En principio de cuentas, partiríamos en nuestras aseveraciones de la división aún no superada entre quienes conformaron el Frente Amplio que llevó a la candidatura en el 2006 a Andrés Manuel López Obrador, conformado entre otras fuerzas por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), como cabeza, el Partido del Trabajo y Convergencia por la Democracia.
De todo aquello que efectivamente levantó interés en millones de electores, queda muy poco. El mismo PRD se partió en dos corrientes: la que se presume viene financiada desde la Presidencia de la República y que se apoderó de las siglas con Jesús Ortega Martínez, y desde luego aquella que sigue lidereando Andrés Manuel y el jefe de gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard Casaubón, y que a pesar de no contar con estructuras formales del instituto, sí disponen del reconocimiento de buena parte de las bases militantes.
Todavía no se ve con certeza cuál será el destino de los aliados, PT y Convergencia; por ahora son los que arropan la figura del tabasqueño. Pero lo más seguro es que Ortega Martínez no lo aceptará como candidato del PRD y entonces tendría que irse con el apoyo de las otras dos plataformas.
Este solo hecho dejará con muy escasas posibilidades de triunfo a las dos alas autoconsideradas de izquierda; sin embargo, eso no es todo, en distintos frentes aparecen otros movimientos que igualmente reclaman posiciones de tendencia izquierdista.
Aquí en el estado, por ejemplo, este fin de semana se conformó un Frente Ciudadano que buscará atraer la atención de algunos sectores trascendentes con base en el apoyo de líderes sociales de pueblos y comunidades.
Uno de los personajes centrales de dicha agrupación es el legislador local Luis Arturo Cornejo Alatorre, de Convergencia. Muchos tal vez ya no recuerden sus antecedentes, pero se desempeñó en el área de Gobernación durante el sexenio de Lauro Ortega Martínez.
En ejercicio se le consideró como un funcionario de mucha fuerza y autoridad; el haber formado parte de aquella generación de políticos de primer nivel, sobre todo en resultados, lo pone en condiciones adecuadas.
Hay muchos cuadros sociales que todavía añoran aquellas épocas, porque se trató de un gobierno de avanzada. Pero reiteramos, por lo poco que sabemos de ellos, van con la firme intención de disputarle parcelas al Partido de la Revolución Democrática, es decir, su propuesta sería de tendencia revolucionaria y combativa.
Y como este caso, hay indicios del surgimiento de muchos otros frentes que consideran el momento apropiado para ir haciéndose presentes con miras a la búsqueda de posiciones electorales hacia el 2012.
Y en absoluta mayoría, tratan de identificarse con un proyecto de gobierno cercano a la gente, estrategia muy explotada por el perredismo que ha venido perdiendo identidad popular por inconsistencias de los líderes nacionales.
De ahí, el que se considere muy distinto el 2012 a lo que ocurrió en el 2006; llegarán divididos y pulverizados frente a un Revolucionario Institucional (PRI) que sigue amenazando con el regreso al poder total y un Acción Nacional que se resiste a entregar las plazas, ya sea el gobierno del estado en el caso de Morelos, o la Presidencia de la República.
Y bajo las condiciones de ausencia de unidad entre ellos, de llegar a una alianza PRD-PAN, estaríamos hablando del PRD de Jesús Ortega y Graco Ramírez porque ambos están negociando en Los Pinos. El resto que se nos antoja la verdadera izquierda, desarrollará su propio proyecto electoral.
Pero la verdad es que desde este momento se percibe que para el 2012, a diferencia de aquel seis de julio de 1988 o del 2006, tienen muy limitadas posibilidades de éxito, y como ya se ha dicho para la Presidencia de la República no habrá alianzas, tendrán que ir solitos, cada quien por su lado, lo que les resta márgenes de maniobra.
Pero los únicos responsables de lo que pasa son ellos; la ambición de algunos como Graco, Jesús Ortega o la ex diputada federal Ruth Zabaleta, da fe de que lo que les interesa es asegurar lo suyo, el PRD no importa, es sólo un instrumento útil.