Se espera nuevamente que este fin de semana salga alguna señal definitiva que resuelva una larga indeterminación que ha venido provocando inestabilidad en el partido que tiene la mayor representación en el Congreso y las presidencias municipales.
Algunos, como Amado Orihuela Trejo, seguros de que en contienda abierta no tienen rival, empujan hacia una elección a través de las urnas; el resto de los que la quieren, como Samuel Palma César, Víctor Manuel Saucedo Perdomo o Delfino Toledano Alfaro, imploran una salida por el camino de la imposición que sería desafortunada.
Palma César asegura que tiene la promesa de la candidatura a una diputación federal. Eso de muy poco le serviría, porque en una justa constitucional difícilmente ganaría. Insistimos, quienes no tienen liderazgo ni consenso social, sólo regresarán a posiciones de gobierno a través del dedazo.
Pero lo que algunos involucrados en la contienda sostienen es que la señora Beatriz sigue esperando que se pongan de acuerdo para un candidato de unidad que evite conflictos internos; no obstante, con tantas posiciones polarizadas se antoja casi imposible.
Y como buena parte de los actores en el proceso de reestructuración de mandos partidistas están también en el Poder Legislativo, la situación continúa enredada en dicho recinto.
Por cierto, los legisladores tendrán que aparecer por la Cámara de Diputados en breve. Se espera que sea el próximo 17 del mes en curso, porque necesitan nombrar al nuevo presidente de la Mesa Directiva que entregará el diputado Othón Sánchez Vela.
Suponemos que aún en el receso, muy largo por cierto, deben estar trabajando respecto a acuerdos para poder sacar los nombramientos sin volver a ser objeto de escándalo y confrontación discursiva entre fracciones parlamentarias.
Hasta donde nos quedamos, quienes estaban más cerca de relevar a Othón, eran los priístas Fernando Martínez Cué y David Salazar, aquel que pasó unos días por la coordinación de la fracción.
Pero nada está dicho, al igual que con la dirigencia estatal, hay que esperar la posición de cada grupo, porque ciertamente que llegaron a paralizar los trabajos legislativos por tantas diferencias entre ellos.
Pero en medio de tantos intereses encontrados, quienes siguen siendo factor de ruptura son Guillermo del Valle y Maricela Sánchez Cortés. Pretenden vender muy cara alguna negociación, no obstante que han perdido mucha presencia y liderazgo al interior de ese instituto.
Rosas Pérez, ¿perdonado?
Y en otro orden de ideas, todo parece indicar que el escándalo que se dio en torno a presuntos actos de corrupción practicados por el ex magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia (TSJ), podría seguir el destino de muchos otros casos de tendencia política.
Lo menos que se dijo fue que desmanteló el Poder Judicial, permitió todo tipo de anomalías y hasta las practicó convirtiendo esa instancia en agencia de colocaciones para familiares y amigos.
Todo eso representa un grave delito de nepotismo y tráfico de influencias que tendrían que sancionarse, pero ya empezamos a observar un ambiente casi de calma, característico de otros sucesos delicados nunca penalizados.
Con el ascenso de Miguel Ángel Falcón Vega en su lugar, las aguas han empezado a regresar a su nivel, pero su antecesor pudiera quedar impune en todo eso que se le atribuyó.
Éste es el problema cuando no se tiene compromiso real con el respeto a las leyes y normas públicas, y lo que se pelea son espacios de poder que una vez logrados dejan en el olvido el cumplimiento de los deberes en materia de orden público.
Claro, Falcón Vega debe estar ahora más preocupado por recuperar el orden y la estructura que se había caído, a tal grado que se consideraba que ese poder no estaba integrado; no obstante, ellos más que nadie están obligados a pregonar con el ejemplo, y si Rosas Pérez se comió algo indebido, lo procedente es que sea juzgado, así sea por sus mismos ex compañeros.