Ahora se menciona que podrían ser 300 las plazas que tengan que irse congelando, a fin de reducir más gasto corriente y preparar el terreno para un 2017 bastante complicado en materia de finanzas públicas y presupuesto, por los recurrentes anuncios de la Federación de decremento en el ingreso.
Ya el actual techo financiero de Morelos se mantuvo sin movimientos en relación al del 2015, lo que representa realmente un retroceso en la disponibilidad de recursos, por los efectos de la inflación. Son en promedio 20 mil millones de pesos los programados para el año en curso, pero hacia el 2017 las cosas parecen no cambiar y por lo tanto hay que apretar más el cinturón.
A nuestra entidad, después de todo, no le fue muy mal en lo que a desarrollo de proyectos federales se refiere, no obstante las adversas circunstancias, se ve que el presidente de la república Enrique Peña Nieto respetará y dará cumplimiento a inversiones comprometidas como la del paso exprés, que tanto conflicto social ha provocado, la autopista Siglo XXI, la remodelación de Plaza de Armas y en veremos lo referente a la ampliación en la autopista La Pera-Oacalco.
Pero dado el panorama, sería lo único para la entidad durante el sexenio, no se ve por dónde pudiera gestionarse algo más por la insuficiencia de dinero y, por el contrario, vamos hacia una mayor contracción que advierte de escasa obra pública y dificultad para mantener en buen estado el funcionamiento de la infraestructura estatal, como en el caso de las vías de comunicación.
Tampoco, acorde con los números, estadísticas y cifras que manejan medios especializados en la materia casi a diario, se ve que la economía tenga posibilidades de mejorar al corto plazo y con el agravante de que la calentura electoral por las elecciones del 2018, contribuirá con el tradicional derroche en asuntos de poco beneficio para la sociedad.
El gobierno requerirá de recursos frescos cotidianamente, para hacerle frente a compromisos ineludibles en el calendario del ejercicio del poder y por eso se empieza a considerar que la reforma al Instituto de Crédito de los trabajadores lleva una intención clara: utilizar esa vía para la contratación de préstamos gubernamentales.
Es decir, la teoría de algunos economistas es en el sentido de que el propósito no es realmente mejorar y elevar montos de crédito a los derechohabientes, sino poder utilizar los fondos del instituto como garantía ante las instituciones bancarias en la concesión de fondos monetarios y no tener que usar la vía del Poder Legislativo.
Todos esos movimientos pues tendrían que ver con una complicada situación prevista para el futuro inmediato y que estaría llevando al régimen estatal a otro ajuste de austeridad, a fin de poder superar la disminución de participaciones al estado.
Si esto es así, se tendría que advertir a los ayuntamientos, porque es una cadena, la Federación le recorta al Estado y éste a los municipios, que ya no encuentran la manera de resolver sus necesidades y deficiencias económicas y podrían también padecer las consecuencias de la contracción económica.
Y el problema es que ya no hay mucha tela de donde cortar, a finales del 2014 se tuvieron que cancelar más de 600 plazas de la burocracia, además de otras medidas de recorte de gasto. Se dijo entonces que no fue mediante despido masivo, sino con base en el congelamiento de posiciones que venían dejando los empleados tras la jubilación o la salida por cualquier otra razón.
Pero más adelante, ya entrado 2015, se fusionaron algunas posiciones de mando, como direcciones generales y subsecretarías en cada una de las secretarías de despacho, para eliminar algunas de ellas. Hoy van por más, sin que se tenga claridad de por dónde le meterán tijera a la administración.
Por encima de muchas causas que le vienen pegando al desarrollo de nuestro país, como la caída en el precio del crudo mexicano, la contracción económica de China o el tema de Inglaterra, hasta las elecciones presidenciales en los Estados Unidos se verán reflejadas en nuestras finanzas.
Ojalá que nunca pase, pero ¡imagínese si llegara a ganar el magnate Donald John Trump!, se cimbrarían muchas naciones, sobre todo latinoamericanas, por el discurso que trae y entre ellas México. Por cierto, que es un personaje de la televisión, empresario, pero además escritor.
Tanto al gobierno federal como al de nuestro estado, les queda escasamente un año para conducir la administración pública en relativa calma, por ahí a mediados del año que viene ya veremos muchas figuras de la política encarrerados, en busca de candidaturas a todos los cargos de elección popular, uno de ellos, el más atractivo, a la presidencia de la república.
Cuando esto comienza, los espacios de maniobra en el ejercicio del poder se acotan y ya la misma ciudadanía pone los ojos y la atención en lo que pueda venir, por lo tanto, el ritmo de trabajo desciende considerablemente y mucho dinero es orientado a cuestiones que en nada contribuyen al desarrollo y bien común.
Por lo tanto, los alcances logrados por la Federación y la entidad en el sexenio, ya casi se pueden medir, serán muy pocos los logros que se puedan agregar de aquí al final. Es decir, comienza a ser tiempo como para ir poniéndole calificación en su respectivo desempeño a cada uno, sin embargo, eso le corresponde al gobernado.
Lo que podemos anticipar, es que ambas administraciones no han sido precisamente de bonanza, los conflictos económicos surgieron apenas iniciados los gobiernos y las condiciones no han cambiado, por el contrario, pudieran alcanzar mayores dificultades.
En concreto, como que no se ha tocado fondo en esa materia, de tal manera que más vale estar prevenidos para no verse sorprendidos, porque los apretones van al parejo, hacia los tres niveles de gobierno, de algo así nadie se salva, claro, acaso la propia clase política que vive un mundo distinto, todavía de abundancia y exceso.