El dirigente nacional Enrique Ochoa Reza tendrá que hacer un gran esfuerzo por limpiar la casa, porque lo que aquí en lo cortito se sabe, es que su instituto en Morelos está severamente infiltrado y desde el exterior se trabaja afanosamente, a fin de impulsar a la dirigencia estatal a alguien que acabe de someter las pocas estructuras que quedan a favor de proyectos ajenos.
Ya Ochoa Reza tiene parte de la película, cuando visitó el estado, hace cosa de dos semanas, durante un encuentro con representantes de medios informativos, recibió nombres de aquellos que traicionaron la confianza que se les dio con un cargo de representación y su respuesta fue que se actuaría en consecuencia, pero aún no se ve ninguna señal a ese respecto.
Es realmente increíble darle crédito a versiones múltiples, en el sentido de que quienes promueven la toma de las instalaciones del edificio del partido en las calles de Amacuzac y Yucatán, aquí en Cuernavaca, vienen siendo financiados precisamente con dinero de aquellos que avanzan en la desestabilización del CDE.
Bueno, se nos explicaba el motivo por el cual el ex candidato priista a la gubernatura del estado Amado Orihuela Trejo regresó a retomar el control del sector cañero en la zona sur del estado y entre los argumentos que generaron sorpresa, es que durante el tiempo en que fungió como líder generó una quiebra económica cercana a 300 millones de pesos, por eso quien se había quedado al frente optó por tirar la toalla y regresarle el paquetito al oriundo de Mazatepec.
Que desde un partido de oposición al PRI le tendieron la mano, con el compromiso de resolverle el problema de esa deuda millonaria, claro, bajo ciertas condiciones, una de ellas que encabezara una corriente a fin de imponer una dirigencia a modo en el tricolor y de paso empujarlo hacia la desestabilización.
Y en efecto, algunos de los rostros que aparecen como protagonistas principales de la toma del edificio son personajes directamente ligados a Orihuela Trejo, lo que da cierta credibilidad a esas teorías de que el señor acabó siendo sometido por aquellos con quien se enfrentó electoralmente en las elecciones del 2012.
Ya incluso se viene integrando un frente que buscará impedir que Amado y otros de sus aliados se salgan con la suya, terminar con lo poco que queda de ese instituto político que en su oportunidad controló el poder total, desde las presidencias municipales, diputaciones locales o federales, hasta los gobiernos estatales y la presidencia de la república, pero que aquí casi toca fondo.
Algunos de aquellos que generan el contrapeso son la diputada federal Rosalina Mazari Espín, su homólogo Matías Nazario y la senadora Lizbeth Hernández Lecona. Se entiende que mantienen informado a Ochoa Reza de todo lo que viene aconteciendo, a fin de que pueda buscar algunas salidas correctas.
Frente a lo anterior, no se descarta que se inicien los procesos legales al interior del tricolor, a fin de buscar la expulsión de aquellos que por intereses personales han optado por usar al partido como negocio y moneda de cambio.
Lo hemos venido advirtiendo, de los tres grandes partidos, vemos al PRI con más dificultades que los otros dos, Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD), por el contrario éstos como que ya vienen en ascenso, preparando el terreno para la batalla del 2018.
Los panistas podrán estar algo disminuidos por la reciente pérdida del poder, pero como que no padecen el problema de la infiltración y la traición de militantes o líderes en sus estructuras, eso es ya una ventaja. Les han quitado algunos diputados, pero eso igual los fortalece en lugar de debilitarlos. En el Revolucionario Institucional es el caos, son demasiados los que fingiendo seguir militando en sus filas, “trabajan” para las casas de enfrente.
Y ya incluso promueven a aspirantes a la dirigencia estatal, uno de ellos es Jesús Martínez que desarrolla eventos y realiza recorridos en busca de promoción, sin embargo, a decir de algunos priistas con cercanía al líder nacional, ya están perfectamente ubicados y hay la instrucción superior de que no se permitirá la injerencia del ex candidato a la gubernatura Amado Orihuela en el proceso de reestructuración, por los antecedentes que le hemos expuesto.
Pero tampoco se desea ofrecer condiciones para que se acelere un enfrentamiento de corrientes, que es lo que buscan aquellos que vienen operan bajo consignas exteriores, de ahí que el manejo se venga dando de manera cuidadosa, pero es pues evidente que la descomposición toma niveles de riesgo cuando ya estamos cerca de que inicien las actividades electorales de cara a las elecciones del 2018.
Bajo tales circunstancias el presidente del CDE Rodolfo Becerril Straffon ha tenido que hacer gala de prudencia, para no darles pretexto a los enemigos de su propio instituto político de alimentar escándalos, pero poco puede hacer, porque es el CEN la instancia competente para poder iniciar la renovación.
Es decir, en la reestructuración de su dirigencia, el PRI se juega la vida, si aquellos que han sido cooptados por fuerzas externas lograran apoderarse de la presidencia, no tendrán nada que hacer en la justa del 2018 y sólo servirán de puente para consolidar otros proyectos e intereses.
Si se sacuden a la basura y además deciden exhibirlos, igual y recuperan credibilidad y confianza, pero antes seguramente irán a una lucha campal, porque reiteramos, detrás de quienes negociaron con el enemigo, hay dinero y suficiente como para aguantar muchos golpes y opondrán férrea resistencia.
El problema que enfrentan no es menor, pero es difícil mantener el control de las bases cuando no se tiene nada que ofrecer y los priistas o muchos de ellos se acostumbraron a vivir del presupuesto público, por eso son presas fáciles de caer en la tentación, cuando les ofrecen dinero para realizar tareas poco dignas, aún en contra de su propio partido.