tetelcingo. De paso, tanto el rector como el poeta Javier Sicilia insistieron en que aún se sospecha de una fosa más en Cuautla, y hay que ir a desenterrar cadáveres también en Jojutla.

El rector y sus aliados tienen muy clara la película, saben que Graco va con todo en su contra, buscará aplicarle un juicio sumario para sacarlo de la jugada y de paso impulsar algunas cambios que le permitan mayor injerencia en la universidad, sobre todo, en lo que toca a la designación del nuevo rector.

El tabasqueño suele conducirse mediante reacciones, en la mayoría de los casos, poco sensatas y no creemos que en esto piense dar un paso atrás. Más que en su propia fuerza –que aquí está menguada- confía en que la Federación, vía la Secretaría de Gobernación, le ayudará a combatir a su enemigo. Sin embargo, como que ya ni el poder central tiene esa calidad moral y fortaleza  para apadrinar a malandros y si lo hace, seguirá pagando el costo político.

La imagen del presidente de la república en el territorio zapatista ha venido a menos y el responsable es Graco. El pueblo percibe que lo vienen protegiendo y ese solo hecho se ha transformado en condena a la Federación. Pero a pesar de que  decidieran acompañarlo, igual y el gobernador en éste momento, ya no es rival de mucho cuidado para la comunidad universitaria y decenas de movimientos más, como la Coordinadora Morelense de Movimientos Ciudadanos (CMMC) que encabeza Gerardo Becerra.

En una lucha sin cuartel, estamos casi seguros que el grueso de los ciudadanos, arroparían a Vera Jiménez y demandarían incluso la expulsión de Ramírez Garrido del estado, lo que francamente sería lo más prudente a estas alturas.

Un maestro jubilado, que por cierto, fue  fundador del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y en su oportunidad legislador local, Isaías Cano Morales, comentaba que “es sorprendente el repudio y condena social contra el mandatario, ahora que anduvimos repartiendo volantes por lo del bono que no nos quiere pagar, a mí y a un grupo de compañeros nos tocaron los mercados públicos de Cuernavaca... quedamos sorprendidos por el concepto que se tiene de él y de su esposa Elena Cepeda.  De rateros y corruptos no los bajan, pero además, la gente dejaba sentir su enojo, porque se referían a ellos con insultos y palabras soeces, nos quedó claro que se ha quedado sin pueblo”.

Consideró que “si a alguien se le ocurriera realizar una encuesta pública en el estado, preguntando quién, a juicio del ciudadano es el político más corrupto hoy día en Morelos, Graco rompería récord histórico”. Y es verdad, la fama de rateros ya nadie se las quita a las tres figuras arriba mencionadas.

Por eso decimos que el tabasqueño ya no sería enemigo peligroso en una batalla abierta, pero como que se anda metiendo en camisa de once varas. En una de esas le toca que salir por piernas de la entidad con todo y familiares cómplices y a aunque tenga la ayuda del centro.

Pero ¿cómo y porqué del repudio tan elevado?, entre otras razones, porque se retractó cobardemente de compromisos y promesas que hizo en campaña, como aquello de acabar con la delincuencia en 18 meses, o que cada dos años se sometería a consulta pública a fin de que los gobernados decidieran si seguía o renunciaba al cargo.

Pero independientemente de eso, su desagradable forma de ser, porque se trata de un tipo que suele conducirse con ironía ante sus adversarios, es cínico y ladino, con una figura bastante pesada y desde luego, nada discreto. Ante cualquier cuestionamiento responde con el hígado y de eso se fue dando gradualmente cuenta la población.

Y para completar el cuadro, pues “Elenita” Cepeda tampoco canta mal las rancheras. Como que están hechos el uno para el otro. Sus intereses personales se colocan  por encima de cualquier cosa, incluyendo el superior del estado. Es reaccionaria y visceral, se considera intocable y busca siempre humillar a quien se atraviese en su camino. Pero como siempre cometen errores que comienzan a permitir que salgan a la luz sus operaciones con dinero público. Por ejemplo, lo de los famosos conciertos, pagados del presupuesto a una empresa, Magnos, que obtuvo casi cien millones de pesos como simple intermediario. De esa suma pagó una parte reducida a los artistas y se quedó con lo dempas, admepas del dinero de la taquilla.

No es casualidad que em esa empresa figure como socio el nombre del hijo menor, José Domingo.

Desde luego que hay muchos más motivos para que los morelenses vomiten hoy a ese par de vivales, pero con los que le acabamos de enumerar es más que suficiente. De ahí que pretender someter por la fuerza a la comunidad universitaria más bien pudiera ser la tumba de Graco. En una de esas es obligado a dimitir por las buenas o por las malas, porque viene jugando con fuego. Alguna vez lo dijimos, la universidad somos todos y pudiéramos estar en la antesala de la caída del emperador y su reina, ¿no le parece?