Fuera de él, quienes le sucedieron desarrollaron un trabajo a media tabla, comenzaron a perder fuerza y liderazgo y enfrentaron cuestionamientos por presuntos casos de corrupción. De ello, tampoco escaparon los gobiernos panistas que iniciaron la alternancia a partir del año 2000.
No obstante, hubo un esfuerzo permanente de todos ellos por mantener el contacto con sus gobernados, mediante eventos y giras de trabajo programadas en los 33 municipios que integran el territorio morelense. Mantener el aprecio popular no es cosa nada fácil, hay quienes por sus suaves perfiles y carisma tienen esa posibilidad. Uno de éste fue sin duda Sergio Estrada Cajigal Ramírez, que gobernó entre 2000 y 2006.
La personalidad de cada gobernador, aunado a su compromiso real con los morelenses, es lo que va definiendo y orientando el grado de popularidad. Claro, lo anterior tiene que venir acompañado de un trabajo visible en materia de solución a los problemas cotidianos de la gente, porque de otra manera se pierde sentido.
La figura de gobernador tiene sus responsabilidades muy claras: es quien debe llevar a sus colaboradores, los que conforman su gabinete, a cumplir con las competencias inherentes a sus cargos, es decir, entregar resultados, a fin de que él pueda explotar ese esfuerzo, traduciéndolo en aplausos y reflectores. Eso es todo, sólo tiene que flotar en la superficie mientras el equipo de trabajo hace lo que debe.
Es el jefe del Poder Ejecutivo quien tiene que desarrollar todas las acciones de lucimiento, y lo más aconsejable es llevar una agenda de acciones cerca de los gobernados, lo cual implica giras constantes, porque hoy son existen de mil pueblos, ciudades y comunidades en la entidad y un buen gobernante aspirará siempre a visitar cada uno de esos espacios, por lo menos una vez al año.
LOM lo hacía. Cada inicio y fin de año tenía sus famosas reuniones de fortalecimiento municipal, donde se programaban las obras a realizar en ese año o para la entrega de las mismas los últimos meses de cada ciclo.
El señor vivía en medio del pueblo, incluso los fines de semana su casona en Xochitepec recibía comisiones y contingentes ciudadanos que no lo dejaban ni dormir, pero él atendía a todos por igual. Pero lo que vivimos en Morelos en este momento nos indica claramente que Graco Ramírez es una figura de decoración. Vino al estado a vacacionar, porque lleva ya cerca de cuatro años de asueto y no le interesa en lo más mínimo atender al respetable y sólo aparece en eventos como invitado de honor.
Tampoco negamos que quienes han gobernado el estado han sido blancas palomitas. Se llevaron lo suyo, pero con moderación y atendiendo necesidades fundamentales de los ciudadanos. Sin embargo, hoy sucede lo contrario, Ramírez sigue de paseo, haciendo precampaña en la Ciudad de México, pagando ya facturas por concepto de promoción de imagen a fin de buscar nuevas posiciones con cargo al erario público y amasando una fortuna histórica sin merecimiento.
En reiteradas ocasiones ha buscado pretexto para salir del estado y del país. Estados Unidos y Europa son los destinos de más preferencia.
En el viejo continente hace unos meses se aventó unas vacaciones de más de dos semanas, acompañado por Elenita Cepeda y familia.
Vía la unidad de comunicación social, siempre se les ha dado a esos viajes de placer carácter de giras de trabajo. El problema es que no hay un solo hecho que muestre el resultado de acuerdos que, se ha insistido, hizo en su momento en países como Francia, España o Gran Bretaña.
Violando la ley electoral, está haciendo abierto proselitismo mediante el pago de inserciones publicitarias o entrevistas televisivas en medios de información nacional. Las facturas a cubrir son por millones de pesos y todo es con cargo a los impuestos y aportaciones fiscales de los contribuyentes.
El uso de helicóptero para el traslado de Cuernavaca a municipios fuera de la zona conurbada de la capital, cuando desarrolla algún evento, es lo recurrente. El señor no quiere ensuciarse los zapatos y por ende, desconoce cuál es el estado de cosas que priva en la entidad.
La mayoría de los ex gobernadores hacían lo contrario: el uso de unidades terrestres para cumplir con su trabajo les daba la posibilidad de estar enterados de manera directa de las condiciones que guardaban las vías de comunicación. Era parte de la estrategia para poder dar instrucciones a sus subalternos en relación a lo que en la materia debía hacerse.
Graco asiste -y sólo en la capital- a cuatro o cinco eventos por mes, la mayoría como invitado especial por empresarios, profesionistas o prestadores de servicio. Con eso busca justificar su presencia, pero al interior del estado hay mucha gente que sólo lo identifica por el nombre, ya que no le conoce personalmente.
Nos ha tocado recibir ese testimonio de manera directa y se nos hace preocupante, porque insistimos, ya vamos para el final del sexenio y simplemente no puede ser que ni siquiera se le identifique. Uno de los argumentos recurrentes de los gobernadores es excusarse de sus ausencias ante el pueblo con aquello de que atienden en audiencias privadas. Sin embargo, la obligación es caminar justos con quienes enfrentan todo tipo de necesidades y no hay a quien recurrir.
Es muy probable que el señor decida en efecto pedir licencia al cargo en los próximos dos meses.
Si es así, pasó de noche por el estado de Morelos, confirmando que lo único que le interesaba era resolver la vida económica, suya y de sus familiares, y una vez logrado el propósito, tomar distancia para asegurar otra posición que le siga dando la posibilidad del disfrute y el placer sin el menor esfuerzo.
En las estructuras de gobierno hay ocasiones en que no se tiene ni lo elemental para el cumplimiento de tareas de gobierno, pero él buscará siempre disponer del dinero suficiente a fin de comprar las conciencias que sean necesarias a fin de mantener la “gobernabilidad”, como insisten algunos de sus aplaudidores, que alardean de que el estado está en paz.