Las crisis despiertan comportamientos cooperativistas en nuestra población, con algunas excepciones. Precisamente para analizar qué creencias o aspectos promueven el comportamiento cooperativo, la crisis de económica y de salud que ha provocado la COVID-19 ha sido un magnífico laboratorio social. Efectivamente, el estudio del comportamiento humano durante esta crisis nos está aportando conocimiento que puede ser útil para futuras ocasiones o para atender problemas actuales.
Las actividades de investigación científica se volcaron para entender desde muchas y muy variadas perspectivas una gama muy amplia de fenómenos naturales, de la salud, nanotecnológicos, de dinámica de fluidos y por supuesto las interrogantes en el ámbito social y del comportamiento humano.
Desde mi perspectiva, el sector científico tecnológico (en los más amplios sentidos) se abocó a estudiar las situaciones diferentes y específicas que enfrentamos.
Una de las preguntas que me han surgido durante este año, es acerca de cómo propiciar comportamiento cooperativista y en mi búsqueda encontré un interesante artículo publicado el pasado mes de marzo que precisamente correlaciona las creencias y la información con la cooperación.
Este grupo, motivado por el hecho que muchas personas no seguían las pautas indicadas por los expertos se preguntaron: si el hecho de identificarse con el resto de la humanidad podría predecir este comportamiento cooperativo.
Para realizar este estudio en la situación en la que nos encontramos usaron una plataforma en línea donde lanzaron una encuesta global sobre las conductas de salud y dilemas morales relacionados con la COVID-19.
La encuesta fue realizada en cinco idiomas para el mundo conectado mediante la Internet.
Las respuestas fueron de diferentes países (25.42 % U.S.A; 13.40 % China; 6.98 % Sudáfrica; 6.54 % Alemania; 5.20 % Reino Unido; 5.05 % Filipinas; 4.53 % India; 4.26 % Brasil, 4.06 % España; 3.90 % Canadá y 20.65 % otros), con al menos 100 respuestas en diez países.
La encuesta tenía preguntas que consideraban acciones altruistas como donar parte de los cubrebocas que tuvieran disponibles para su familia, comprar despensas para vecinos en situaciones de riesgo, llamar a una ambulancia para que atendiera a una persona con signos de COVID-19, entre algunas otras preguntas.
En el análisis a estas preguntas se correlacionaba con algunos factores: a) contextuales que hacían referencia a la situación específica a su entorno, b) respecto al tiempo en el que se desató la pandemia, c) demográficos como género (tres opciones), educación, edad, d) factores afectivos como identificación con la comunidad o la nación, y finalmente e) la identificación con toda la humanidad, que se midió de manera similar a la identificación con la comunidad o la nación (para ver detalles consultar la publicación).
Con esta metodología, en el artículo se muestra una marcada correlación entre el comportamiento cooperativo y las identificaciones con la comunidad, la nación y fundamentalmente con toda la humanidad.
En cuatro de las cinco opciones de comportamiento cooperativo la mayor correlación se encontró en personas que se identificaban fuertemente con toda la humanidad. Mientras que solo una (llamar a una ambulancia) se encontró una mayor correlación con la edad de las personas que mostraba el comportamiento cooperativista.
El estudio explica con detalle el tratamiento estadístico de estas correlaciones mostrando que sus resultados son confiables dentro del universo analizado. Desde mi opinión, sus resultados pueden ser considerados en una primera aproximación para el desarrollo de estrategias de comunicación para fomentar el comportamiento cooperativo necesario en muchísimas situaciones que promuevan el bienestar social.
Basado en los hallazgos de este trabajo de investigación, me queda claro que debemos fomentar el concepto de “familia de la humanidad”, como lo señalan en el artículo, para promover un comportamiento hacia la cooperación. De esta manera, las acciones que tiendan a generar divisiones entre las personas no parecen ser adecuadas para fomentar el comportamiento que conduzca a mejoras en la salud pública. En mi opinión, es fundamental construir en todas las personas esta conceptualización de pertenencia a una familia de la humanidad, más que construir pertenencias a grupos y propiciar el divisionismo, para promover comportamientos que permitan construir el bienestar social.
Por supuesto, el mensaje es claro, debemos fomentar esta idea de pertenencia a la humanidad para atacar, ya, la otra crisis panhumana que estamos sufriendo, el cambio climático.