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En estos días se plantea que estamos sufriendo una situación causada por el neoliberalismo y que para ello se pretenden establecer acciones dictadas autocráticamente. Es cierto que dejar que el mercado regule todas las relaciones humanas entre las personas y otras especies es una pésima idea que conduce a distribuciones paretianas de la riqueza y solo promueve el bienestar de unas personas en lo individual.
En estas líneas recordaré algunas ideas sobre el manejo de los bienes comunes.
Entendemos que este planeta es un bien común que usamos tanto nosotros las personas como otras especies y que en principio podríamos tener relaciones que condujeran a un bienestar de todos los entes.
Por otro lado, la definición autoritaria de políticas que pretendan evitar la acumulación del bienestar puede conducir a una disminución de las posibilidades de vida de otras especies al deteriorar el ambiente.
Generalmente, estas políticas autoritarias no se sustentan en el conocimiento, ya que una de las características del conocimiento es que no es una posesión individual, sino que requiere, al menos, ser discutido, compartido, consensuado, asimilado y verificado.
En particular me referiré a las ideas de Elionor Ostrom [1], ganadora del premio Nobel de Economía.
Elionor Ostrom enfatizó a lo largo de sus estudios que se requiere conocer la diversidad de opciones y reconocer la diversidad de regiones, así como aceptar las diferentes culturas en cuanto al manejo de los recursos que se manifiestan en las regiones en el mundo. Así, ella señala que una solución adecuada para un sitio puede ser totalmente errónea en otro lugar o para otra cultura.
En la actualidad sabemos que los resultados de Ostrom pueden conducir a la definición de una relación menos depredadora entre las diferentes personas y entre estas personas y las otras especies que nos acompañan en esta nave llamada Tierra.
Ella misma nos alertó sobre la trampa de pensar en soluciones mágicas que se pudieran aplicar en los diferentes entornos.
Es algo muy humano el desear soluciones mágicas. Cuando nos enfermamos, la solución fácil es pedir una pastilla, o un té de una hierba especial, o una poción “nanotecnológica”, digamos; pero la solución muchas veces requiere de cambios en nuestros hábitos o intervenciones más complejas.
Basta con mencionar que muchas personas pensaban que con solo vacunarse ya no les iba a dar COVDI-19 y se han desilusionado al enfermarse a pesar de estar vacunadas.
La realidad es más compleja de como la podemos conceptualizar simplistamente la mayoría de las personas.
A esta forma de pensar en soluciones mágicas Ostrom la llama el problema de la panacea, de la solución simple y aplicable para todo.
Esta complejidad a la que la realidad nos enfrenta en cada momento, va en contra de la sobresimplificación de las relaciones que la mayoría de las personas deseamos y asumimos para entender fácilmente nuestro entorno social o natural.
Por esta razón, Elinor Ostrom enfatiza que debemos desarrollar un ambiente multidisciplinario en un marco de referencia de múltiples niveles para analizar los sistemas sociales y su interacción con el ambiente, es decir, para analizar y comprender los sistemas socioecológicos.
En el ámbito de la economía los multiniveles se refieren a que en un nivel están las relaciones entre personas que compran y venden, entre personas que proveen y usan. Otro nivel podría enfocarse en las relaciones entre un sistema de recursos naturales y la gobernanza de ese sistema.
Al hablar de un bosque, se tiene un nivel; pero se puede considerar a los árboles como individuos y, así, tenemos otro nivel; pero a su vez en el árbol puede haber subniveles, por ejemplo en la ceiba, donde tenemos sistemas en el suelo o en sus copas.
Una de las tareas que requiere de una colaboración más estrecha entre los diversos actores es la definición del conjunto de variables que son las adecuadas para evaluar las acciones propuestas.
La definición de indicadores que sean capaces de medir la bondad o las limitaciones de las propuestas es de suma importancia.
No vale decir tengo otros datos, primero podemos definir estos indicadores y medirlos para verdaderamente hacer el ejercicio de evaluación con las mediciones.
Finalmente, Elinor Ostrom alerta sobre la posible sobre especificación de los problemas, señalando que en ocasiones hay una tendencia a caer en una trampa pretendiendo argumentar que el caso en cuestión es totalmente diferente a otros.
Esto puede evitar que se aprendan de otras situaciones al reconocer algunas similitudes. Por esta razón, al definir el conjunto de variables e indicadores se pueden reconocer las similitudes y con ello adaptar algunas estrategias con base en el aprendizaje.
Lamento tener que decir, y principalmente a la juventud, que la realidad es compleja, aunque hoy disponemos de conocimientos en muy diversas ramas de las ciencias que requieren que profundicemos en la diversidad y aprendamos a colaborar con personas duchas en donde nosotros no lo somos.
Cuando era joven no se conocían los estudios de Elinor Ostrom, hoy sabemos de ellos y es nuestra obligación actuar en consecuencia, ya que no podemos alegar que no se sabía. Situación muy diferente a lo que pasaba a principios de siglo, cuando se desconocía lo que el uso irracional de los combustibles fósiles podría causar. No podemos reclamarle a esas personas de principios del Siglo XX por el uso desmedido de los hidrocarburos, pero en el futuro claro que nos lo pueden reclamar a nosotros las futuras generaciones.
[1] Elinor Ostrom “The Future of the Commons”, IEA, Londres 2012.