El hecho suscitó toda clase de críticas en contra del jefe del Poder Ejecutivo, desde todas las trincheras, pero sobre todo del Senado de la República y del Congreso de la Unión. La presión fue tal que no hubo más remedio que darle las gracias al titular de Hacienda.
Claro, el enojo generalizado se daba porque no se entendía cómo era posible que se invitara a quien venía promoviendo un discurso antimexicano y sobre todo, en contra de la política migratoria y haciendo énfasis en que cuando llegara a la Casa Blanca, obligaría a nuestro gobierno a construir un mega muro fronterizo a fin de impedir el flujo de indocumentados latinos hacia su territorio.
Motivo para la reacción había, incluso si se analiza la posición que, aún como invitado especial, mantuvo el día de su estancia en Los Pinos; sin embargo hoy, con los resultados en la mano, el propio Peña debe estar presumiendo de que tuvo razón y que si bien tampoco eso garantiza un trato de deferencia de parte de aquel, pudo ser peor si en lugar de Trump trae a Hillary.
Pero la curiosidad es mucha, porque algo debió saber Videgaray como para convencer al presidente de que así fuera. Desde aquellas fechas alguna línea informativa debió advertir que el magnate iba a ganar y lo más sensato era adelantarse para que luego no se dijera que se procedía con oportunismo.
Ahora bien, debió ser algo bastante convincente, porque las consecuencias de un posible error sí pudieron ser más fatales y para que la presidencia de la república se arriesgara al ridículo coyuntural, debió haber un buen antecedente. Esas decisiones no se toman a la ligera, se analizan de fondo, con el apoyo de expertos y el cuerpo de asesores.
Éstos debieron necesariamente dar el visto bueno, advirtiendo incluso a EPN que iba a ser objeto de satanización y condena de muchos, no se diga de los adversarios políticos. Aún así mantuvo la decisión, de ahí que se advierta de algo suficientemente poderoso que lo llevó a ello.
En este momento, el suceso tendrá que considerarse como un acierto, incluso aquellos que se le fueron encima tendrían que mostrar un reconocimiento y aceptar públicamente que estaba en un error; sin embargo, nadie lo hará, pero si el hecho fue fortuito, es inédito, no obstante, sobre todo en política, nada se da por casualidad. Como quiera que sea, aquel encuentro tendrá que ayudar en algo, por lo menos ya se identificaron uno con el otro, lo que bien puede construir una relación más tersa.
Ahora bien, la oferta de campaña del presidente electo de la Unión Americana provocó desajustes, no sólo en nuestro país, también en diversas partes del mundo; las bolsas de valores se vinieron a la baja, en unas cuantas horas la devaluación del peso frente al dólar fue del tamaño del desajuste padecido en todo el año.
Y como el señor asume el cargo hasta el 2017, el 20 de enero, para ser más precisos, en estos más de dos meses que faltan la inestabilidad financiera en nuestro país será permanente, porque se tiene el temor de que una vez en la silla comience a cumplir sus compromisos de campaña. Igual y no es así, pero será hasta que dé muestras del rumbo que toma cuando las repercusiones se compliquen o mejoren.
Pero las secuelas de los resultados electorales en esa nación movieron o cimbraron a las estructuras de poder en nuestro territorio, EPN llamó a reunión de gabinete de emergencia, el Congreso de la Unión también convocó a los legisladores federales para analizar la Ley de Ingresos y Egresos ya aprobada para el 2017, porque con lo ocurrido, deberá ser modificada.
El presupuesto se validó en función de una paridad peso-dólar por debajo de los 19 pesos, sólo que el caso Trump lo llevó por encima de los 20, entonces habrá cambios, pero a la baja. Incluso se advierte de un nuevo ajuste a nivel federal, para poder sortear con menos dificultades las condiciones financieras del año venidero.
Pero tampoco el señor, a pesar de ser el presidente del país más poderoso del mundo, se maneja a criterio suyo, son muchos los intereses que hay en juego, los monopolios de poder político y económico en ese poderoso país son los que dictan el rumbo en acciones de trascendencia.
Baste recordar que allá, el Senado y el Congreso se integran por representantes no tanto del pueblo, sino de los centros de poder financiero y su compromiso es defender a sus patrones. Es decir, que si para los empresarios, que suelen usar mano de obra barata mexicana, si así conviene, la política migratoria no sufrirá grandes trastornos.
Claro, habría que imaginar las consecuencias de la posible construcción del muro fronterizo, sería un severo golpe a México porque como quiera que sea, millones de connacionales logran, aún con todos los obstáculos, pasar del otro lado, a fin de lograr un empleo que les dé para vivir ante la insuficiencia de plazas en este territorio. Eso los dejaría fuera, independientemente de que otros tantos indocumentados que ya están allá, pudieran ser deportados.
Pero son sólo especulaciones, habrá que esperar a que Trump tome protesta el 20 de enero y dé un poco de luz de la dirección que le imprimirá a su mandato. Igual y no pasa nada, aunque su posición en la campaña sí pudiera alentar acciones de violencia de grupos radicales como el Ku Kux Klan, células de ultraderecha surgidas en el siglo XIX y que venían detrás del magnate.
Por ahí sí se tiene que tener mucho cuidado porque deben andar eufóricos y en busca de venganza contra quienes consideran intrusos en su país. No son los únicos, hay más, por lo que se sabe y a partir de la elección, los latinos que piensan ir hacia esa nación tendrán que pensarlo dos veces. Ya en sí es peligroso por las mafias mexicanas en esa frontera, pero hoy las cosas estarían poniéndose más complicadas.