Ya incluso se viene formando un frente de “cuadros distinguidos” que iniciarán una lucha por echar de la institución a algunas figuras que consideran, han sido bastante dañinas para su imagen y presencia territorial y van a intentar llegar a él.
Pero simultáneamente andan urgidos de una nueva estructura en el CDE, piensan que la vida útil de Rodolfo Becerril Straffon como presidente del mismo se acabó, que el PRI está adormecido, no hay trabajo ni presencia en ningún lado y ya en cuestión de dos o tres meses iniciará formalmente el proceso con rumbo a las elecciones del 2018.
Son muchas cosas las que parecen no andar bien en una institución que por más de siete décadas ejerció el poder nacional a plenitud. Pero como que en el caso de Morelos el resquebrajamiento ha sido más profundo que en el resto del país, el centro no considera a la entidad en esa materia como prioritaria y se pueden incluso dar el lujo de prescindir de ella, llegando al extremo de hasta negociar la plaza durante los procesos electorales.
Es decir, los votos que llegan a obtener en el estado son tan poquitos en comparación con entidades como la Ciudad de México, el Estado de México o Jalisco, por ejemplo, que en un volumen general no se perciben. De siempre ha privado una inconformidad en el priismo local frente a la dirigencia nacional, porque perciben perfectamente que desde arriba poco o nada se les toma en cuenta.
Lo que se maneja hasta ahora es que Ochoa Reza viene a escuchar a sus bases, aunque algunos de los que forman parte de la estructura local afirman que el encuentro será algo restringido, porque no quieren problemas ni incomodidades y que casi se tratará de un grupo selecto.
En las circunstancias en las que se encuentran mal haría el presidente del CEN, porque la absoluta mayoría de sus huestes andan como cabras extraviadas, no saben a quién dirigirse en cuestiones de militancia, sienten que el actual comité se echó a dormir y está dejando pasar el tiempo sin desarrollar acciones preparativas para lo que viene.
Ayer, el ex presidente del PRI en Cuernavaca y quien fuera alcalde suplente con Jorge Morales Barud en Cuernavaca, Rafael Cepeda Aguilar, de plano consideró que “nuestro dirigente Rodolfo Becerril hace el ridículo, se viene sumando en la condena al gobernador con licencia de Veracruz, pero aquí tenemos, en el Congreso local, dos o tres igualmente detestables y traidores y no hace nada frente a ellos”.
Más aún, sostuvo que su partido muestra franca mediocridad, a los dirigentes les falta vergüenza para aceptar que son incapaces de llevarlo a un plano con mejores oportunidades, y “lo más seguro es que lleguemos al 2018 con los brazos abajo, como ha pasado en elecciones pasadas, derrotados anticipadamente”.
La verdad es que ni a él ni al ex presidente de lo que fuera el Frente Juvenil Revolucionario (FJR), Manuel Gómez Vázquez, les falta razón, como partido político andan en el piso, sólo algunos cuadros logran destacar, pero en condiciones de desventaja, precisamente por no disponer de una plataforma capaz de ayudarlos en sus proyectos.
En otras trincheras ya andan bastante aventajados. Ayer, el presidente de la mesa directiva del Congreso de la Unión, Javier Bolaños Aguilar, volvió a hacer presencia en el estado, en una clara estrategia orientada a fortalecer su figura en el contexto general. No nos cabe duda que el señor va por la candidatura del Partido Acción Nacional (PAN) al gobierno para la justa en puerta y está muy cerca de lograrlo.
Ahora va por una mayor cercanía con el electorado, porque finalmente es el voto ciudadano el que lo puede llevar a cumplir la meta. Su partido presenta una visible recuperación, después de haber perdido el control del poder estatal en el 2012 y como que existe acompañamiento entre el aspirante y la institución, aspecto fundamental en la lucha por el poder público.
Pero en el Revolucionario Institucional siguen a la deriva. Para empezar, se van a dar otro agarrón de greñas en la batalla por el control del CDE. No creemos que algunos personajes que se sienten líderes morales en su interior bajen la guardia, irán con todo por la presidencia, porque tener el control de la misma es un gran paso para conseguir otros beneficios.
Los perdedores de la contienda interna suelen cobrar las facturas con traiciones y el PRI se va achicando. Pero a diferencia del PAN, donde se aprecia algo así como un aspirante único, acá la pelea por la candidatura a gobernador los disminuirá aún más, por eso es que en elecciones como las del 2003 o 2006 llegaron a la jornada constitucional derrotados, ellos sabían que no tenían nada que hacer en lo referente a posiciones de trascendencia.
Más o menos por ahí se perfilan hoy día y sólo una acción decidida desde arriba podría obligar a la mayoría a disciplinarse y sumarse a favor de la línea –porque sabemos que así se manejas las cosas ahí en todos los partidos- que dicte Ochoa Reza.
Si lo anterior no sucede, sólo es cuestión de tiempo para constatar que el tricolor en Morelos llega desarmado a la lucha por la gubernatura que viene. Pero encontrar a la figura adecuada, que sea capaz de quitarle el adormecimiento a sus cuadros y a la institución, no es cosa de niños, sobre todo, cuando carecen de valores con formación y liderazgo para ser competitivos.
Salvo algunas excepciones, tampoco el resto de la competencia anda en sus mejores tiempos que digamos, igualmente enfrentan crisis de partidos, pero como que hay más armonía interna y en el caso del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en el estado pues tienen el poder y el dinero, que son instrumentos de singular ayuda, acá tendría que venir el apoyo desde el CEN y no suele suceder así, porque, reiteramos, a ese nivel hay otras prioridades.