La sociedad mexicana ha cambiado su percepción de las elecciones. Recuerdo claramente los comentarios en la década de los años 1970 y 1980 sobre el llenado de urnas, la invalidación de los votos a la oposición de entonces, las estrategias de acarreos, los votos múltiples y una interminable mención de acciones para hacer trampa en las elecciones. Si de acciones para cometer fraude electoral. En este siglo, después de la construcción paulatina de un IFE primero y ahora de un INE, las desconfianzas han pasado de las suspicacias hacia el conteo cibernético o a la manipulación de datos que sufrimos a principios de este siglo. Recuerdo los esfuerzos de colegas utilizando la información que se vertía en páginas del IFE para analizar los cambios y detectar anomalías. El esfuerzo hormiga que muchas personas realizamos con la verificación de actas de las casillas electorales mediante fotos enviadas por otras personas voluntarias y su verificación posterior con el reporte final de las elecciones. Estas acciones ciudadanas fueron motivadas por la ausencia de datos disponibles y confiables para verificar lo sucedido en el conteo o en la transcripción a los resultados finales, donde se realizaba el fraude en el siglo pasado. Estos esfuerzos fueron generando confianza, pero mediante caminos tortuosos y plagados de obstáculos.
En esta ocasión, la jornada del 6 de junio transcurrió sin suspicacias en torno al conteo o al fraude en las urnas o en la transcripción de los resultados de las actas de casillas a los resultados finales. Desde mi punto de vista, hay un gran avance en la confiabilidad que la institución electoral, que hemos construido y que vigila las elecciones, ha despertado en la población mexicana. En esta ocasión, la jornada electoral marchó con participación ciudadana y se están realizando las denuncias pertinentes en donde es necesario, pero no movilizó a una ciudadanía vigilante fuera de los cauces institucionales, como había ocurrido en las primeras elecciones de este siglo.
Es más, en los portales de conteos, los PREP federales o estatales pusieron los datos a disposición del público mediante bases de datos abiertas para facilitar el análisis estadístico y de coherencia que se deseara (en las ligas están los ejemplos de los datos nacionales y de Morelos [1,2]). Esta actitud de transparencia despierta confianza. Adicionalmente, los grupos encargados de realizar estos análisis también abrieron (pusieron a disposición del público) los códigos que utilizaron para, a partir de los conteos rápidos, dar los resultados preliminares con confiabilidad estadística (como ejemplo el código del equipo 2 del COTECORA [3]). Estas dos sencillas acciones, pero de profunda apertura y transparencia, otorgan la posibilidad de verificación del manejo de datos e incrementan la confianza, basada en datos y su múltiple análisis y escrutinio, que la ciudadanía puede construir en los procesos electorales mexicanos.
Comparto la tranquilidad que nos ha dejado este proceso electoral. En general se percibe que la voluntad de la ciudadanía que se manifestó se ha respetado. Por supuesto, quedarán algunos casos por resolver, pero el sentir es que podemos seguir en camino hacia una democracia participativa, con sus bondades y limitaciones, revisando otros aspectos como el comportamiento no adecuado en las campañas por parte de algunos contendientes.
Me parece que ya resuelto lo inmediato, ahora debemos preocuparnos por construir nuestro futuro.
Ya en el camino de construcción de nuestro futuro tenemos que atender dos crisis que nos agobian en estos momentos. La crisis provocada por la COVID-19 y la emergencia que está demandando el Cambio Climático son dos problemas que exigen acciones inmediatas que se traducirán en bienestar en el futuro.
Al menos con estas dos urgencias en mente, propongo poner a discusión la conveniencia de comprar una refinería en otro país. Por ejemplo, con el dinero que se va a invertir en la refinería en Texas se podría construir un consorcio de industrias mexicanas dedicadas a la fabricación de vacunas. ¿Sería más conveniente? El argumento del actual gobierno por la lentitud en la vacunación, a principios de año, fue que no se surtía de vacunas con la suficiente rapidez, pero esto no sucedería si esas vacunas se fabricaran en nuestro país. Las ventajas de construir empleos aquí son obvias: se invierte en nuestro país, disponibilidad de vacunas, empleos bien remunerados para personal técnico especializado en el país, posibilidad de vender o donar vacunas a otros países, obtención de divisas, etc. En cambio, con la comprar de la refinería en Texas se abren o mantienen fuentes de empleos en otro país para sus ciudadanos, se usa tecnología que será obsoleta en algunos años, se invierte en el extranjero, se descapitaliza al país, se ofrecerá gasolina a una sociedad que ha despilfarrado la energía de los combustibles fósiles y que es responsable de una buena parte de las emisiones de gases de efecto invernadero que está cambiando en clima en el planeta.
Si se analiza esta inversión en Texas con miras a corto plazo pudiera aparecer rentable, pero con miras en el futuro de la juventud mexicana no lo es. Este es un ejemplo y no estoy casado con él, pero podemos cuestionar otras acciones con esta visión de largo plazo y hacer las modificaciones necesarias en la política pública en todos los niveles.
Por supuesto, no soy joven y no estoy abogando por mis privilegios, estoy llamando a verdaderamente construir el futuro de nuestra juventud que está atado a la construcción de una sociedad que considere para su vivir aspectos ambientales, económicos, sociales e institucionales.
Con la paulatina, pero sólida construcción de la institucionalidad en nuestro país debemos continuar forjando y fortaleciendo estas entidades autónomas (por ejemplo el INE) que nos ayuden a vigilar el tránsito a la construcción del bienestar social.
[1] INE https://prep2021.ine.mx/diputaciones/nacional/base-de-datos
[2] Morelos https://prep2021mor.mx/guia-de-consulta
[3] Cotecora-team 2, https://github.com/cotecora-team-2