El problema es que esto comienza a ser objeto de crítica y señalamiento cada vez más recurrente de parte de aquellos, que desde una trinchera externa, son objeto de engaño y manipulación o fraude, como usted le quiera llamar, en la asignación de contrato de compras y otros negocios en los que se destinan muchos millones de pesos del erario público.
Los comentarios se multiplican en el sentido de que las famosas licitaciones son sólo procedimientos amañados, para poder justificar la asignación de extraordinarios contratos que llevan el compromiso de entregar un porcentaje al beneficiado y este es de acuerdo a como se deje el cliente.
Un "proveedor", o por lo menos inscrito en el padrón de proveedores, decía al reportero que "eso de ofrecer el mayor porcentaje de las adquisiciones a micro y pequeñas empresas del estado es una verdadera farsa. A nosotros nos ofrecen participar en contratos por unos cuantos paquetes de hojas de papel, algunas bolsas de basura o dos o tres cubetas de pintura, donde nos vamos a gastar más en el papeleo que en el beneficio. Los millones de pesos nunca los vemos".
Y otros decían que llama mucho la atención lo que pasa en el área de adquisiciones; "ahí hay dos personajes claves: el responsable de la dependencia, que curiosamente parece inamovible, porque sabe hacer muy bien el trabajo para dejar pocas huellas en lo que corresponde al famoso diezmo. Pero también una mujer que, sin ostentar un cargo de relevancia, muestra señales de beneficios colaterales a sus ingresos: porta autos de lujo y todo tipo de joyas que ningún burócrata puede lograr por la vía del salario".
Pero éste es acaso uno de los mínimos ejemplos que se aprecia, han comenzado a multiplicarse por muchos lados, incluso con altas presunciones de complicidad de parte de autoridades superiores.
Bueno, hay algunas referencias realmente increíbles, que en este momento seguramente se siguen practicando y con mucha más cuantía. Una de ellas da fe de la entrega periódica a figuras gubernamentales de "diezmos", producto de asignación de contratos, ocultos en canastas de frutas.
Sí, el funcionario -que por cierto ya fue despedido, en un acto de ingratitud, porque finalmente hacía el trabajo sucio- simulaba la entrega de los arreglos frutales, pero en medio llevaba un hueco en el que se colocaban los fajos de billetes, que en no pocas ocasiones eran de cinco o más millones de pesos.
El dinero de ninguna manera es para utilizarlo en beneficio del bien común, porque los contactos se hacen a domicilio y sin ningún documento que deje huella o testimonio, pero son reales.
Se nos antoja muy temprano para iniciar una captación tan escandalosa de recursos financieros, sin embargo, todo parece indicar que forma parte de un proyecto tendiente a generar el mayor monto posible con fines electorales; es decir, la compra de conciencias y cooptación de líderes sociales ante un incierto futuro en esta materia.
Lógicamente, todo lo anterior viene acompañado de sendas campañas de desprestigio y descalificación de los contrarios para ir sentando las bases de una recuperación territorial, que a pesar de todo se sigue considerando imposible, por los efectos de enojo colectivo que la inseguridad provoca en el electorado.
Pero el trabajo está centrado en Cuernavaca y la zona conurbada, los estrategas políticos saben que la capital del estado es la joya de la corona, y quien tenga el control de la misma casi está del otro lado en la búsqueda de posiciones de poder importantes como las senadurías o la gubernatura.
No obstante, reiteramos, a pesar de la discreción con que se solían manejar las cosas en las administraciones de la derecha, a estas alturas son muchas las señales que se advierten respecto a una progresiva descomposición en el ejercicio de los programas y destino de los recursos públicos.
Claro, son un grupo de personajes muy afines, un círculo casi cerrado donde se cocinan todas estas cosas, pero no obstante ello han cometido descuidos que pueden ser el parteaguas de escándalos próximos que podrían causar graves daños a la imagen pública del régimen estatal.