En su última sesión de trabajo, antes de irse de vacaciones, los legisladores locales aprobaron las reformas requeridas y solicitadas desde Palacio, lo que ha venido a generar un fuerte malestar en la mayoría de quienes, en su calidad de permisionarios, se dedican a dicha actividad.
Ellos insisten en que la entrada en vigencia del Morebús dejará sin empleo a unas 40 mil familias, cosa que igual y es exagerada, sin embargo de alguna manera los afectará, sobre todo a unidades que cubren derroteros por donde transitarán los autobuses.
Y por lo que se ha logrado saber, ya que los transportistas se vienen moviendo muy sigilosamente en torno a este tema, estarían llegando a acuerdos internos, a fin de responder con acciones bastante fuertes, como el establecer bloqueos en todas las entradas y salidas de Cuernavaca e incluso de algunos accesos a nivel estado.
Paralelamente tomando instalaciones de dependencias gubernamentales, entre ellas la Secretaría de Movilidad y Transporte, con el reclamo de que se dé reversa en la aprobación de la ley. Habrá que esperar de qué tamaño es la reacción, pero podemos advertir que cuentan con sobrada suficiencia como para dejar paralizada la capital estatal y parte de la entidad.
Hay muestras de que en contraparte, desde el gobierno del estado se viene trabajando intensamente por inhibir la participación de algunas organizaciones, hay muchas que tienen intereses con las autoridades porque han sido beneficiadas con nuevas concesiones, pero a pesar de ello bastaría con una cuarta parte de los empresarios del ramo para que metan en aprietos a las instituciones gubernamentales.
Son en número demasiados, porque transporte hay en todos los rincones del estado, con las manos en la cintura pueden movilizar diez mil personas o más, eso si es que les hacen contrapeso desde la administración pública y con ello generar un conflicto bastante difícil.
Pero sin hacer el menor caso a sus expresiones, desde gobierno se sigue avanzando en la concreción del proyecto, ya se formalizan acuerdos con la banca para la obtención de créditos millonarios, a fin de acelerar la instalación de la infraestructura e incluso iniciar la compra de unidades para tal efecto.
Es decir, desde la parte oficial, no se observa intención alguna de atender las quejas o de buscar algún acercamiento con los inconformes. Por el contrario, van apresuradamente hacia el objetivo, para el cual se empujó una nueva ley en el Congreso local y entonces las inconformidades se verán volcadas en las calles.
Para comenzar, se estaría abriendo una línea de servicio del Morebús desde delante de Progreso, en Jiutepec, hasta la Paloma de la Paz, en la parte norte de Cuernavaca, usando el Paseo Cuauhnáhuac-Plan de Ayala y Alta Tensión, porque debido a su volumen, se requieren de accesos amplios, que por cierto no hay muchos en la zona conurbada.
No obstante, se contempla en el proyecto, poner a funcionar unas ocho líneas, hasta generar una especie de circuito que enlazaría a cuatro municipios, Temixco, Emiliano Zapata, Jiutepec y la capital del estado, con algunos ramales adicionales. Igualmente, se pretende usar la avenida Morelos, desde la glorieta Emiliano Zapata hasta el Polvorín e incluso alcanzar Temixco por este otro lado.
Como se ve, ya en su desarrollo a plenitud, el Morebus sí estaría afectando sensiblemente a buena parte del actual sistema de transporte colectivo y en esencia las rutas serían algo así como canales de alimentación de pasajeros para el sistema nuevo.
El modelo actual seguirá operando en la mayor parte de la metrópoli porque los accesos no son funcionales para el Morebús, a pesar de eso, sufrirán disminución drástica en el número de usuarios que en este momento trasladan y por eso hay intensa actividad de permisionarios que buscarán generar presión para que se abrogue la ley, pero no vemos voluntad alguna en ese sentido.
No vemos de qué manera se pueda resolver el conflicto, la Secretaría de Movilidad y Transporte tiene la instrucción superior de ir con todo, a pesar del enojo de los otros, porque además hay cierta rivalidad política de diversas agrupaciones transportistas con el régimen y como que la finalidad es darles un escarmiento.
Vamos hacia una medición de fuerzas, en cuyo campo de batalla somos los ciudadanos los que tendríamos que pagar facturas que no debemos, porque de desarrollarse parte del plano de los inconformes, nos estarían dejando sin servicio de transporte por días, no horas. Además, impidiendo el ingreso vehicular general a la ciudad de Cuernavaca, por lo menos, lo que llevaría al caos.
Durante la administración del gobernador Lauro Ortega Martínez se aplicó una renovación y reestructuración general en la prestación del servicio. Algunos quizás recordarán que operaban viejos autobuses, a los que se les identificaba como “el pulpo camionero”, que incluso eran de un político del estado de Guerrero. Se trataba de unidades “chatarra” que daban vergüenza.
Pero a diferencia de hoy, Ortega Martínez desarticuló aquel monopolio para dar entrada a las rutas, entregando concesiones a quienes habían dedicado buena parte de su vida laboral, como choferes de aquellas carrosas ambulantes.
Benefició pues a los morelenses dedicados a esa actividad y el proyecto fue aplaudido. Sin embargo en este momento la jugada es en sentido contrario: quienes se están viendo desplazados son los empresarios morelenses, porque el Morebús es una concesión que será impulsada por actores ajenos a la entidad.
Sí se necesita una mejora integral del sistema de servicio, hay automotores caducos y en mal estado, igual y para evitar confrontaciones, se hubiera obligado a los concesionarios a invertir en autos nuevos y modernos, pero se quiso adoptar un modelo vigente en otros lugares, como la Ciudad de México y parte del Estado de México.
La promesa oficial es que será el usuario el beneficiado, porque podrá recorrer grandes distancias con un solo pago y sin tener que transbordar, pero la experiencia nos obliga a poner todo eso en tela de juicio, porque existe una larga lista de malas experiencias en eso de compromisos gubernamentales. Es como las promesas de campaña, una vez logrado el propósito de los políticos, se olvidan que lo conocieron o le ofrecieron algo.